Ahí estaban Pie Grande (Aguascalientes), Vitro Latin Jazz (San Luis Potosí), Zasca (Guanajuato), Estetoscopio (Nayarit), Made In Jazz (Querétaro), In The Middle y Equinox (Michoacán), E Flat (Colima), Euterpe (Zacatecas) y Mejicazz (Jalisco). Algunos traían las alforjas cargadas de planes a medio armar y otros mostraban proyectos más inmediatos y concretos.
Carlo Constantini, guitarrista y director de Mejicazz, nos habló de un colectivo artístico que ya funcionaba alrededor de Trazos sonoros de México y el mundo, proyecto que había convocado a fotógrafos, artistas plásticos, diseñadores, ingenieros de sonido y músicos de Guadalajara para integrar un ejercicio que, en su núcleo central (valga el pleonasmo), toma el Concierto para guitarra y trío de jazz, de Claude Bolling, para primero revisarlo conceptualmente y después interpretarlo lo más ortodoxamente posible.
Este concierto del maestro francés, estrenado en 1975 por Alexandre Lagoya, fue retomado por Carlo Constantini y Mejicazz sorprendiendo a todo mundo en el teatro Víctor Sandoval, donde se proyectaban las pinturas y las fotografías que intentaban contextualizar los siete movimientos de la obra: Danza hispánica (con un toque de blues), Mexicano, Invención, Serenata, Rapsodia, Africano y Final.
Porfirio Preciado estaba al piano, Daniel Olivares en el contrabajo, Abel Preciado en la batería y Carlo Constantini tocaba los amplios espacios de guitarra mientras dirigía con discretos movimientos corporales al resto del cuarteto, cada cual frente a las partituras que detallaban todos y cada uno de los sonidos.
La técnica instrumental de estos músicos veinteañeros es asombrosa, a pesar de que en el concierto (falta de tablas) los dedos llegaban a resbalarse (incluidos los de Constantini) y a decir mentiras veniales. Pero antes de que terminara el año, Mejicazz presentó Trazos sonoros de México y el mundo como su primer disco, y aquí el concierto de Claude Bolling aparece casi inmaculado.
El disco presenta como octava pieza La marchita, tema menor de Daniel R. Olivares que contrasta fuertemente con la exquisitez previa. Después llega una muy buena improvisación de Porfirio Preciado sobre el Intermezzo de Manuel M. Ponce (que nada tiene que ver con el jazz). Constantini presenta La raga blues y Abel Preciado aporta una Improvisación sonora.
Aterrizando, diremos que éste es un disco un tanto disparejo en su rigor selectivo, pero muy disfrutable a final de cuentas; en una presentación de lujo que incluye pinturas y fotografías en un booklet media carta de 50 páginas, donde cuatro chavales tapatíos nos muestran los alcances de las nuevas generaciones jazzísticas y la urgente necesidad de buenos productores que las encaminen en estos primeros pasos.
El joven maestro Constantini debutó profesionalmente en 2009, como solista con la Orquesta Filarmónica de Jalisco, interpretando el primer movimiento del Concierto para dos guitarras y orquesta, de Antonio Vivaldi.
Y es precisamente en esta región centro occidente donde va a nacer un nuevo festival de jazz. Se trata de Colima, una de las pocas capitales del país donde no existía una fiesta anual dedicada a la improvisación, la fusión y la síncopa, a pesar de que Diana Peña y el Pibe Árcega tienen ya una década promoviendo esta música en aquellas tierras con programas como Vibración azul y Fusiones blues y jazz.
Pero llega el tiempo de cosechar y la Universidad de Colima da luz verde para que el 2, 3 y 4 de junio de este 2011 se lleve a efecto el primer Festival Internacional de Jazz de Colima, con clínicas, conferencias, jams y los conciertos estelares del Octeto de Tom Kessler. Salud. El festival íntegro será transmitido por radio en Universo 94.9, y lo puedes escuchar desde cualquier rincón del planeta a través de www.ucol.mx/radio. Salud.
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