Este artículo es parte de la cobertura de IPS sobre el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, que este año tiene como tema: “Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres”.
Por Mario Osava
Cheila Patricia Souza, participante en la Ocupación São João 588, de un antiguo hotel convertido en vivienda para 80 familias, delante del mural con las fotos de los protagonistas de la lucha por tener un hogar propio, en el centro de la ciudad brasileña de São Paulo. La mayoría, como en batallas similares, son mujeres. Crédito: Mario Osava/IPS
RÍO DE JANEIRO/SÃO PAULO, 5 mar 2018 (IPS) - “Acá empoderamos a las mujeres y no toleramos la violencia doméstica, que tratamos como cuestión nuestra, no intrafamiliar”, destaca Lurdinha Lopes, una lideresa del movimiento por la vivienda popular en Brasil.
A ella le gusta subrayar cuales son las normas de la Carta de Principios que rige la Ocupación Manoel Congo, mediante la cual se aseguró la vivienda digna a 42 familias pobres, en el corazón de la ciudad de Río de Janeiro.
Otras reglas fomentan la escolaridad de la niñez y prohíben drogas y bebidas alcohólicas en los corredores y áreas comunes del edificio de 10 pisos ocupado, contó a IPS en el lugar. Entre los más de 120 residentes, hay 27 niños y niñas.
Las mujeres constituyen la inmensa la mayoría y “cerca de 90 por ciento de los titulares” de los apartamentos en que viven, tras la ocupación promovida en 2007 por el Movimiento Nacional de Lucha por Vivienda (MNLM, en portugués).
“Algunas de esas mujeres vinieron huyendo de agresiones de sus excompañeros”, otras volvieron a estudiar, observó Lopes, una de las activistas urbanas que este año son protagonistas del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo. ONU Mujeres estableció que este año la jornada se concentre en el tema: “Ahora es el momento: las activistas rurales y urbanas transforman la vida de las mujeres”.
Río de Janeiro es menos que conocida que São Paulo por los grupos que toman posesión de inmuebles sin uso por largo tiempo, como una alternativa para la población sin techo en Brasil. El movimiento se justifica por un principio incluido en la Constitución brasileña de 1988, que establece que toda propiedad debe cumplir una función social.
“En Río de Janeiro sí hay una tradición de ocupaciones, pero poco visibles por ocurrir fuera del centro”, matizó Lopes, coordinadora local del MNLM, un movimiento con muy alto activismo femenino.
La Ocupación Manoel Congo, que homenajea el líder de una rebelión de esclavos negros en 1838, es un hito por su éxito en asentar familias pobres en el centro del poder. El edificio está pegado a la sede de la Cámara (concejo) Municipal, a 30 metros de Plaza Cinelandia, local de las mayores manifestaciones políticas de la ciudad.
“Es un milagro conquistar un lugar en el corredor del capital”, definió Elizete Napoleão, integrante de la coordinación nacional del MNLM y compañera de Lopes en la conducción del grupo carioca.
El edificio pertenecía al estatal Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS), responsable de las jubilaciones, pensiones y otros beneficios de los trabajadores del sector privado.
Sus 42 apartamentos están reformados y con todas las comodidades. Solo falta reconstruir la planta baja, que Lopes cree que estará lista “en un mes más o mes y medio”.
Elizete Napoleão (Izquierda) y Lurdinha Lopes, coordinadoras del Movimiento Nacional de Lucha por la Vivienda de Brasil, que lideran la Ocupación Manoel Congo, que brindó un hogar a 42 familias pobres en el pleno centro de Río de Janeiro. Crédito: Mario Osava/IPS
Es el resultado de una larga batalla que incluyó numerosas marchas callejeras, invasiones de la sede de Caja Económica Federal, el banco estatal del área social, y del mismo INSS.
Luego de ocupar el inmueble y obtener su posesión para fines de vivienda social, resistiendo presiones y órdenes de desalojo, la odisea del movimiento fue conseguir financiamiento para reformar el edificio y adaptarlo a vivienda.
En 2007 la coyuntura política era favorable. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores, iniciaba su segundo mandato consecutivo y dos años después lanzaría el programa Mi Casa Mi Vida, un nuevo intento de reducir el déficit habitacional en Brasil, actualmente estimado en seis millones de unidades.
Buscar alternativas en los inmuebles vacíos en el centro o barrios céntricos de las grandes ciudades es una orientación del MNLM y de movimientos similares.
“Entre la zona portuaria y el centro de Rio de Janeiro hay dos o tres centenares de edificios sin uso”, estimó Napoleão a IPS.
En el centro están accesibles los servicios, escuelas, hospitales, los empleos y los mejores lugares para el comercio callejero, apuntó Lopes.
Mientras, en la periferia de Río de Janeiro, hacia donde el poder económico y político trata de expulsar los pobres, hay el dominio del narcotráfico y las milicias, bandas armadas encabezadas por expolicías, que controlan servicios y exigen pagos mensuales a los comerciantes para “garantizarles” seguridad .
Rn São Paulo, también ellas
Repoblar el centro ayuda a revitalizar esa parte histórica y deteriorada de las grandes ciudades en Brasil, sostuvo Antonia Ferreira Nascimento, una coordinadora del Movimiento Sin Techo por la Reforma Urbana en São Paulo.
Su grupo ocupó en 2010 el tradicional Hotel Columbia, en la Avenida São João, uno de los símbolos centrales de la sureña megalópolis. De las ochenta familias acomodadas en las antiguas habitaciones, “70 por ciento son encabezadas por mujeres”, estimó Ferreira, casada con tres hijos y desde hace 24 años dedicada a la lucha de los sin techo.
“Nuestro objetivo no es la vivienda en sí misma, sino denunciar el déficit habitacional, reclamar políticas públicas, asegurar derechos, salud y educación a la gente”, explicó a IPS durante una visita a la edificación, justificando la reforma urbana en el nombre de su organización.
Fachada del edificio ocupado por 42 familias sin techo desde 2007 en Río de Janeiro. Además de vivienda a bajo costo, sus residentes celebran haber escapado de la periferia de la ciudad brasileña, a merced de la violencia del narcotráfico y de bandas parapoliciales. Ahora disponen de todos los servicios, escuelas cercanas y mejores trabajos. Crédito: Mario Osava/IPS
Ella estima que el llamado “centro ampliado” de São Paulo posee 20.000 unidades habitaciones disponibles, que por estar vacías hace años pueden expropiarse por el poder público y atender así “al interés social” de ofrecer vivienda a los que necesitan.
Nazaré Brasil, pintora, fomenta la vida cultural en la nueva comunidad y su unidad es ejemplo de cómo adaptar una simple habitación hotelera en un cómodo apartamento donde viven ella y su madre ya anciana.
Por su iniciativa, la ocupación recibe a veces artistas y activistas que se quedan allí algunas semanas para vivir la experiencia y, eventualmente, reflejarla en arte o artículos de divulgación.
Una experiencia más numerosa y más sufrida es la llamada Ocupación Mauá, también de un hotel cerca de la estación ferroviaria da Luz, en que 237 familias tuvieron que vivir 10 años bajo amenazas de desalojo para finalmente, en noviembre de 2017, tener garantizada la vivienda.
La alcaldía acordó con el antiguo propietario la compra del edificio de seis pisos y tres alas en forma de U, para destinarlo a las familias ocupantes. Encabezó la persistente acción Ivanete Araujo, del Movimiento por Vivienda en la Lucha por Justicia.
Los grupos activistas en São Paulo suman decenas, pero buena parte se articulan en el Frente de Lucha por Vivienda (FLM, en portugués), que en octubre de 2017 promovió una ofensiva, con la ocupación de ocho inmuebles en el centro y alrededores de São Paulo, movilizando a 620 familias sin techo.
Gran parte de ese movimiento tiene lideresas al frente. Las mujeres son las principales víctimas del déficit habitacional y las principales interesadas en políticas públicas del sector.
Felicia Mendes, con 40 años de activismo, coordina el FLM en la zona Sur de São Paulo.
Actualmente encabeza la lucha por obtener tierras donde asentar 868 familias viviendo en condiciones precarias en la llamada Ocupación Parque del Ingenio, en realidad un campamento de casuchas de madera en Capão Redondo, un barrio de casi 300.000 habitantes en el extremo sur de la ciudad paulista.
Ella logró su vivienda en una ocupación anterior, la de Chácara do Conde, también en el sur, pero menos periférico que Capão Redondo.
“Además de vivienda, hace falta ofrecer condiciones de producción a la gente”, sentenció la activista que “huyó de casa a los 17 años”, vivió en varios estados brasileños, tuvo “el privilegio de estudiar teatro” y perdió el marido por dedicarse a la lucha por la vivienda, pero mantiene su “compromiso” con los sin techo.
Editado por Estrella Gutiérrez
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