CRÓNICA
El campamento masculino en el Encuentro Mujeres que luchan
Para
llegar al Municipio Autónomo “17 de noviembre”, perteneciente al
Caracol IV Morelia, en el estado de Chiapas, muchas mujeres y hombres
recorrieron más de 40 horas en autobús. Ellos asistían como
acompañantes, y ellas se darían cita en el “Primer Encuentro
Internacional Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que
Luchan” que se realizó del 8 al 10 de marzo.
La convocatoria era clara: “Si eres hombre, de balde estás escuchando
o leyendo esto porque no estás invitado”. “Si te quiere acompañar un
varón mayor de 16 años, ahí lo veas, pero de la cocina no pasa. Aunque
tal vez ahí algo alcanza a ver y a escuchar, y algo aprende”.
Al llegar a las puertas de acceso al encuentro, otro letrero en una lona amarilla advertía: “Hombres no entran”.
A cuentagotas iban llegando acompañantes de las mujeres en camiones,
colectivos, taxis y autos particulares. En el área designada para los
hombres ya se encontraban algunos montando su casa de campaña. Para las
tres de la tarde del 7 de marzo ya había una veintena de “aliados” como
se autonombran.
La confusión y la duda incrementaba en el campamento, algunos se
preguntaban entre sí ¿Cuándo nos dejarán entrar para “ayudar” en la
cocina? ¿Dónde vamos a cocinar? Desconcertados, sólo les quedó esperar a
que alguien solicitara su ayuda, para algo. Aún no sabían su papel en
este Encuentro, tal vez muchos se fueron sin saberlo.
CIMACFoto: César Martínez López
Ya entrada la noche llegaron más camiones, uno tras otro, al tiempo
que pobladores de la comunidad ofrecían tamales, empanadas, café, arroz
con leche. Un hombre gritaba “llegaron los tamales… de a seis, de a
seis” y más tardó en abrir la bolsa que en venderlos. Y es que la zona
para hombres estaba cerca del estacionamiento, lo que hizo que las
participantes del Encuentro, al llegar exhaustas luego de un viaje de
más de 30 horas, decidieran cenar antes de registrarse.
DÍA 1: 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer
Los primeros rayos del sol iluminaban las montañas zapatistas y a la
par, en el sonido local, sonaron las mañanitas. Al terminar, la voz de
una mujer enunció ¡“bienvenidas mujeres del mundo”! en respuesta, un
grito masivo de alegría de miles de mujeres retumbó hasta las tiendas de
campaña del campamento de hombres.
El eco de ese grito hizo que varios hombres salieran de sus tiendas
de campaña, sólo escuchando, sólo mirando, tal vez preguntándose cuál
sería su papel en este hecho histórico en el que por vez primera no
serían los protagonistas.
EL “MOMENTO” LLEGÓ
Ya para medio día había poco más de 60 hombres en el campamento.
Provenientes de diferentes estados de la República y países. Había de
Chiapas, Ciudad de México, Coahuila, Colima, Estado de México, Jalisco,
Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí; también
de Argentina, Bélgica, Canadá, Chile, Colombia, Cuba, España, Estados
Unidos, Finlandia, Francia, Italia, País Vasco, Suiza y Uruguay.
Muchos de ellos “mochileros”, o viajeros nómadas como también se les conoce, que acompañaron a las mujeres al Encuentro.
Al campamento llegaron dos mujeres zapatistas: -“Compañeros, queremos
hacerles una petición. Siguen llegando hombres y no tienen tienda de
campaña, les pedimos quienes sí la tienen, la muevan a la orilla para
que ellos queden en medio y se cubran un poco el frío”.
Mientras algunos asentían con la cabeza, otros levantaban la mano
para pedir la palabra. El primero preguntó “¿Compañera, cuándo nos
dejarán entrar para apoyar, nos dijeron que haríamos labores de cocina,
limpieza?” Otro agregó “¿Dónde están las regaderas? ¿Dónde podemos tomar
agua?”
La mujer zapatista con voz firme les contestó: - “ya tenemos cubierta
la parte de la cocina, la limpieza, todo. Por ahora no necesitamos
apoyo, compañero. De las regaderas vamos a preguntar. Sólo les pedimos
hagan espacio para sus compañeros”-.
- “Ni modo, yo estaba dispuesto a ayudar”- se alcanzó a escuchar una
voz a lo lejos. Sin embargo, un adulto mayor, con voz fuerte dijo:
- “Compañeros, aprovechando que las compañeras zapatistas lograron
reunirnos, quisiera proponer, bueno, primero me presento, soy Francisco
Reyes, Concejal del Congreso Indígena de Gobierno. Me gustaría que ya
estando reunidos pudiéramos platicar entre nosotros sobre lo que nos
trae aquí, yo quisiera hablarles un poco sobre el proceso zapatista, de
Marichuy, claro, si ustedes lo desean”-.
La mayoría aprobó la idea. Se sumaron más propuestas. Entre las
inquietudes salieron varias cosas, desde que un “compa” argentino lavó
las letrinas porque estaban muy sucias, hasta el tema de la basura.
-“Hay que recoger la basura compas, no es posible que si nos ofrecieron
este espacio, les dejemos un basurero”-.
Todos voltearon a su alrededor sólo para confirmar el hecho, pero nadie levantó un solo papel.
Otra propuesta se escuchaba: -“también propongo que ya estando aquí
hablemos de nosotros. Aprovechemos el tiempo ya que no nos requieren
allá”-.
La propuesta generó un silencio total. Para no provocar más
incertidumbre el Concejal propuso hacer una Asamblea, presentarse, de
dónde venían, a qué venían.
Uno por uno se fueron presentando. Algunos se retiraron a recostar
cerca de su tienda de campaña, a mirar la montaña. Luego de la ronda de
presentación algunos levantaron la mano para plantear temas y grupos de
trabajo: pareja, amigos, cuestiones personales, trabajo, sexualidad,
conciliación, cuerpo, casa, formación, lenguaje, contexto, difusión,
fueron los temas a platicar.
CIMACFoto: César Martínez López
La consigna antes de iniciar las pláticas era: “Mirémonos en el
espejo, ya estamos aquí compañeros, aprovechemos el espacio,
reconozcamos que somos hombres con privilegios y busquemos entre
nosotros la forma de romper con ello”.
Alguien más aprovechó la oportunidad y propuso: - “Compañeros, qué
les parece que además de lo que hablemos, redactamos una carta y se las
hacemos llegar a las compañeras del Encuentro. Decirles que estamos con
ellas, que las acompañamos, que estamos afuera a la expectativa de lo
que resuelvan allá adentro.
Aún no terminaba de hablar y varios ya tenían alzada la mano.
- “Amigo ¿en verdad crees que están pensando cómo la estamos pasando
acá afuera? ¿Crees que van a hacer un espacio en sus actividades para
leer una carta redactada por hombres? No les interesa lo que hagamos
nosotros, mucho menos están esperando una carta de nosotros”-.
- “Ellas están hartas de que los hombres robemos espacios, que seamos
los protagonistas. Dejémoslo así, nada de cartas ni mensajes”, decía
alguien más.
En los equipos las conversaciones se alargaban, otros grupos
terminaban en el tiempo estipulado y comenzaban a prender una fogata,
sonaban los primeros acordes del “compa” que trae la guitarra y otro los
tambores. Los equipos que daban por terminada la discusión, se
acercaban al fuego. Así, simple y llanamente se “decidía” continuar con
la Asamblea al día siguiente “a las 9, no, mejor a las 10 de la mañana”.
DÍA 2: LA COSTUMBRE DEL PROTAGONISMO
Mientras algunos esperaban la Asamblea, un grupo de casi 40 hombres
comenzaba a recoger algunas pertenencias de su tienda de campaña y
caminar rumbo a la carretera. Permeaba el desconcierto, y enseguida se
difundió la noticia.
-“Ayer, fuimos 10 compas al Caracol que está más adelante y los
zapatistas nos dejaron bañar, hoy nos dan chance de regresar a darnos un
regaderazo, conocer los murales, y ya de paso podemos echar la
‘cáscara’”.
Nadie se opuso, pero la Asamblea organizada para las 10 de la mañana
se recorrió para las 3 de la tarde. Mientras unos se iban, otros se
quedaron a platicar entre ellos.
- ¿Ha venido tu compañera al campamento?
- Sí, vino ayer, me dijo que está muy contenta de estar allá, que se
respira libertad, sin ningún hombre que las esté acosando. A ti ¿te han
venido a ver?
- No, no sé nada, tal vez sea por eso que no vienen.
Eran casi las 2 de la tarde y empezaban a regresar de “echar la
cáscara”. Para la hora de la comida, algunas mujeres acudieron al
campamento a compartir la comida con sus compañeros.
Un grupo de cuatro hombres, arriba de los 45 años, que se la pasaron
bajo la sombra, sentados, con los brazos cruzados, sólo mirando pasar a
la gente aprovecharon para hacer “chistes” a sus compañeras:
- “¿Ya pidieron la comida?” -les pregunta una mujer a sus compañeros-.
- “No te me enojes mi chaparrita cuerpo de uva… ¡ah no! eso ya no
está permitido ¿“verdá”? ¿o sí?… ¿nos van a dar un manual de qué piropos
sí podemos decirles?
Acto seguido, toma el gafete color rojo de su compañera y dice a los demás:
- “Como en el fútbol. Me van a sacar la tarjeta roja por andar diciendo esas cosas”. Los tres hombres que lo acompañan se ríen.
Una hora y media después se escuchaban chiflidos y voces que
gritaban: “compas, ya vamos a empezar, acérquense”. Para ese momento se
juntaron cerca de 70 hombres. Uno de ellos tomó la palabra “Tenemos un
acuerdo, son pocos días. No nos comprometimos, quedamos a las 10. Son
casi las 4 de la tarde”. El comentario terminó siendo regaño. Nadie dijo
nada.
La discusión se centró en la propuesta de un participante:
- “Compañeros, les propongo que recopilemos las reflexiones y hagamos
un pronunciamiento”. Sólo un par lo secundaron, enseguida otros
levantaron la mano.
- “Yo no me imagino un manifiesto, un pronunciamiento o algo por el
estilo. Es un Encuentro de Mujeres, te imaginas si publicamos un texto,
cómo lo van a tomar los medios, las mismas compañeras, la idea es dejar
de ser protagonistas. Quitemos de la cabeza ese pensamiento”, afirmaba
un joven que no pasaba de los 25 años.
Otros continuaron: “Yo más bien creo que valdría la pena juntar todas
las reflexiones, hacer una comisión que redacte un texto y nos lo
rolemos. Uso personal, nada público, estamos acá y han salido ideas que
podemos seguir trabajando desde nuestros espacios, pero siempre en lo
individual, nada de protagonismos. No le demos más herramientas al
patriarcado”.
Votemos y lo que diga la mayoría, se mencionó, pero el Concejal
rechazó la idea de votación y propuso seguir un principio zapatista que
también es usado por las feministas: “Convencer y no vencer”. Con ese
argumento, la propuesta del pronunciamiento no trascendió.
Con ese acuerdo concluyó el día. Nuevamente se hizo una fogata.
Cerca de medianoche un grupo de zapatistas se acercó a la fogata. Uno
de ellos señaló a un joven. Lo llamaron y lo separaron del grupo que
permanecía cerca del fuego. Lo cuestionaron de consumir droga. Al
principio lo negó, sin embargo, aceptó su acción. Los insurgentes sólo
le llamaron la atención y le pidieron no volver a hacerlo en espacios
autónomos, de otra forma sería expulsado.
Y es que desde la “Ampliación de la Ley Revolucionaria de Mujeres
Zapatistas”, acordada justamente en una Asamblea preparatoria para las
actividades del Día Internacional de la Mujer en el año de 1996, quedó
expresamente prohibido el uso de cualquier sustancia adictiva. “Se
prohíbe estrictamente la siembra, el cultivo y el consumo de drogas,
mariguana, amapola, cocaína, en nuestros cuerpos porque somos las
mujeres las que más sufrimos las consecuencias de este vicio”.
Prohibir el consumo de bebidas alcohólicas y drogas fue una decisión
colectiva. Las Asambleas de mujeres y hombres, de jóvenes y adultos
mayores, fueron quienes definieron las Leyes Revolucionarias Zapatistas.
CIMACFoto: César Martínez López
DÍA 3: EL CIERRE Y “EL BAILONGO”
Ya para el último día los temas que cobraron más interés fueron los relacionados a la sexualidad, el cuerpo y el lenguaje.
Como en el primer día, los cuestionamientos permeaban el ambiente.
-“Dicen que nos dejarán entrar para el cierre. Que va a haber
‘bailongo’”. Algunos se emocionaron. No querían dejar pasar la
oportunidad de “sentirse” parte de esta historia, la que sería contada
solo por mujeres.
Para el cierre, los cerca de 70 hombres compartieron los últimos
comentarios, además de “rolar” una lista de contactos para poder
compartir por medio de internet lecturas, ideas, propuestas y todo lo
que aporte para seguir dándole seguimiento a este esbozo de ideas.
De pronto alguien dijo por ahí: - “Ya está confirmado, sí nos dejarán entrar para el cierre”.
Enseguida las opiniones se dividieron:
- “A mí sí me gustaría entrar pero me sentiría más cómodo si vinieran a invitarnos”.
- “¿Tú te crees que van a venir por ti a llevarte de la mano? Hermano, no nos necesitan, están súper felices allá”-.
- “Bueno, tal vez podríamos ir a la puerta”-, insistía.
- “Estarás en las rejas esperando que te abran… no… así no es la cosa, esa tiene que ser una decisión propia de si vas o no”-.
En tanto, al término de la clausura, cerca de las 10 de la noche, los
demás estaban a la espera de que las puertas que dividieron los
campamentos durante 3 días, se abrieran para reunirse nuevamente con sus
compañeras.
CIMACFoto: Hazel Zamora Mendieta
Por: César Martínez López, enviado
Cimacnoticias | Altamirano, Chis.-
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