Silvia Ribeiro *
La trasnacional
Apple alcanzó la semana pasada un valor de mercado de 2 billones de
dólares, es decir, 2 millones de millones de dólares. Duplicó el valor
de sus acciones de marzo a agosto de 2020 gracias a la pandemia. Se
convirtió en la empresa con mayor valor de mercado en el mundo.
Solamente la petrolera estatal Saudi Aramco, de Arabia Saudita, alcanzó
ese monto por un breve periodo en 2019, pero volvió a bajar con la caída
de los precios del crudo.
Para poner la cifra en perspectiva, pensemos que solamente una docena
de países en el mundo tienen un producto interno bruto (PIB) superior a
2 billones de dólares. Ninguno latinoamericano, ni la mayoría de los
europeos, llega a ese volumen. En América Latina, Brasil es el más
cercano, con un PIB de 1.89 billones de dólares. Le sigue México, con
cerca de 1.3 billones. Apple tiene cinco veces el valor de todo el PIB
de Argentina.
Cercanas al absurdo valor de mercado de Apple están Amazon y
Microsoft, que en corto tiempo podrían alcanzarla. Están en rápido
ascenso las acciones de Facebook, Alphabet (dueña de Google) y las
chinas Alibaba y Tencent.
Son las dueñas de grandes plataformas digitales, que actúan en
comercio electrónico, entretenimiento, redes sociales, etcétera. Esas
siete controlan 75 por ciento del mercado global de plataformas. Con la
pandemia crecieron exponencialmente, debido al aumento de la dependencia
y adicción digital, que hizo explotar las tendencias que ya existían de
digitalización de todos los sectores industriales y sumó sectores
claves como educación y salud.
El crecimiento de Apple evidencia el peso que ha adquirido el llamado
capitalismo de la vigilancia, una nueva forma de organización del capitalismo que está trastocando todo, desde industrias y empleo hasta a los sistemas electorales y las formas de empujar el consumo de productos de las empresas que paguen por los datos. Se basa en la extracción masiva, interpretación, venta y manipulación de datos de todas las personas, instituciones, empresas, ciudades, vías de transporte, naturaleza y ambiente (Shoshana Zuboff, 2019).
Apple, a través de teléfonos, relojes digitales, computadoras, accesorios domésticos
inteligentes, plataformas de televisión y música colecta una cantidad enorme de datos de nuestras conductas, salud, preferencias de compras, ocio, trabajo, educación, relaciones y familia, todo ello georreferenciado. En conjunto con los datos que aportamos a través de otras plataformas, conforma una red de extracción e interpretación de nuestros datos por edad, género, situación económica, ubicación y más. Eso lo vende a otras empresas y lo entrega a las agencias de vigilancia de los gobiernos.
Este volumen inmenso de datos sólo se puede manejar con sistemas de Big Data.
Los servicios de nubes de computación con esa capacidad están dominados
por pocas empresas: Microsoft Azure, Amazon Web Service (AWS), Google
Cloud, Alibaba Cloud, IBM, Oracle. Los
serviciosde iCloud, donde Apple almacena nuestros datos, están en realidad en nubes de Amazon y Google, a las que contrata para ello y que, por tanto, acceden a los datos.
En volumen de ventas anuales que se registran –no en valor de
acciones, que es una cifra especulativa–, la mayor empresa del mundo
sigue siendo Walmart, seguida por empresas petroleras y automotrices
chinas y estadunidenses. Pero aún en la lista de ingresos por ventas
compilada anualmente por la revista Fortune, Amazon aparece en el noveno
lugar y Apple en el decimosegundo; Alphabet y Microsoft están entre las
50 mayores del mundo (https://fortune.com/global500/).
A Apple le llevó 38 años llegar a un valor de mercado de un billón de
dólares, pero lo duplicó en sólo dos. Al inicio de la pandemia su valor
cayó, porque los inversionistas dudaron al depender de FoxConn en China
para la fabricación de sus teléfonos. Pero se recuperó, aumentó el
porcentaje de otros productos y, sobre todo, las suscripciones a sus
plataformas de entretenimiento.
Adicionalmente, los analistas financieros estiman que ante la
incertidumbre económica provocada por las múltiples crisis derivadas de
la pandemia de Covid-19, muchos capitales dejaron otras industrias para
invertir en empresas tecnológicas. Otras compañías en ascenso en
capitalización de mercado son las grandes farmacéuticas, por la
especulación con medicamentos y la carrera por vacunas para Covid-19.
Que los titanes tecnológicos tengan tal poder conlleva un enorme peso
en la definición de políticas nacionales e internacionales, el cual han
usado para no pagar impuestos, impedir regulaciones que las supervisen o
responder por el uso que hacen de nuestros datos, etcétera. Todo ello,
porque tienen acceso y control privilegiado, como arañas en las redes, a
la información y posible predicción de nuestras conductas y elecciones,
de consumo a preferencias políticas, cuya comercialización es lo que
las ha enriquecido.
Son muchos y complejos los temas que urge analizar colectivamente
para enfrentar el capitalismo de la vigilancia. Como aporte a una de
esas aristas, la coalición internacional Just Net lanzó en 2019 un
llamado para que el futuro digital nos pertenezcahttps://tinyurl.com/JustNet
* Investigadora del Grupo ETC
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