El informe, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
se vale de un Índice de Normas Sociales de Género para medir cómo
dichos preceptos pueden obstaculizar la equidad de género en ámbitos
dispares como la política, el trabajo y la educación.
De acuerdo con el índice, “aproximadamente la mitad de los hombres y las mujeres del mundo consideran que los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres”.
Asimismo, “más del 40% opina que los hombres son mejores ejecutivos
empresariales y que tienen más derecho a ocupar un empleo cuando el
trabajo escasea. El 28% de las personas creen que está justificado que
un marido le pegue a su esposa”.
Además, contiene información sobre los cambios que experimentó el
sesgo de género en alrededor de 30 países. Entre ellos, subraya algunas
mejoras, como la de los hombres en Chile, Australia, los Países Bajos y
los Estados Unidos; y la de las mujeres en los tres primeros países
citados más China.
Sin embargo, la mayoría de las naciones estudiadas mostraron un retroceso en la proporción de mujeres sin ningún prejuicio en cuanto a las normas sociales de género.
Existen avances durante las últimas décadas para garantizar que las
mujeres tengan el mismo acceso que los hombres a servicios básicos, como
la paridad en la escuela primaria y la disminución de la mortalidad
materna en un 45% desde 1990.
Pero más allá de ellos, “las diferencias de género siguen siendo
patentes en otros ámbitos, especialmente en aquellos que cuestionan las
relaciones de poder y que ejercen mayor influencia para la obtención de
una igualdad real. En estos momentos, la lucha por la igualdad de género es un relato de sesgos y prejuicios”, dijo Pedro Conceição, director de la Oficina del Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD.
Brechas económicas, políticas y empresariales
El informe analiza los motivos por los qué todavía existen enormes
“brechas de poder” entre hombres y mujeres en el ámbito económico,
político y empresarial, a pesar de los avances hacia la igualdad en
terrenos como la educación y la salud, así como en la eliminación de los
obstáculos legales a la participación política y económica de las
mujeres.
“Si bien los hombres y las mujeres votan en proporciones similares, menos del 24% de los escaños parlamentarios en el mundo están ocupados por mujeres y solo 10 de los 193 jefes de Gobierno del planeta son mujeres”, apunta el estudio.
Seguidamente, menciona que en el área laboral “la remuneración de las
mujeres es inferior a la de los hombres y tienen una probabilidad mucho
menor de ostentar cargos directivos: menos del 6% de los directores generales de empresas del índice S&P 500 (uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos) son mujeres.
Y aunque las mujeres trabajan más horas que los hombres, es más
probable que se trate de trabajo de cuidados no remunerado”, apunta.
“La labor que ha sido tan eficaz en garantizar el fin de las
diferencias en ámbitos como la salud y la educación debe evolucionar
ahora y abordar algo mucho más complejo: el prejuicio profundamente arraigado —tanto entre hombres como entre mujeres— contra una verdadera igualdad.
Las políticas actuales, a pesar de sus buenas intenciones, tienen un
alcance limitado”, dijo Achim Steiner, administrador del PNUD.
La dependencia de la ONU llamó a Gobiernos e instituciones a aplicar
una nueva serie de políticas dirigidas a cambiar estas normas sociales y
prácticas discriminatorias mediante la educación, el aumento de la sensibilización social y la aplicación de nuevos incentivos.
Por ejemplo, mediante el pago de impuestos que sirvan para fomentar
el reparto equitativo de las responsabilidades del cuidado de los niños,
o alentando a las mujeres y niñas a entrar en sectores tradicionalmente
dominados por hombres, como las fuerzas armadas y la tecnología de la
información.
La directora en funciones del Equipo de Género del PNUD, Raquel
Lagunas, indicó que los movimientos en favor de los derechos de las
mujeres como el #MeToo (yo también) “muestran que son necesarias nuevas
alternativas para un mundo diferente”, y añadió la necesidad de poner
manos a la obra de inmediato.
“Debemos actuar ya para superar los obstáculos que presentan los
sesgos y los prejuicios si queremos avanzar a la velocidad y a la escala
necesaria para lograr la igualdad de género y la visión plasmada en la Declaración de Beijing, hace más de dos décadas, y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible”, planteó.
Este artículo fue publicado originalmente por Noticias ONU.
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