Por Laura Salomé Canteros
COMUNICAR IGUALDAD- Tras ocho años de dos mandatos
de Cristina Fernández, y doce del movimiento político que lidera -el
kirchnerismo-, una nueva etapa asoma y en ella la política partidaria
será, una vez más, la arena de las disputas para el ejercicio del poder
en la Argentina.
Temáticas de fondo y decisiones coyunturales se tejen por estos días
alrededor de la confirmación del equipo de trabajo y el gabinete
ministerial del Presidente de la Nación electo, Mauricio Macri. Entre lo
anunciado y a la espera de las primeras medidas de gobierno, más
presente que nunca, un empoderado movimiento de mujeres y feminista –en
los partidos, en las organizaciones sociales y en las calles- asoma y ya
prepara sus banderas para exigir demandas históricas y la defensa de
derechos conquistados.
Y si bien los tintes de los gobiernos muchas veces se miden en el
carácter de las políticas públicas que se toman, y que de alguna manera
delinean el proyecto político, lo hacen también en relación a las
trayectorias y la labor de las individualidades de las y los
funcionarixs públicos que se designan. Si a esto le agregamos un
análisis con enfoque de géneros, resulta inevitable la realización de
comparaciones que nos permitan aclarar el panorama. ¿Cantidad de
mujeres? ¿Quiénes son? ¿Cuáles fueron (o no) sus compromisos con el
reconocimiento de los derechos de las mujeres y el colectivo LBGTB? Un
intento de recorrido para un nuevo gobierno que representará una
transición de paradigmas para la política y la sociedad civil.
“Si una mujer entra a la política, cambia la mujer, si muchas mujeres entran a la política, cambia la política”
Con esta frase, Michelle Bachelet, actual presidenta de Chile,
irrumpió en el escenario contemporáneo de las discusiones globales sobre
política y género. Ejercicio del poder, liderazgo,
participación y representación política son conceptos y prácticas que se
ponen en análisis y discusión a partir de la distancia que significa la
ausencia de mujeres y la lenta democratización de la política y el
dispar reconocimiento de demandas históricas del movimiento de mujeres.
Aun así, afinando el análisis, mujeres sensibles y políticamente
formadas dentro de los feminismos están ampliamente vedadas dentro de la
política dominante o hegemónica.
Las mujeres somos las más pobres sobre la tierra, las sujetas
violentadas y tratadas cada día por las múltiples manifestaciones de la
cultura machista, quienes no tenemos ni en un 5% mundial el acceso a la
tierra y en territorios como el nuestro ni siquiera el pleno acceso a
decidir sobre nuestros cuerpos. Es por esto que necesitamos a
las mujeres en la política y la conformación de partidos políticos
receptivos a las demandas de nuestras colectivas.
Sólo 3 mujeres fueron anunciadas para los 21 cargos
ministeriales y la jefatura de gabinete del electo Presidente de la
Nación Mauricio Macri. Patricia Bullrich –ex Ministra de
Trabajo y Ministra de Seguridad Social durante el gobierno de Fernando
de la Rúa- será la Ministra de Seguridad; Carolina Stanley, de
Desarrollo Social –es quien ocupó ese mismo cargo en la Ciudad de Buenos
Aires desde diciembre de 2011-; y Susana Malcorra –hasta hace pocos
días Jefa de Gabinete del Secretario General de las Naciones Unidas-
será la Ministra de Relaciones Exteriores y Culto. Representan el 14% en relación al 86% de presencia masculina en el nuevo gabinete.
Al frente de una campaña contra la violencia machista que se llama
#SiHayAmorNoHayViolencia, y artífice de la designación de la activista
feminista Fabiana Tuñez –titular de la ONG La Casa del Encuentro- al
frente del Consejo Nacional de las Mujeres (organismo que depende de esa
cartera), Carolina Stanley también representa la cercanía del gobierno
de Mauricio Macri con Abel Albino, médico pediatra titular de la Fundación Conin Mendoza y quien en los últimos días fue repudiado por las afirmaciones que vierte en su libro Gobernar es poblar,
donde se opone a los anticonceptivos llamando a vivir en castidad y
poniendo a la mujer al servicio del varón y quien en declaraciones
mediáticas –por ejemplo en diálogo con Ernesto Tenembaum en FM 89.9-,
sostuvo que participará del nuevo gobierno cómo pueda y “como lo viene haciendo desde hace 23 años”.
En esta entrevista, Albino, sin mencionar las prácticas y las elecciones sexuales disidentes (“eso” según sus conceptos), dijo que la homosexualidad es “un problema que tiene una persona” y que si bien dijo no considerarlo una enfermedad si sería “contra la naturaleza” y producto de “no una causa determinante sino uno la elimina y se terminó”, sino de construcciones sociales y de “violaciones provocadas dentro de la misma familia”. Dijo que “la familia es para procrear y educar” y que “el sexo es una maravilla para contribuir a la obra creadora de Dios, no para divertirse”. Además amplió que la masturbación es una “tiranía” y que el “SIDA” se combate con “conductas éticas”. Y aunque aclaró “no ser un sacerdote sino médico” sostuvo que “el aborto es una barbaridad”, “matar una persona” y que en esta problemática “la verdad es una sola”.
En el gabinete saliente había 4 mujeres en 15 cargos ministeriales
-Alicia Kirchner como Ministra de Desarrollo Social; Débora Giorgi como
Ministra de Industria; María Cecilia Rodríguez al frente de la cartera
de Seguridad; y Teresa Parodi al frente del Ministerio de Cultura- que
representaban el 26% del gabinete, además de que la presidencia de la
Nación estaba ocupada por una mujer. Cabe pensar en la región, Cristina
Fernández de Kirchner, Dilma Rousseff –quien ejerce la presidencia de
Brasil desde 2011- y Michelle Bachelet –quien atraviesa su segundo
mandato no consecutivo al frente de Chile desde 2014- son claros
ejemplos de que el sistema de partidos en Latinoamérica y el mundo ya no
es reacio a las mujeres políticas ejerciendo los más altos cargos de
liderazgo y dirección.
Pero a la vez, la designación de mujeres al frente del
funcionariado público no garantiza per se la gestión ni políticas
públicas con presupuesto en pos del reconocimiento y avance de derechos
vinculados a temas de género; aunque sí abre caminos en un contexto
social de creciente sensibilización sobre las problemáticas de género. En esto, el gabinete anunciado, ¿significaría un retroceso?
El 50% está lejos y la designación de pocas mujeres al frente del
nuevo gabinete de gobierno, sea por definición política, por
imposibilidad pragmática o de estrategias para transversalizar el
enfoque de géneros, y la lejanía del macrismo –y por tanto la
falta de legitimidad- para ser portavoz de las demandas del movimiento
de mujeres y feminista, redundará en al menos el estancamiento de la
influencia de éste sobre la agenda política. Y en el consecuente corrimiento de las exigencias sociales hacia espacios no ejecutivos.
Por otra parte, habrá que observar cómo se actúa desde el ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que estará a cargo de Germán
Garavano –ex fiscal general en el Ministerio Público Fiscal de la
CABA-, quien fuera saludado por la Asociación de Mujeres Juezas de la
Argentina por “su compromiso con la perspectiva de género, los derechos humanos de las mujeres y la equidad”. Esa misma asociación inició en las últimas semanas la campaña Más mujeres más justicia,
destinada a lograr que el Poder Judicial incluya un 50% de mujeres en
los cargos directivos y se vio defraudada, junto a muchas otras
organizaciones que elevaron una carta el Poder Ejecutivo, por la
designación en comisión de dos varones para la Corte Suprema de Justicia
de la Nación.
En la cartera de Salud fue designado Jorge Lemus –ex Ministro
en la CABA, donde firmó un protocolo de abortos no punibles más
restrictivo que el establecido por la Corte Suprema de Justicia en el
Fallo F.A.L. de 2012- y quién deberá enfrentar, ahora a nivel
nacional, una de las problemáticas de salud pública más desoídas: la
necesidad de legalización de las interrupciones voluntarias de los
embarazos de tal forma de impedir las muertes innecesarias de mujeres
por abortos sépticos.
Sobre la posición del gobierno en relación al derecho al aborto, en
las últimas semanas se expresó la gobernadora de la provincia de Buenos
Aires, María Eugenia Vidal, quien dijo que está en contra de la despenalización y legalización. La vicepresidenta Gabriela Michetti, en una posición más abierta, afirmó que el tema debe ser discutido en el Parlamento.
En relación a comunicación, el nuevo gobierno cuestiona –y propone
reemplazar- la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA),
anunciando que su estrategia hacia los medios será de ausencia de
regulación. En relación a temas de género, y considerando que a la LSCA
puede pedírsele aún más, las estrategias de regulación que la norma
plantea han permitido en los últimos años que el debate sobre
comunicación y género elevara su estándar, planteando nuevos pisos
frente a la vulneración de derechos. (Ver más en ¿Por qué defendemos la Ley de Medios quienes nos dedicamos a comunicación y género?)
“Los derechos no se mendigan, se conquistan”
La frase es de Julieta Lanteri, la primera mujer en ingresar en la
carrera de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, la primera en
votar en el país y Sudamérica a pesar de que nos lo tenían prohibido,
integrante del Partido Socialista junto a Alicia Moreau de Justo y
fundadora del Partido Feminista Nacional, una alternativa política no
retomada.
A las mujeres las necesitamos en todas las arenas de la política
partidaria, en las organizaciones de la sociedad civil, produciendo
contenidos mediáticos y siendo líderes de opinión, en las calles y en
los barrios bajo las banderas históricas del movimiento y los feminismos
en una época de creciente sensibilización social con la problemática de
las violencias machistas. Aunque aún persisten desafíos en el país en el que una mujer fue presidenta electa por dos mandatos consecutivos.
La participación equitativa de las mujeres en los puestos de toma de
decisiones está pendiente; sobreviven estereotipos negativos y misoginia
producto de la cultura patriarcal, falta de compromiso de parte de los
partidos y movimientos políticos para garantizar los cupos, omisión de
capacitar a candidatas en los asuntos públicos, ausencia de leyes de
adecuación de los ámbitos de las políticas públicas para el ejercicio
del poder, discriminación y violencias –sobre todo simbólica- contra las
políticas de parte de sus colegas varones u hostigamiento de la prensa
hegemónica, son solo algunas de las barreras a vencer.
Pero también coexisten certezas en una transición de paradigmas.
Ante la amenaza de un Estado ausente en políticas de seguridad social y
lucha contra la desigualdad económica y redistribución de las riquezas,
las mujeres estarán empoderadas en la sociedad civil. Ante un
funcionariado que se presenta inexperto o puesto al servicio de
intereses privados, estará el movimiento de mujeres y feminista al pie,
para exigir la defensa, el reconocimiento y el avance de los derechos
históricos que corresponden a las mujeres.
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