Pedro Echeverría V.
1. 70 años de dictadura capitalista del PRI (1929-2000) y 12 años de la misma dictadura capitalista del PAN (2000-12), resultaron ya inaguantables para los electores mexicanos. En 2018, sabiendo de las giras de López Obrador en todo el país (no de los discursos, programas o promesas –mucho menos de ideología-) el candidato del partido Morena arrancó el 70 por ciento de los sufragios en aquellos comicios presidenciales. La peor tontería es pensar que por ese hecho los electores y el pueblo tienen conciencia política de la realidad cuando nadie (candidato o partido) en los últimos cien años los ha enseñado a pensar en lo que significa su trabajo, economía, política y sociedad.
2. Tener conciencia no sólo es poseer conocimiento en trabajar o producir; sino entender que todos los seres humanos debemos ser iguales en derechos, todos debemos trabajar y vivir junto a nuestra familia con todas nuestras necesidades resueltas. Tener conciencia es luchar contra la desigualdad, contra la sociedad capitalista que garantiza poder a quienes tienen capital, dinero, millones de pesos. De ninguna manera es sólo luchar contra la corrupción, es decir, contra uno de los vicios evidentes del capitalismo; la corrupción sólo se acabará cuando enterremos la funesta desigualdad entre unos pocos millonarios y un 80 por ciento de miserables.
3. En EEUU, en México, en Inglaterra se llama democracia a la existencia del juego electoral, de partidos y sindicatos; pero se silencia que todos los gobernantes, los dirigentes de partidos y sindicatos pertenecen desde hace un siglo por lo menos, a la misma clase explotadora, a la burguesía, a la clase capitalista. Preguntar: ¿Cuándo en alguno de esos tres países ha gobernado la clase pobre o la clase explotada u oprimida? Por ello, aunque llamen “democracia” a sus sistemas de dominación yo les llama dictadura de la clase opresora. En México, con excepción de Juárez que de “pastorcito indígena” se convirtió en gobierno de la burguesía, no existió gobierno alguno de origen pobre.
4. Me preocupa esa política de alianzas del presidente López Obrador que busca perdonar todo para lograr apoyos. Él mismo reconoce y repite en sus discursos los enormes saqueos, fraudes, robos, que gobiernos han sometido el país en todos los campos de la economía. Por sus denuncias dicen por aquí que “sólo es un piquito de oro que habla y habla” con 500 denuncias con datos, pero prefiere perdonar. Confía en que su propaganda discursiva será suficiente para repetir su victoria el próximo año sin necesidad de cambiar al INE, al fiscal nacional, a los jueces. Para mí todo está en veremos, pero debemos vigilar y seguir reflexionando de manera más rigurosa. (4/IX/20)
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