Tras los abusos cometidos por sacerdotes de la Iglesia católica, muchos ciudadanos renuncian a esta institución, “pero esto no impide que la Iglesia siga recibiendo cuantiosos recursos de los Estados”.
BRUSELAS, Bel.- A la edad de 12 años, San Deurinck fue abusado sexualmente por dos sacerdotes católicos. “El primero trató de tocar mis genitales, lo que fue extremadamente extraño para mí. Esa vez me lastimó (...) El segundo trató de poner su dedo en mi ano. No lo logró, pero fue muy doloroso”, recuerda el hombre que ha cargado con su pena durante 53 años. Los abusos de los que fue víctima ocurrieron en el internado católico al que asistió entre 1950 y 1960. A la fecha, con 65 años, Deurinck vive retirado en Amberes después de trabajar por décadas como dependiente de una tienda. Con el tiempo, este hombre de mirada triste dice, como muchos otros belgas, haberse librado de la religión: “Me volví un arrogante libre-pensador ateísta, pero no pude liberarme del influyente abuso de la Iglesia”.
La Red de Supervivientes de Personas Abusadas por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés) conoce a la perfección casos como el de Deurinck. Esta organización, creada hace 23 años en Estados Unidos (EU), agrupa a más de 10 mil perjudicados de países como Alemania, Holanda, EU y la propia Bélgica. Con el objetivo de hallar justicia, el pasado 13 de septiembre la SNAP presentó una denuncia sin precedentes en contra del Vaticano ante la Corte Penal Internacional (CPI). Las acusaciones hechas en La Haya, Holanda, incluyeron al papa Benedicto XVI y tres importantes cardenales por crímenes de lesa humanidad al considerar que funcionarios de la cúpula católica participaron en el “encubrimiento generalizado y sistemático de violaciones y crímenes sexuales” contra niños en todo el mundo. Durante su visita a la CPI la presidenta de SNAP, Barbara Blaine, señaló que las víctimas se están “movilizando en todo el planeta”, justo como lo ha puesto de manifiesto la sociedad belga al organizar una cruzada a favor del desbautizo.
BAJAS CATÓLICAS
Deurinck es uno de los 475 casos de abuso sexual infantil por parte de sacerdotes que el gobierno y la jerarquía católica de Bélgica hizo oficiales en el Informe Adriansens, presentado en 2010. De acuerdo con el mismo documento, al llegar a la edad adulta otras 13 personas se quitaron la vida y seis más lo intentaron sin éxito a causa de los abusos cometidos por el clero. Sin embargo, como se sabe, los excesos de parte de miembros de la Iglesia católica no se han limitado a este país. La voz de Deurinck es una de las pocas que se ha escuchado en la prensa debido a que le tomó más de 50 años dar a conocer su caso y alejarse de la Iglesia porque se encontraba “extremadamente asustado”. Dice conocer al menos dos casos de chicos que recibieron una paliza en internados católicos durante esa década: “Les rompieron la boca, les cerraban los ojos y la nariz les sangraba por los golpes que recibían cuando les decían que no a los sacerdotes. No se hablaba de esto. La subcultura católica prohíbe hablar de un sacerdote. Un sacerdote es Dios”, dice a M Semanal mientras cierra los puños en señal de desesperación.
Tras conocer el revelador informe y más historias como las de Deurinck, miles de católicos en Bélgica, con un profundo sentimiento de hartazgo y resentimiento, se alejaron de una larga y arraigada tradición católica y han seguido un procedimiento para desbautizarse. Repentinamente, en 2010 el número de personas que pretendían abandonar la religión católica se disparó casi 20 veces, hasta llegar a dos mil 136 peticiones enviadas a las diferentes diócesis; en 2009, en contraste, tan sólo 139 personas buscaron dejar de ser católicos. A lo anterior se suma la baja práctica del catolicismo en un país con 10 millones de habitantes. De acuerdo con la Universidad de Lovaina, sólo un siete por ciento de los siete millones de católicos belgas asisten a misa durante la semana, un 11 por ciento menos que hace una década.
PROCEDIMIENTO FALAZ
“Esta es una reacción de la sociedad por todo lo que ha pasado con los niños. Con el desbautizo estamos enviando un mensaje para que paren lo que han hecho. La gente está molesta”, comentó a este semanario Edith Clabots, una de las miles de personas que abandonaron el catolicismo al conocer el Informe Adriansen. La mujer de 32 años y madre de una bebé de año y medio agregó que, cuando su hija crezca, ella dejará que decida la religión que quiera seguir. Clabots se desbautizó en junio de 2010 durante una ceremonia junto a otras 79 personas en Amberes. El evento fue organizado por la HVV, un grupo humanista liberal que también apoyó la demanda contra el Vaticano en la CPI y cuyo director es Björn Siffer. En entrevista con M Semanal, Siffer sostuvo que el desbautizo se realiza en Bélgica al menos desde hace 25 años: “Era una acción muy básica, pero cada día, desde hace algunos meses, cuando los casos de abuso infantil se dieron a conocer, recibimos más y más preguntas sobre él. Mucha gente fue bautizada cuando no estaba conciente de ello, y nosotros creemos que esto no es justo”, mencionó.
El procedimiento, según Siffer, es oficial. Para volverlo válido se tiene que enviar una carta a la Diócesis que le corresponde, y “cuando la Iglesia católica recibe la carta tiene que escribir una nota en sus registros para dejar constancia de que quieres dejar de pertenecer a la organización”. Esa nota se traduce en una cruz junto a su nombre en el padrón católico. Para que el procedimiento sea completado, se tiene que recibir una respuesta oficial del Episcopado. Al escribir se pierden todos los derechos en la Iglesia, así que ya no se pueden recibir los sacramentos (la comunión, la unción de los enfermos o el entierro religioso). Sin embargo, oficialmente, el actus formalis defectionis ab Ecclesia catholica —nombre del procedimiento contenido en el Código de Derecho Canónico del Vaticano— es un acto simbólico. La ley aprobada por Benedicto XVI en 2006 cita: “El vínculo sacramental de pertenencia al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, dado por el carácter bautismal, es una unión ontológica permanente y no se pierde con motivo de ningún acto o hecho de defección”; es decir, a pesar del gesto, oficialmente nunca se deja de ser católico o miembro de la Iglesia.
MILLONARIOS PRESUPUESTOS
No obstante, la ley aprobada por el Papa en 2006 parece encaminarse a defender los beneficios económicos con que cuentan las religiones en este continente: en la mayoría de los países de Europa occidental cada religión recibe del Estado millonarios presupuestos, siempre de acuerdo al número de seguidores que tienen. En Bélgica, por ejemplo, los católicos reciben 90 por ciento del dinero destinado a siete organizaciones religiosas, lo que se traduce en mil millones de euros al año procedentes de los impuestos de los ciudadanos. Además, la Constitución belga concede el pago a los maestros de Religión que imparten clases en las escuelas. Al año, de acuerdo con documentos oficiales, el gasto en esos salarios asciende a 92.2 millones de euros: un sacerdote recibe al año 20 mil euros, un obispo 81 mil 914, un arzobispo 101 mil 594 euros y 35.5 millones de euros anuales más van para pensiones. Los religiosos también reciben dinero para la renta de casas y para el mantenimiento y restauración de inmuebles religiosos (incluidos seminarios, abadías, parroquias y residencias clericales).
“¿Qué pasaría si dejarán de darle dinero a la Iglesia católica?”, se le preguntó a Kristl Strubbe, una figura ampliamente conocida en este país por combinar su trabajo como presentadora de televisión, funcionaria de finanzas de la ciudad medieval de Malinas y activa promotora del desbautizo. “Yo supongo que la mitad de los templos estarían cerrados (...) Como responsable de las finanzas, yo sé que ellos tienen dinero, yo lo veo en sus ahorros en el banco, poseen cientos de miles de euros y aún así siguen pidiendo. (...) Esto es verdaderamente injusto”, aseguró.
Pero la acción del desbautizo en este país parecen no mermar las finanzas de la Iglesia católica belga, como ocurre en Alemania o Austria, en donde esa organización ha experimentado graves problemas financieros debido a la deserción religiosa. En contraste, a pesar de la denuncia del SNAP y las acciones de la sociedad civil, en entrevista telefónica en Bruselas, otra de las pocas víctimas de las que se conoce su identidad y que ha narrado su experiencia en un libro titulado Violado por un sacerdote, Jöel Devillet, aseguró contundente que él no se desbautiza porque “es una medida que no sirve. En Bélgica como sea le siguen dando dinero a la Iglesia católica”.
Protestas, críticas y rechazo para el Papa en Alemania
El papa Benedicto XVI realizó su tercer y más difícil viaje a su país natal del 22 al 25 de septiembre pasado, cuando enfrentó protestas, inconformidades, demostraciones multitudinarias de rechazo y la petición de diálogo por parte de las víctimas alemanas de abuso en orfanatos católicos, de los representantes de la Iglesia evangélica y de los partidos Verde y La Izquierda. Ante la presión, Joseph Ratzinger pareció poner freno a un mayor acercamiento ecuménico y rechazar las reformas de fondo en la Iglesia católica, lo cual alentó las críticas en la patria del pontífice. Alemania tiene el récord de 181 mil católicos que abandonaron oficialmente la Iglesia católica en 2010, un número que, por primera vez, fue mayor al de protestantes que dejaron sus iglesias y se bautizaron en la fe católica. La Iglesia católica alemana ha recibido casi 600 demandas de indemnización por parte de víctimas de abusos físicos y sexuales, mientras que una asociación de víctimas estima que más de dos mil personas sufrieron maltratos por parte de curas católicos en las últimas décadas.
Ratzinger fue recibido el mismo jueves 22 con una protesta de alrededor de 20 mil personas que se reunieron frente a la Puerta de Brandenburgo, en Berlín, donde víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos vistieron una camiseta negra. Este tipo de expresiones se extendieron durante los cuatro días de la visita papal.
El primer ministro de Baden-Würtemberg, Winfried Kretschmann, católico declarado, lamentó la falta de flexibilidad mostrada por Benedicto XVI: “La crítica desde dentro de la Iglesia se interpreta como una falta de lealtad y obediencia, en lugar de ver que nace de una preocupación”. A su vez, en un artículo el teólogo Hans Küng recordó que el Papa había prometido un “oído abierto” y un “corazón receptivo”; sin embargo, consideró, Benedicto reaccionó con un “corazón de piedra” a los pedidos de reforma de la mayoría de los cristianos alemanes y se convirtió en el principal obstáculo para el entendimiento ecuménico con la Iglesia evangélica. El presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania (EKD), Manfred Kock, tachó la visita papal como “una demostración del centralismo romano”. Alrededor de 100 legisladores de los partidos Verde y La Izquierda no acudieron al Parlamento por estar en contra de la visita del Papa al Bundestag. Legisladores de esos partidos criticaron, además, los gastos que el gobierno federal hizo por la visita del pontífice y lo acusaron de no transparentar esas erogaciones.
“Tenemos que aprender a vivir con los escándalos y trabajar contra los escándalos desde el interior de la gran red de la Iglesia”, fue la respuesta papal a esta crítica situación en Alemania, además de pedir a los creyentes “no abandonar la Iglesia por casos de pederastia”.
REDACCIÓN M SEMANAL
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