10/05/2011

Después de Libia, EU anuncia sus próximas guerras por los hidrocarburos de África

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
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Imagen de archivo de una terminal petrolera en Zueitina, Libia, retomada por los rebeldes el 27 de marzo a las fuerzas leales a Muammar KadafiFoto Reuters

El tiempo y los actos, juzgables en retrospectiva, de los figurantes bélicos, han develado las verdaderas intenciones de la banca de la OTAN, prácticamente en bancarrota, que busca resarcir en África sus cuantiosas pérdidas mediante el saqueo de sus recursos primarios –primordialmente, los hidrocarburos: la verdadera joya geoestratégica del planeta– y cuyo modelo operativo, bajo la hipocresía de la defensa de los derechos humanos, lo constituyó la invasión a Libia.

Una de las consecuencias del obsceno saqueo multidimensional de Libia por la banca de la OTAN (ver Bajo la Lupa, 28/08/11; y [youtu.be] de mi conferencia en Caracas) fue la instalación en sus entrañas del Comando para África (Africom), tajantemente rechazado por la Unión Africana, de 53 miembros.

Africom, apenas añeja de tres años, experimentó en Libia las operaciones de amplio espectro (sic), como el Pentágono incluye a las charlas diplomáticas (sic), ayuda humanitaria (sic), entrenamiento de las tropas nativas (sic) y operaciones de combate, según John Bennett (The Hill, 22/9/11).

Ya había alertado que entre las causales del viraje geoestratégico de Rusia (ver Bajo la Lupa, 2/10/11) en el amplio espectro de las recientes afrentas a Rusia y a China, se encontraba la ponencia irredentista de Johnnie Carson –secretario asistente de Estado para asuntos africanos de Estados Unidos– durante la Conferencia de Aire y Espacio de la Asociación de la Fuerza Aérea.

En el más depurado estilo del añejo colonialismo europeo decimonónico –en su quintaesencia británico–, después de confesar su influencia determinante en el derrocamiento de Kadafi, Johnnie Carson reveló la disposición de Obama para promover una serie de guerras permanentes (sic) en África.

Por serendipia divina, los pletóricos depósitos de armas (que incluyen misiles) de Libia han empezado a propagarse como metástasis bélica, lo cual no ha podido ser impedido por las fuerzas especiales de la OTAN ni el títere gobierno nacional de transición, quienes quizá prefirieron dejar pasar y dejar hacer, en el más puro estilo neoliberal, el incontrolable flujo del libre mercado de las armas de fuego, con sus archiconocidas redes de contrabandistas del crimen trasnacional muy bien organizado bajo la cobertura selectiva y delictiva del G-7.

Por azares del destino, los pletóricos depósitos de armas del derrocado régimen kadafista fueron capturados por los integristas rebeldes islámicos adscritos a Al Qaeda, quienes controlan extraña y militarmente Trípoli y quienes habían regresado a tiempo de sus anteriores misiones en Irak y Afganistán.

Nada menos que el veterano jihadista de Al Qaeda en Asia Central, Abdelhakim Belhadj, controla militarmente Trípoli (Réseau Voltaire, 7/9/11), lo cual desnuda toda la falsedad de la banca de la OTAN y su agenda oculta.

¿Constituyen la súbita proliferación de armas y la teledirigida eclosión de Al Qaeda, la coartada idónea de Estados Unidos para, primero, dizque combatir el terrorismo islámico y, luego, controlar los hidrocarburos del continente africano en vías de balcanización?

Con palmaria sinceridad, Johnnie Carson adujo que Estados Unidos debía intervenir militarmente en África ya que sus hidrocarburos son cruciales para la economía de Estados Unidos. Como no deben ser controlados por el terrorismo islámico de Al Qaeda, ergo, Estados Unidos tiene la obligación de mantener el libre flujo de esos estratégicos recursos.

Johnnie Carson maneja impecablemente las cifras: África abastece 18 por ciento de las importaciones petroleras de Estados Unidos, de las cuales Nigeria (su principal abastecedor africano) provee 8 por ciento, que le pisa los talones a Arabia Saudita, hoy principal suministradora de China, lo cual, a mi juicio, coloca ominosamente al reino wahabita en la mira de la desestabilización geopolítica.

Angola, que acaba de resucitar de una larga guerra civil, se posiciona como el segundo abastecedor de Estados Unidos, detrás de Nigeria.

Según US/EIA, sus seis principales abastecedores en 2010 fueron: 1) Canadá; 2) México; 3) Arabia Saudita; 4) Venezuela (¡súper sic!); 5) Nigeria, y 6) Angola.

Cautiva el pensamiento de que de las tres amenazas terroristas islámicas de Al Qaeda a los intereses energéticos de Estados Unidos hayan sido citadas por el general Carter Ham (AP, 14/9/11), mandamás del Africom: 1) Nigeria (donde opera Boko Haram); 2) Argelia –donde asuela la rama maghrebina de Al Qaeda (AQIM, por sus siglas en inglés) que, por lo visto, posee varias franquicias globales–, y 3) el este de África, primordialmente en Somalia (donde pululan los piratas de Al Shabab, presuntamente teledirigidos desde Londres, según The Guardian; ver Bajo la Lupa, 20/5/09).

¿Son meras coincidencias que Nigeria sea la principal potencia petrolera africana; que Argelia sea la primera potencia gasera del continente, y que Somalia se encuentre en el superestratégico estrecho de Bab Al Mandab (uno de los puntos de estrangulamiento del paso de los hidrocarburos a India y China)?

En perfecta sincronización con el dramático giro político de Estados Unidos en África, Debka (4/10/11), adefesio de la desinformación y presunto portal del Mossad, anuncia una reseña especial sobre la resurgencia de Al Qaeda en el Medio Oriente y África.

Por hoy me concretaré a disecar sucintamente tanto a Boko Haram (de nombre kilométrico: Jama’atu Sunna Lidda’Awati Wal-Jihad, que significa Grupo Comprometido con la Difusión de las Enseñanzas del Profeta y el Jihad y que busca la imposición de la ley islámica sharia), que me huele a una teratología de la CIA y opera básicamente en el norte de Nigeria, como al misterioso Movimiento para la Emancipación del Delta del Niger (MEND, por sus siglas en inglés), en el sur del país, y consagrado a sabotear la infraestructura petrolera, secuestrar a los trabajadores de la industria y robar petróleo para venderlo en el mercado negro, lo cual ha contribuido a los picos del precio del petróleo y a la ubicación prioritaria de Nigeria en la lista de los países críticos para la seguridad (¡súper sic!) energética de Estados Unidos, según Stratfor (17/3/09), centro de pensamiento texano-israelí y verdadero monumento a la desinformación, el cual ya le había dedicado una extensa investigación.

Johnnie Carson enfatizó que Argelia se había convertido en el primer abastecedor del gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés) a la costa este de Estados Unidos y proyectó que en las próximas décadas las exportaciones tanto de gas como de petróleo de África se incrementarán en 25 por ciento del consumo estadunidense.

Las importaciones de gas natural (GN) por Estados Unidos son prácticamente provistas en su totalidad por Canadá (3.3 millones de pies cúbicos).

En paralelo, las importaciones de gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés) equivalen a 13 por ciento del GN y cuyos principales proveedores son: Trinidad y Tobago, Egipto, Qatar, Nigeria, Yemen, Noruega y Perú.

John Bennett considera que la apuesta de Estados Unidos en África es elevada por haberse vuelto más dependiente de su petróleo que del de Medio Oriente.

Ahora se entiende perfectamente la multidimensionalidad de la conquista de Libia por la insolvente banca de la OTAN, lo cual incluye la adicción de Estados Unidos por los hidrocarburos ajenos.

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