Ciudad de México.– Para llegar a la casa de María
Nieves Rodríguez Hernández es necesario salir de San Salvador Atenco,
Estado de México, por una carretera de terracería. Después de 800 metros
hay que caminar bajo un puente que cruza la autopista y girar a la
izquierda en una calle escondida. Luego, hay que seguir a la par de la
autopista hasta que, de repente, se corta la obra y aparece su casa de
tabique: sencilla, con sala, cocina, baño y dos recámaras.
“La gente dirá: tanto que llora esta señora por esta casa fea, pero
para mí, ¡es un palacio!”, dijo en entrevista con Cimacnoticias.
“¡Cuánto sacrificio nos ha costado!”, expresó mientras mostró a la
reportera los rincones de su pequeño hogar de color rojizo de la piedra
con la que la construido.
Hace 22 años que Rodríguez Hernández y su esposo decidieron vivir en
el campo, tener vacas y pollos y criar sus cuatro hijas e hijos. No
sabían que años después el gobierno decidiría construir la carretera
Peñon-Pirámides justo en donde estaba su casa. “Siempre me ha gustado
vivir en el campo”, dice la mujer de ahora 61 años.
“Lo que se cosecha acá es limpio, sano. Una tranquilidad. Usted
observa todo lo verde en tiempo que se da la milpa. Los pajaritos, como
cantan. Vienen aquí se dan las zurracas, chichicuilotes, los patitos por
aquí todavía andan volando”, contó.
Además, para personas de bajos recursos, es más económico vivir en
el campo, opinó. Cuando uno tiene hambre se come un nopal asado y se
hace tortillas con el maíz de la milpa, explicó. Así sobrevivió cuando
su esposo falleció, y se vendieron las vacas. Desde entonces, ha vendido
zapatos y verduras.
Antes de perder a su pareja de toda la vida su rutina diaria era
despertar, bañarse temprano, cargar su mochila al hombro llena de
catálogos con los modelos de zapatos de cada temporada, montar en su
motocicleta e ir al pueblo: luego ir a comprar los zapatos que le
encargaban sus clientas y ya en la tarde ir a entregarlos, acompañada de
su hija más joven. Esta época ya forma parte de su pasado.
Hace más de tres años empezaron los rumores de que iban a construir
una autopista. “Nunca fui comunicada de que iba a pasar por acá”, dijo
Nieves. Nadie sabía exactamente dónde. Pero luego, empezaron a entrar
los camiones. “Eran muchísimos, era una fila grande que estaban
formados, con materia. Tanto enfrente de la casa, y también para el
aeropuerto”, explicó.
Eran tantos que le empezaron a afectar económicamente, contó la
mujer, quien hoy se convertido en una defensora de la tierra y el
territorio. A la hora de salir de la casa no se detenían los camiones,
“entonces yo tenía que esperar un espacio en la orilla. Aunque había
hierbas y todo, pero me esperaba y cuando veía oportunidad, le daba a la
moto hasta otro espacio, avanzaba yo. Así se empezó a dificultar.”
Nieves trató de seguir la rutina hasta que hace dos años abrieron
zanjas largas en el camino y cuando regresó a su casa, de noche, se
derrapó y se accidentó. “Por poco hubiera sido arrollada por un camión
de los que venían de regreso de ir a dejar el material”. Se rompió la
tibia y el peroné, dos años después sigue cojeando y recibe terapias que
apenas puede pagar con el sueldo que gana trabajando en un centro
cultural. Su hija dejó de estudiar, porque ya no podía apoyarla.
El pueblo apoya su causa
La defensora también recibió amenazas de personas que, ella
considera, venían de la empresa constructora y del gobierno: “Dijeron
que iban a venir los golpeadores, si no me salía yo. Más delante de
aquí, en Tequisistlán, vivía un señor…vinieron los granaderos y lo
sacaron. Entonces me dijeron que me iban a hacer lo mismo, que mejor me
salía yo por las buenas, que llegara yo a negociar. De otra manera, iba a
haber muertitos”.
Pero Nieves no se rindió. Se negó a salir y se rodeó de personas del
pueblo que la apoyaron. “Cuando hubo amenaza, venían todos aquí y hacían
guardia. Había una lona grandote afuera. Me ayudaron muchas señoras a
darle comida a la gente, porque yo no podía, se me hinchaba el pie”,
contó. También vinieron los medios, hasta de Francia “y hoy no falta
quien venga”, dijo.
El futuro de su casa sigue incierto. La autopista está lista, sólo
faltan los dos pedazos donde se ubica la casa de Nieves y de otro
vecino, que no vive en su propiedad. La defensora opinó que, con la
cancelación del aeropuerto de Texcoco, también debería de cancelarse la
autopista, pero no sabe qué esperar del presidente Andrés Manuel López
Obrador. “Que nos hable claro”, exigió, porque aparte de defender su
patrimonio, tiene miedo de las afectaciones para toda la comunidad.
Con la autopista, explicó, “¡se viene la mancha urbana!” Las zonas
hoteleras, las empresas agravarían la escasez de agua. “¿Y qué pasa si
se pierde el campo? Perdemos nuestro futuro, nuestra dignidad, nuestras
raíces.” Además, tendría que comprar todo, teme. Por el momento, en el
patio de atrás, tiene sus nopales. Hace poco, personas desconocidas
quemaron las plantas que tenía. Pero las volvió a sembrar y ahí están,
creciendo.
Del 4 de junio al 6 de julio de 2019, el Observatorio de Medios de
Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) analizó la presencia
mediática de la defensa de la tierra y el territorio con el objetivo de
mapear la percepción social sobre las mujeres en la defensa de la
tierra, identificar las formas y narrativas discursivas que permitan
delinear nuevas rutas comunicacionales para sus demandas en la defensa
de sus tierra y territorios. Se estudiaron los medios y cuentas con el
mayor nivel de influencia en México.
El 10 de marzo de 2020 CIMAC y World Association for Christian
Communication (WACC, por sus siglas en inglés) presentarán los
resultados del análisis en el Museo de Memoria y Tolerancia.
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