El
terrible retroceso de la vida política nacional, se pone de manifiesto
en la fianza de más de siete millones de pesos que les fue fijada por
el juzgado primero de lo penal, a cada uno de los tres jornaleros del
Valle de San Quintín que fueron detenidos por la represión de que
fueron víctimas por protestar por las injustas condiciones laborales
de que son víctimas desde hace más de tres décadas.
¿Cuál es el
sentido de tan absurda decisión que por mero sentido común es
inadmisible? La respuesta es obvia: demostrar que con la oligarquía no
se juega, y quien pretende pasarse de la raya debe saber a qué atenerse.
A tono con este
comportamiento fascista, el dirigente formal del PRI, César Camacho
Quiroz, afirmó que “los problemas de violencia deben enfrentarse con la
ley”. En resumidas cuentas, está avalando la decisión del juzgado
bajacaliforniano, sin pararse a reflexionar sobre las causas y efectos
de la situación que llevó a los indígenas oaxaqueños a decir “¡Ya
basta!” a una explotación inmisericorde que sólo es posible en un
régimen dictatorial. ¿De qué ley está hablando Camacho Quiroz?
Obviamente, no de la sustentada en el artículo 123 constitucional, sino
en la que imponen a sangre y fuego los oligarcas voraces que no se
sacian de sangrar a los más débiles.
De ahí el imperativo de que
la sociedad mayoritaria entienda que seguir solapando a una burocracia
dorada, servil ante el poder de la oligarquía, redundará en más
perjuicios incluso para las generaciones venideras, que serán las que
habrán de pagar las consecuencias de la falta de organización para
poner un alto a los abusos de las élites fascistas que desgobiernan a
México. Está más claro que una laguna inmaculada, que la derecha en el
poder no tiene una mínima intención de permitir que la democracia
avance en el país. Esto es lo que deben entender los trabajadores, pues
son ellos las principales perjudicados con la permanencia de la
oligarquía al frente del Estado.
Así como están humillando a
los indígenas triquis en el Valle de San Quintín, es como la élite
oligárquica quisiera tratar a toda la población del país. Si la
derecha logra afianzarse en las elecciones del próximo 7 de junio, el
futuro para las clases mayoritarias será el regreso pleno al
porfiriato, con mucho mayor dramatismo y violencia. Es obvio que están
tratando de conseguirlo, sin importar los costos, porque saben muy bien
que su permanencia como grupo oligárquico también está en juego. Por
eso es que PRI, PAN y Partido Verde están pagando, a costos
elevadísimos, supuestas encuestas en las que superan con mucho a la
izquierda verdadera representada por el Movimiento Regeneración
Nacional (Morena).
Lo que buscan es desalentar a
los electores dudosos, a los simpatizantes de Andrés Manuel López
Obrador, de que voten porque “no tiene caso, sería un voto inútil”.
Esta es una falsedad del tamaño del Popocatépetl: la derecha se ha
ganado a pulso el repudio de las clases mayoritarias, porque están
sufriendo las consecuencias terribles de una política económica
dirigida a empobrecer aún más a los más débiles, con el fin de poderlos
manipular con más facilidad. En consecuencia, sería un voto
verdaderamente inútil venderlo por una despensa a favor de los verdugos
que están explotando a la población mayoritaria.
Se apuntalaría una realidad
espeluznante, que tiene alarmados a sus principales patrocinadores: el
gobierno estadounidense. En efecto, el centro de investigaciones
independiente, National Security Archive, divulgó el martes documentos
oficiales desclasificados por la Casa Blanca en Washington, en los
cuales las autoridades de la nación vecina concluyen que existen
“preguntas alarmantes” sobre las matanzas y desapariciones en México.
El Comando Norte de Estados Unidos (Northcom), puntualizó: “No hay
respuestas fáciles a las interrogantes alarmantes provocadas por el
número espantoso de fosas comunes que ahora se están descubriendo en
México”.
Ahora, como se dice coloquialmente, se
quieren “curar en salud” porque las cosas se están saliendo de control
ante la ineficiencia y corrupción de un gobierno que no tiene otro
proyecto que sacar el mayor provecho de una situación que ellos mismos,
el Comando Norte, provocaron conforme a la estrategia de dominación
hegemónica de la Casa Blanca. Ante las consecuencias terroríficas, como
Pilatos, quieren lavarse las manos.
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