El titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, informó ayer que la dependencia a su cargo ha bloqueado cuentas bancarias por un monto de 4 mil 554 millones de pesos, y promovido 177 denuncias penales por operaciones de depósito y retiro que suman más de 600 mil millones de pesos, en recursos vinculados con narcotráfico, secuestros, trata de personas, defraudación fiscal vía empresas factureras, entre otros ilícitos.
En particular, el funcionario se refirió a la detección de un posible fraude fiscal en contra del Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit) por cinco mil millones de pesos, así como al bloqueo de cuentas por 359 millones de pesos y un millón y medio de dólares a seis personas relacionadas con la asociación religiosa La Luz del Mundo.
La investigación de La Luz del Mundo reviste una particular gravedad en tanto esta agrupación no sólo habría practicado el engaño para hacer que sus seguidores le donaran sus pertenencias, sino que además estaría involucrada en pornografía infantil y explotación sexual. Cabe recordar que el líder de esa iglesia, Naasón Joaquín García, se encuentra bajo arresto en Estados Unidos, donde es acusado de tráfico de personas, producción de pornografía infantil y violación de una menor, entre otros delitos.
Los nuevos indicios acerca de las prácticas de desfalco financiero y depredación sexual dentro de esta organización religiosa llaman a reflexionar en torno al fenómeno de las asociaciones de muy diversos tamaños que usan una fachada religiosa para llevar a cabo propósitos meramente lucrativos. En efecto, La Luz del Mundo es un culto notorio por las dimensiones que ha alcanzado y por la parafernalia de poder de la que se hace acompañar (cuyo símbolo máximo son sus fastuosos templos, entre los que se cuenta el mayor recinto religioso de América Latina), pero de ninguna manera es el único caracterizado por la ausencia de una verdadera religiosidad, es decir, por un vacío teológico y espiritual que se colma con discursos sintéticos dirigidos a explotar económicamente las necesidades espirituales de sus feligreses. Otro ejemplo de empresa disfrazada de organización religiosa surgida en nuestro país y luego internacionalizada lo constituyen los Legionarios de Cristo del fallecido Marcial Maciel, quienes además comparten con el emporio familiar de los Joaquín (cuatro generaciones de ellos han dirigido La Luz del Mundo desde que Eusebio Joaquín González la fundó en 1926) la complicidad urdida en torno a los actos de abuso sexual de su líder.
El problema para la ciudadanía y para las autoridades radica en la dificultad de discernir entre las legítimas necesidades financieras de operación y sostenimiento de las actividades religiosas efectuadas por las iglesias, por una parte, y la ambición de riquezas de los dirigentes, por otra. Hacer esa distinción es importante para el conjunto de la sociedad, pues, como evidencia el caso actual, la opacidad con que las asociaciones religiosas obtienen y manejan sus recursos es campo fértil para la comisión de todo tipo de ilícitos.
Por todo lo expuesto, resulta urgente un marco legal específico que permita atajar cualquier uso inapropiado del poder económico y social de las iglesias, sin poner en entredicho la libertad de creencias de los feligreses. Asimismo, en el caso particular de La Luz del Mundo, está claro que la investigación anunciada ayer debe trascender el ámbito fiscal y llevar ante la justicia a cualquier integrante de este culto implicado en los crímenes de pornografía infantil y explotación sexual por los que ya se encuentra preso su líder.
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