Autor: José Reyez
El actual director del Cisen, Bazbaz, reunió la información de su anterior encargo –Inteligencia Financiera– con la del actual. Pero sus objetivos no parecen ser los del Estado mexicano sino los del grupo en el poder. Especialistas señalan al Centro como un organismo extraviado e incapaz. Incluso perdió la interlocución con dependencias homólogas de otros países
Durante los últimos 5 años, diversos
hechos trágicos han contribuido a alimentar la percepción de que las
labores de inteligencia para la prevención de riesgos en el país “no se
hacen, se hacen mal o a destiempo o incluso, se subordinan a intereses
que no corresponden con el interés colectivo”, advierte Juan José López
Gutiérrez en el análisis Consecuencias de desaparecer instituciones vitales: el caso del Centro de Investigación y Seguridad Nacional.
Y para colmo, subraya el catedrático del
Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México
(IIEAM), el nuevo cuerpo directivo del Cisen, con poco más de 2 meses en
el cargo, enfrenta múltiples señalamientos en el sentido de que se
aleja de su misión de “producir inteligencia estratégica para la toma de
decisiones, a fin de preservar la seguridad nacional, la gobernabilidad
y el estado de derecho”.
En su análisis, dice que si la
Secretaría de Gobernación y el propio Cisen ignoran esto y, por tanto,
no realizan ningún cambio, se requerirá de una estrategia de control de
daños, para sacar el tema de la agenda pública.
Y es que Eugenio Ímaz dejó un Cisen que
ya no le sirve a la nación, considera por su parte Guillermo Garduño,
catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien señala que
hoy es un organismo que, en vísperas de las campañas electorales por las
que se renovará el gobierno federal, es utilizado para favorecer los
intereses del grupo en el poder.
Garduño Valero apunta que el Cisen es un
órgano inútil tal como está y descabezado, “porque Ímaz se fue sin
avisar sólo porque renunció su jefe. No hay un proyecto de Estado,
pensado socialmente a conciencia, sino un organismo al servicio de estos
personajes que lo utilizaron para su proyecto de grupo”.
Señala que a partir del régimen de
Vicente Fox y hasta el de Peña Nieto, el Cisen ha sido un instrumento al
servicio del grupo en el poder. “El hecho de que Eugenio Ímaz haya
renunciado junto con Osorio Chong confirma que se trata de un proyecto
personal y no de servicio a la sociedad y el Estado, para la prevención
de riesgos y amenazas a la seguridad nacional”, acota.
Es decir, desde la extrema derecha con
Fox hasta el actual régimen, el papel del Cisen ha sido “terrible”,
inútil para el Estado que realmente necesita un órgano de inteligencia
cuya ausencia ha ocasionado que se cometan errores garrafales y la
pérdida de gobernabilidad en el país.
Apenas en febrero pasado, durante las
actividades de precampaña de los candidatos a la Presidencia de la
República, fue descubierto un agente del Cisen que supuestamente espiaba
al hoy candidato de la coalición formada por los partidos Acción
Nacional (PAN), de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento
Ciudadano, Ricardo Anaya.
Al respecto Garduño Valero señala que se
trató de una trama, porque Anaya sabía que era vigilado y el tipo que
lo seguía se identificó de inmediato. Anaya se prestó a esa enorme trama
para colocarse en un mejor lugar en las encuestas por la carrera
Presidencial. Fue un acto acordado. Lo peor es que, de ser
verdaderamente un órgano de inteligencia, Meade no estaría en tercer
lugar.
Resume que quienes hoy dirigen el Cisen
“están actuando con una perspectiva de régimen para conocer los
escenarios y reducir su incertidumbre frente a la elección presidencial
inmediata”, enfatiza el experto en seguridad nacional y Fuerzas Armadas.
El riesgo de continuar debilitando la
institución fundamental para el Estado mexicano es latente y puede
materializarse con decisiones radicales en coyunturas de cambio, lo cual
colocaría al Cisen nuevamente en un contexto de serios
cuestionamientos, no sólo externos, sino al más alto nivel al interior
de la administración pública federal, como ya ocurrió en el año 2000,
advierte, en su estudio, López Gutiérrez, maestro en ciencias políticas y
sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El principal cuestionamiento que han
enfrentado los servicios de inteligencia se refiere, de manera genérica a
que, al crearlos, mantenerlos o incrementar su presupuesto, no se busca
satisfacer los intereses del Estado, sino del grupo que se encuentra en
el ejercicio del poder, señala el también catedrático del Centro de
Estudios Superiores Navales (Cesnav).
En su análisis Consecuencias de desaparecer instituciones vitales: el caso del Centro de Investigación y Seguridad Nacional,
alerta de que el riesgo de la desaparición del Cisen significaría para
el país un debilitamiento inmediato en el flujo de información que
alimenta la Agenda Nacional de Riesgos, establecida en el Artículo 7 de la Ley de Seguridad Nacional.
“La eliminación del Cisen incrementaría
exponencialmente las posibilidades de que esos riesgos no sean
detectados, no sean atendidos y se conviertan en tragedias. Y en
términos operativos, disminuiría alarmantemente la capacidad
institucional para desarrollar trabajo de prevención y mitigación, lo
que podría costar vidas, y el patrimonio de muchos mexicanos”, enfatiza
López Gutiérrez.
Además, agrega que los organismos
internacionales que desarrollan labores de inteligencia perderían
interlocución con México, retrasando o incluso cancelando el intercambio
de información estratégica en materia de seguridad internacional, con
el consiguiente impacto en el ámbito nacional.
El catedrático del IIEAM refiere una
serie de hechos trágicos que han sacudido la agenda nacional, donde no
se visualiza una labor de inteligencia que permitiera mitigar los
riesgos, y que ponen en entredicho si el Cisen está cumpliendo de manera
adecuada con su mandato.
En concreto, enumera la masacre de 72
migrantes centroamericanos en el municipio de San Fernando, Tamaulipas;
tortura y asesinato de 193 personas descubiertas en 47 fosas
clandestinas, en el mismo municipio; el asesinato de 60 pobladores en
Allende, Coahuila, por comandos armados que tomaron la comunidad;
secuestro y desaparición de 43 estudiantes de la normal rural Isidro
Burgos de Ayotzinapa, Guerrero.
“Ante estos hechos, la percepción de la
población es que el Cisen no está realizando de manera adecuada sus
actividades de inteligencia, en el ámbito de prevención y mitigación de
riesgos, por lo que los mismos se han convertido en tragedias”, subraya
el experto en inteligencia.
A ello se suma el espionaje que reveló el diario The New York Times
en el que estarían involucradas agencias del gobierno mexicano que
espían a periodistas, activistas de derechos humanos, expertos
anticorrupción e, incluso, a sus familiares, mediante la infiltración de
teléfonos “inteligentes” utilizando un software (Pegasus), del
fabricante israelí NSO Group, que sólo vende a instituciones de
gobierno (y únicamente para combatir delincuentes y terroristas) entre
ellas, el Cisen.
“Este lamentable incidente es un claro
ejemplo de la posibilidad real de que una institución de inteligencia
puede apartarse de su mandato, consistente en recabar inteligencia sólo
de aquellos que representan una amenaza a la seguridad pública o
nacional”, argumenta el catedrático del Cesnav.
Refiere que en muchos países con
tradición democrática, o incluso en aquellos donde ésta no se encuentra
tan arraigada, no se plantea la desaparición de los órganos de
inteligencia para enfrentar estos cuestionamientos, sino que se reconoce
su aportación estratégica para la estabilidad del Estado.
Peña Nieto, devastar instituciones
La administración de Peña Nieto se caracterizó por devastar instituciones y las de seguridad nacional y el Cisen no fue la excepción, apunta por su parte el senador Humberto Fernández Fuentes, miembro de la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional. “Al final del sexenio no tenemos un Estado más sólido ni más seguro, y no hubo un planteamiento de seguridad nacional ni de seguridad pública”, acota.
En entrevista con Contralínea,
el legislador considera que hoy el país es más vulnerable que nunca, y
cuestiona decisiones políticas en la que no se tomó en cuenta el riesgo
que correría la nación, como la reforma energética. “Las políticas
llevadas a cabo por Peña Nieto hoy tienen como consecuencia que el país
tenga que importar el 71 por ciento de las gasolinas que se consumen”,
indica.
Otra vulnerabilidad que observa
Fernández Fuentes es la del internet, en la que el gobierno no tiene
idea siquiera de cómo proteger la soberanía nacional. “La mayoría de los
países han tomado precauciones para no depender en sus transacciones
económicas o sociales de una potencia extranjera. Nosotros no tenemos
nada de eso. Si un día se da algún tipo de bloqueo, no tendremos ninguna
capacidad de respuesta”.
Asimismo, otro gran riesgo del Estado
mexicano que, lejos de combatirse en este sexenio se alimentó, es el de
la corrupción. “No se avanzó nada en su combate. Por el contrario, se
avanzó en la impunidad y en que este grupúsculo que gobierna confundió
el patrimonio de Estado mexicano con sus intereses particulares”,
resalta el senador.
El Cisen al margen de la ley desde su creación
En México el mandato y atribuciones del
Cisen se establecen en la Ley de Seguridad Nacional y sus principales
actividades consisten en identificar los riesgos que enfrenta la
seguridad nacional y generar inteligencia sobre aquellos factores que
constituyan riesgos y amenazas para el Estado mexicano.
Sin embargo, desde su creación en
febrero de 1989 y por la naturaleza de sus actividades, el Cisen ha sido
cuestionado sobre su misión, sus protocolos de actuación e, incluso,
sobre la continuidad de la propia institución, como “referente
indispensable de inteligencia estratégica del Estado, para la toma de
decisiones en materia de Seguridad Nacional”, argumenta Juan José López
Gutiérrez.
Explica que en el sexenio de Vicente Fox
(2000-2006), el Centro de Investigación y Seguridad Nacional enfrentó
un primer intento de desaparición, al cuestionarse sus actividades y
señalarse que, en lugar de servir al Estado, procurando su estabilidad y
permanencia, estaba dedicado a espiar adversarios del presidente de la
República.
Durante ese periodo, el Cisen sufrió un
grave desmantelamiento que lo debilitó en extremo. A través de un
decreto presidencial, publicado en el Diario Oficial de la Federación
el 8 de enero de 2002, se creó el Consejo de Seguridad Nacional, en
sustitución del gabinete de seguridad nacional, y se creó la figura de
consejero de seguridad nacional, a cargo de Adolfo Aguilar Zínzer, quien
en la práctica sustituyó al director del Cisen.
Parte de este diagnóstico negativo para
el Cisen –considera López Gutiérrez–, se alimentó al descubrirse una red
de espionaje ilegal en el Estado de México, hecho que, si bien no
involucró directamente al organismo, sí reforzó la percepción de que las
actividades de inteligencia desarrolladas internamente en el país se
encontraban fuera de control.
En 2001 –continúa el catedrático del
Cesnav–, la PGR desarticuló una red de espionaje ilegal en la entidad
mexiquense, que operaba desde 1994. Nunca se aclaró a cabalidad si esta
red de espionaje era parte del Cisen o, si no siéndolo, qué actividades
desarrolló esta institución para su detección y posterior
neutralización, como parte de sus labores sustantivas.
El grupo desarticulado operó durante 7
años al margen de la ley, utilizando sofisticados equipos de
comunicación para realizar escuchas e intervenciones telefónicas sin
ninguna restricción. El hallazgo de esta red de espionaje coincidió con
la llegada de Eduardo Medina Mora a la dirección del Cisen, quien
anunció que las actividades de escuchas telefónicas y espionaje habían
terminado.
Al iniciar el sexenio de Felipe Calderón
(2006-2012), el Cisen experimentó un relanzamiento al incrementar su
presupuesto de manera importante, a través de la partida de seguridad
nacional, y de manera externa, también recibió un apoyo sustancial de
las agencias del gobierno estadounidense, para dar forma a la
“Iniciativa Mérida”.
“Este apoyo otorgado al Cisen en el
ámbito interno y externo, le permitió en el corto plazo aumentar su
capacidad para obtener y compartir información con sus contrapartes de
otros países, principalmente con Estados Unidos”, señala López
Gutiérrez.
Sin embargo, subraya que durante el
sexenio de Enrique Peña Nieto, el Cisen ha fracasado en su misión de ser
el órgano coordinador permanente, para “generar inteligencia
estratégica, táctica y operativa que permita preservar la integridad,
estabilidad y permanencia del Estado Mexicano”, a pesar de los enormes
recursos de que ha dispuesto, de más de 31 mil millones de pesos.
Así, dice, al final del periodo de Peña
Nieto, el Cisen, “al perder internacionalmente la interlocución con
dependencias homólogas en todo el mundo e internamente, y al debilitarse
el intercambio de información con diversas áreas de inteligencia civil y
militar de la administración pública federal”, está en riesgo de
desaparecer.
Inteligencia para la seguridad nacional
En los últimos 30 años se han soslayado
los temas de seguridad nacional, poniendo incluso en una situación
inestable al propio presidente de la República, al no tener un mecanismo
que genere acciones inmediatas sobre riesgos y amenazas, que
corresponde al Cisen, argumenta por su parte el doctor en Ciencias
Políticas por la UNAM, Emilio Vizarretea Rosales.
El experto en seguridad nacional destaca
en entrevista que no se puede seguir actuando en temas tan complejos
con políticas gubernamentales sexenales, cuando lo que se necesita son
políticas de Estado de largo plazo.
Resalta que los temas de la Agenda Nacional de Riesgos
se globalizaron, “pero los problemas locales se mantuvieron, y quedaron
en el sótano temas tan graves como la pobreza, el subdesarrollo, la
desigualdad y otros que emergen con la propia evolución de los
acontecimientos políticos y sociales, como la corrupción y la
impunidad”, subraya.
Por su parte, López Gutiérrez explica
que los servicios de inteligencia responden a distintas instituciones
cuya jerarquía es mayor, y no responden a un solo funcionario, ni a una
sola agenda, ya que ésta varía de acuerdo a los intereses, capacidad y
legislación de cada país.
Las actividades de los servicios de
inteligencia “se desarrollan de manera encubierta, con mandatos y
alcances clasificados como confidenciales e incluso, con actividades de
tipo secreto. No hay Estado sin inteligencia, porque ésta es un
instrumento que permite su subsistencia”, anota.
De tal manera que, dice el catedrático
del Cesnav, un elemento clave para articular los principios generales
del Estado con la política y la estrategia de seguridad nacional es el
funcionamiento de los servicios de inteligencia.
En este contexto, indica que la
importancia del Cisen radica en que su labor es recolectar y procesar
información sensible que permita producir inteligencia estratégica para
la toma de decisiones, a fin de preservar la seguridad nacional, la
gobernabilidad y el estado de derecho.
“Esto no solo incluye la creación de una
nueva agenda de riesgos en materia de seguridad pública, sino también
en la prevención de riesgos ambientales, de epidemias, riesgos
económicos, estructurales, desastres naturales, relacionados con el
desarrollo social, entre otros.”
Para Guillermo Garduño crear un órgano
de inteligencia requiere de una base social de la que carece el Cisen,
para que sirva a la sociedad y asegurar su permanencia. “Ni siquiera es
un órgano de espionaje, es un organismo totalmente que abandonó las
funciones para las que fue creado. Un órgano de inteligencia es
participativo, tiene capacidad, sabe cómo recabar información y
aprovecharla, cómo negociar, etcétera”.
Finalmente, el experto en seguridad
nacional considera que Alberto Bazbaz llega al Cisen para cerrar el
régimen, porque la institución ha recibido enormes recursos gastados de
forma discrecional, sin que haya comprobación de gastos ni rendición de
cuentas.
José Réyez
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: SEGURIDAD]
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