Pedro Echeverría V.
1. El 99.9 de la prensa escrita, la radio y la TV en México, desde siempre, ha estado al servicio del capital; no podría ser de otra manera puesto que son propiedad de millonarios que imponen ideología, planes y programas. Existen aún periódicos con más de 50 años de antigüedad: El Universal, Excélsior, Novedades, El Heraldo, etcétera; pero también menores en número de años: Unomásuno, La Jornada, Milenio, El Economista; todos ellos (un poco exceptuando La Jornada), han sido conocidos como “chayoteros” por recibir cientos de millones de pesos en subsidios, regalos, sobre todo sobornos -para que publiquen en beneficio del Estado y los mismos empresarios- sean del PRI o del PAN.
2. Lo condenable, lo grave, es que esos mismos periódicos –junto a la radio, la televisión, la escuela y la iglesia- son los que han formado la conciencia social derechista o conservadora de la sociedad mexicana. Por ello no podemos condenar al pueblo que no lucha por su cobardía o ignorancia. ¿Cómo culpar al pueblo de ser engañado, manipulado, de no salir a la calle a luchar, si carga la pesada losa de mentiras de los medios informativos que cada minuto penetran su cabeza? ¿Si toda la cultura que absorbe es sobre consumo de mercancías, de futbol, de artistas, de religión y de alguna droga? Ese es el fanatismo “científicamente” construido y distribuido por la derecha, los conservadores y el capitalismo.
3. Pero del otro lado está otro fanatismo (el de las “benditas redes sociales”) que –en vez de construir análisis que obliguen a reflexionar por estar basados en investigación- escoge el camino fácil de responder a los manipuladores de Televisa, TV Azteca, Milenio, y demás medios antes subsidiados o sobornados, estas “benditas redes” dedican su tiempo a la propaganda lopezobradorista. Todos ellos periodistas jóvenes: Los Serrano, Campechaneando, los Chapuceros, Cuca, los Rodríguez, etcétera. Repudio a los Loret, Ciro Gómez, López Dóriga y Zuckerman, pero empieza a cansarme el fanatismo hacia López Obrador. Imposible ser neutral en una sociedad de clases, pero hay que buscar crear un pensamiento crítico.
4. En medio de esos dos fanatismos más o menos igual de funestos: el de los enemigos de López Obrador –que siguen cobrando millones de pesos en otras fuentes- que se aprovechan de cualquier pequeño error del presidente para agrandarlo, y el de los “benditos” seguidores que no alcanzan ver pifias de su amigo el presidente, que por ese comportamiento de halagadores, parecen recibir regalos. En medio camina La Octava – vieja empresa de radio, hoy también de TV recién creada- con buen dinamismo y análisis crítico encabezado por el inteligente periodista Julio Astillero y sus colegas, así como sus entrevistados. ¿Cuántos años más seguiremos estancados en el fanatismo?
5. Poseo toda la colección de la revista Proceso que nació en noviembre de 1976; sin embargo desde 2080 –por flojera y por aquello del contagio del Covid 19- no la he adquirido y, por tanto no me he enterado del rumor que se ha extendido: “que el ultraderechismo de Felipe Calderón, usando a la hija de Sherer García el fundador, casada con su cuñado Zavala- ha comenzado a dominar en la revista”. Si así fuera sería el fascismo y no sé quién volvería a comprarla. De la revista más crítica y analítica de México se pasaría a un panfleto ultraderechista. Pero sería muy raro que ninguno de su planta de periodistas y reporteros haya manifestado alguna protesta. ¿Aquí se invertiría algo de lo robado por Calderón? (1/IX/20)
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