En nuestro país, la desaparición forzada por agentes estatales y por
particulares es un problema muy grave. Según datos oficiales, hay 73 mil
personas desaparecidas, de entre las cuales estimamos que 50 por ciento
son mujeres.
El problema de la desaparición forzada en México inició en los
tiempos de la Guerra Sucia, pero ha cobrado actualidad, desde el auge
del narcotráfico, como un problema multifactorial y multicausal.
También ha cobrado auge como producto de la trata y la explotación
sexual y reproductiva de las mujeres, y el feminicidio. Sin embargo, las
víctimas de feminicidio y de delitos en materia de trata de personas no
están incluidas en las estadísticas de la Comisión Nacional de
Búsqueda, lo que nos da el temor fundado de que nadie las está buscando.
En el periodo de la pandemia y el confinamiento aumentó
considerablemente la violencia contra las mujeres, los feminicidios y la
desaparición, pero seguimos esperando políticas públicas para abordar
estas formas de violencia contra las mujeres y las niñas. tenemos que
considerar, además, que nuestro país es una inmensa fosa clandestina.
Muchas familias se han tenido que volver expertas en la búsqueda, en
la búsqueda de fosas clandestinas o, incluso, en medicina forense para
identificación humana.
También el movimiento para la búsqueda de personas desaparecidas ha
nucleado a miles de familias que han aprendido a usar las redes sociales
en la búsqueda con vida de sus personas familiares desaparecidas.
Entre las recomendaciones que hizo el Comité para la Eliminación de
la Discriminación contra las mujeres destacan las que se refieren a:
“Adoptar medidas de carácter urgente para prevenir las muertes
violentas, los asesinatos y las desapariciones forzadas de mujeres, en
particular combatiendo las causas profundas de esos actos, como la
violencia armada, la delincuencia organizada, el tráfico d
estupefacientes, los estereotipos discriminatorios, la pobreza y la
marginación de las mujeres”.
Entre los recomendaciones de la CEDAW estaba también mejorar los
mecanismo de la Alerta Amber y el Protocolo Alba, lo que no ha sucedido.
Hay datos muy alarmantes: en el Estado de México las cifras oficiales
reportan mil 798 mujeres desaparecidas por razones de género, aunque dos
organizaciones de la sociedad civil, en un diagnóstico que presentaron,
reportan más de 8 mil mujeres y niñas desaparecidas. Eso confirma que
la cifra negra es de casi 80 por ciento. En Puebla, por otro lado, se
reporta desaparecida un mujer o niña cada dos días.
El 13 de agosto se cumplieron 8 años de la desaparición de Jessica
Cerón Salinas, con un embarazo a término. Hasta el momento no saben nada
sobre su paradero. Su madre escribió:
“Hoy
se cumplen 8 años de no ver a mi hija Jessica Cerón Salinas, ella
desapareció el 13 de agosto de 2012 en Jiutepec, Morelos. Al momento de
desaparecer estaba embarazada, sólo a unos cuantos días de dar a luz a
su hijo, al que llamaría Max, al que esperaba con tanta ilusión.
Hoy a
través de este mensaje quiero pedirles que me ayuden a difundir su
foto, que esta fecha ni ella queden en el olvido. Deseo que todos los
que la conocieron la recuerden como esa gran amiga, compañera alegre que
compartió algún buen momento con ustedes y que conocieron su gran
ilusión de convertirse en madre.
Ayúdenme
a levantar mi voz porque han sido los más largos 8 años que he vivido
por no saber dónde esta Jessy, de extrañar verla y abrazarla. Hoy solo
deseo poder decirle a ella que aquí estoy esperándola, soy una madre en
lucha que seguirá tocando puertas, que mientras Dios me preste vida la
seguiré buscando sin parar.
En
estos años he vivido la indolencia de las autoridades, la falta de
actitud y compromiso por ejercer el bien y la justicia, autoridades
corruptas que se vendieron a favor de delincuentes, autoridades omisas
con tanta falta de sensibilidad hacia las víctimas y desinterés por
hacer su trabajo.
Estoy
aquí y seguiré buscándote Jessy, te abrazo en la distancia y deseo que
Dios te acompañe donde sea que te encuentres, eres un pedazo de mi vida
que se fue desde tu ausencia, te amo hija y a pesar de la distancia sé
que sentirás mi amor porque ese es más fuerte que todo y que cualquier
distancia”.
Otro caso es el de la mamá de María José Monrroy Enciso, que también publica en
Facebook sobre el caso de su hija desaparecida en Tecámac, Estado de México, el 21 de Septiembre del 2010:
“Yo me encontraba laborando en mi óptica cuando un sujeto de nombre Geyser
Crespo
García solicitó una valoración visual, yo le realicé el estudio y al
terminar él se retiró. Una semana después (21.09.10) regresó con el
pretexto de ordenar sus lentes. Yo le permito el acceso y es cuando
cierra las dos puertas del consultorio. (En ese momento sé que algo malo
esta por ocurrir, un temblor recorre todo mi cuerpo, mientras veo a mi
hija con esos ojitos grandes y brillantes).
De
pronto, él empieza a golpearme y amenazarme con una navaja, me pide que
ponga a mi hija en su silla. Yo aterrorizada y pensando en el bienestar
de mi bebé lo hago, y es cuando me toma por detrás para cortarme la
garganta. No siento dolor. Es algo como un hilo caliente que recorre mi
garganta, siento cada segundo y cada movimiento de la navaja al pasar
por mi cuello. ¡Pienso en mi hija! Imagino muchas cosas y nada a la vez.
Yo caigo y me empiezo a desangrar.
Aún
en el piso, y luego de ya dos intentos por levantarme, hago un último
intento por buscar a mi hija con la mirada y las pocas fuerzas que aún
me quedaban. Puedo ver que toma en brazos a mi hija María José Monroy
Enciso de 11 meses de edad, toma el monitor de mi computador y lanza los
papeles y objetos de mi escritorio, rápidamente sale del consultorio.
Por
unos momentos todo se nubló y no supe más por pocos segundos. Pasan
rápido los segundos, se convierten en minutos. Sigo en el piso, nadie
sabe que estoy ahí desangrándome, nadie sabe quién se llevó a mi niña,
pero yo si lo sé. Yo lo vi. Después de unos minutos yo reacciono y con
esfuerzos, en el tercer intento por levantarme.
Salgo
de la óptica a pedir ayuda con mis manos cubriendo mi garganta, pues el
sonido no sale, me quede sin voz, nadie me escuchaba. Al fin se acercan
a ayudarme, ya no supe más de mí.
Me intervinieron quirúrgicamente con una traqueotomía, los médicos me
daban
pocas esperanzas de vida. De no morir en el quirófano o en la
recuperación, podría perder la voz. Después de una semana reaccioné,
pido rápidamente información de mi hija, con la esperanza de que ya
estuviera en casa o con alguno de mis familiares. Pregunto y me dicen
¡no la encontramos!
Yo
hago mi declaración por escrito en el hospital, pues no podía hablar.
Doy la media afiliación del sujeto que se roba a mi hija. Hasta esa
semana nadie ha hecho nada por encontrar a María José, no existía la
Alerta Amber, nadie acudió con mi familia, quienes se encontraban
desesperados en minutos que valían oro. Solamente ellos, mi familia, han
hecho lo que está en sus manos por localizarla.
Un
mes después, en octubre, cumpliendo mi hija ya 1 año de vida, es
detenido un delincuente porque una niña de 14 años lo denunció como su
violador y las autoridades se dan cuenta que es el mismo que se robó a
mi hija María José. Yo lo reconozco plenamente, él declara haber
asesinado a mi hija y haberla arrojado a un canal de aguas negras.
Sin
embargo, buzos de la marina entraron al lugar y sólo encontraron 2
cuerpos de adultos flotando, ya de más tiempo, pero el de mi hija no.
Dos cuerpos sin nombre, una búsqueda hecha por compromiso, un arresto
logrado por mera casualidad y un criminal protegido por el excesivo
garantismo penal, ¿De quién eran los cuerpos? Al parecer en México eso
no importa.
Hasta
la fecha Geyser tiene una sentencia por intento de homicidio en mi
persona a 15 años, el caso de mi hija por privación de la libertad y el
caso de la niña de 14 años aun está en desahogo de pruebas. Está
comprobado que el sujeto miente en sus declaraciones, pero han pasado 10
años y nadie ha logrado que hable con la verdad. Mi familia y yo
luchamos por encontrar a María José pero encontramos trabas pues
Derechos Humanos protege a este tipo de delincuentes, mientras tanto aún
no sabemos dónde está mi hija. La única persona que puede decir dónde
está, al parecer, jamás lo dirá, las personas que podrían ayudarnos a
obligarlo a declarar tampoco están dispuestas a colaborarnos.
No
hay modo de castigar a un asesino confeso, protegido por la #CNDH en
cuanto a sus garantías, no hay una sentencia por la violación de la
menor de 14 años, lleva el proceso CINCO INEXCUSABLES AÑOS, no hay
postura de las autoridades, no hay justicias para la familia, no hay
respuestas de la única persona que las tiene.
Ya
hoy está sentenciado a 183 años de cárcel, sin embargo no hemos podido
encontrar a mi hija. Pero mientras no la encuentre y yo tenga vida, la
seguiré buscando”
Así como estos testimonios podemos compartirles muchos otros que son
muestra de cómo actúan las autoridades, violando el principio de la
debida diligencia, donde las autoridades se convierten en cómplices de
los criminales, por omisión. Sólo nos queda seguirlas buscando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario