Celebramos los 50 años del movimiento
estudiantil-popular de 1968. Un movimiento que es mucho más que un
recuerdo en la sociedad y la política del país. No obstante el tiempo
transcurrido desde entonces, el 2 de octubre de cada año, miles de
jóvenes toman las calles de Ciudad de México para conmemorar la
masacre del 2 de octubre. Los 43 estudiantes de Ayotzinapa
desaparecidos en 2014 en Iguala se preparaban para asistir a esa
manifestación.
El movimiento fue un parteaguas en la historia contemporánea del
país. Su influencia persiste en todos los ámbitos de la vida política y
rebasa, por mucho, el recordatorio ritual a los mártires de la matanza
de Tlaltelolco o a las demandas no satisfechas de esclarecimiento
público de los hechos y castigo a los responsables de la matanza.
El 1968 mexicano fue un relámpago que iluminó la oscuridad del
autoritarismo gubernamental. Ese relámpago mostró masivamente que la pax
social priísta era un mito sostenido por la cárcel, el destierro y el
asesinato. Ese relámpago alumbró a gigantes cívicos y literarios como
José Revueltas, y proporcionó que se le diera un reconocimiento masivo
hasta entonces escamoteado. De paso, sacó del olvido de las cárceles
en las que se encontraban a presos políticos, como Demetrio Vallejo y
Valentín Campa.
A 50 años de distancia, Francisco Pérez Arce hace la crónica de aquel relámpago.
Rayo en cielo tranquilose llama su primer capítulo. Lo hace en un momento de peligro. Dice Walter Benjamin que
articular históricamente el pasado no significa conocerlo como verdaderamente ha sido. Significa adueñarse de un recuerdo tal como éste relampaguea en un instante de peligro. Así lo hace Caramba y zamba la cosa. El 68 vuelto a contar.
Francisco Pérez Arce es un economista especializado en la historia
social de las cinco décadas recientes del México de abajo, que, además,
escribe novelas. Sus crónicas y trabajos de ficción recrean con
magnifico oficio la atmósfera social y política de las luchas populares
durante el pasado medio siglo.
Adicionalmente a su trayectoria dentro de la academia como
historiador (fue director del Departamento de Estudios Históricos del
INAH) o de su vocación como novelista, Paco Ceja –como le llaman
cariñosamente sus amigos– fue, a lo largo de más de tres décadas, asesor
y organizador de movimientos campesinos y sindicales, asiduo e
incansable acompañante de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación, activo participante en las luchas por democratizar el país y
participante directo en la administración pública durante el gobierno
de Cuauhtémoc Cárdenas en el entonces Distrito Federal.
Francisco fue también promotor de proyectos periodísticos de difusión
de las luchas obreras y populares. Participó activamente en la
elaboración y distribución de La Causa del Pueblo, Trabajadores en Lucha e Información Obrera. Ha colaborado con los suplementos
México en la Cultura, de Siempre! y
La Jornada Semanal, con los diarios La Jornada y El Universal y con las revistas Historias y Nexos.
La combinación de esta relación con las resistencias del mundo
subalterno, de una extraordinaria capacidad para escuchar y reproducir
el habla popular, de una amplia cultura literaria, y de su vocación como
educador de base, capaz de explicar con sencillez y concisión las
situaciones o los conceptos más complejos de las ciencias sociales, le
han permitido producir una obra muy poco común en el país. Sus libros
dan voz a quienes no la tienen, pero van mucho más allá de lo
estrictamente testimonial. De la misma manera en la que diversos
compositores utilizan la música popular como materia prima para elaborar
piezas de música clásica, Paco parte de los relatos del México de abajo
para elaborar narraciones literarias que reproducen el mundo obrero o
campesino. Novelas de ficción suyas como La Blanca, El Día de la Virgen o Xalostoc nos permiten aproximarnos al México profundo, mejor que muchos trabajos académicos.
Pérez Arce escribe poniendo en el centro la lucha contra el olvido y en favor de la memoria de las resistencias populares. El 68 vuelto a contar está
escrito justo en esta dirección. Crónica de un movimiento que abrió una
nueva época (tanto en México como en el mundo), apuesta por refrescar
la memoria y narrar lo que se ha contado de muchas maneras a lo largo de
cinco décadas, pero desde una nueva perspectiva en la que, lo central,
no es la represión gubernamental contra el movimiento (hecho que no
oculta ni pretende esconder), sino su espíritu rebelde y alegre.
Caramba y zamba la cosa nada contra la corriente de un
poderoso afán por revisar y cuestionar la importancia del movimiento del
68 en la democratización del país. Destilando amargura, incómodos por
el triunfo cultural del movimiento y por el papel que ha desempeñado en
el imaginario de sucesivas generaciones de activistas estudiantiles,
diversos autores se han propuesto tratar de
desmitificarla gesta libertaria. Sin que sea su propósito explícito, el libro de Pérez Arce responde con contundencia y eficacia a ese afán revisionista.
En dirección contraria al sinsabor que destilan los escritos de los nuevos detractores del movimiento, El 68 vuelto a contar ofrece
una visión fresca y optimista de esa etapa de la historia del país. Con
brevedad, de manera amena –y al mismo tiempo erudita–, ajena a
cualquier veleidad manualesca, responde al lector contándole todo lo que
alguna vez quiso saber y no se atrevía a preguntar.
Decía Walter Benjamin que sólo tiene derecho a encender en el pasado
la chispa de la esperanza aquel historiador traspasado por la idea de
que ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence.
Instalados en una época en la que ni siquiera los muertos del 68 están a
salvo, Caramba y zamba la cosa enciende la chispa de la esperanza. De esa clase de historiadores es Francisco Pérez Arce, con ese oficio está escrito su libro.
Twitter: @lhan55
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