Para dilucidar los significados de este hecho conviene recordar que a raíz de la despenalización del aborto en el Distrito Federal, en abril de 2007, y de la decisión de la SCJN sobre su constitucionalidad, en 2008, se produjo la reacción de la Iglesia católica y de los grupos conservadores del país, que llevó a las legislaturas locales, en 17 estados de la República (con lo que suman 18), a introducir reformas en sus constituciones –cambios cuya identidad con preceptos vaticanos puede demostrarse–, por medio de las cuales se define el cigoto como persona y, consecuentemente, se criminaliza el aborto, se imponen distintos tipos de sanciones a las mujeres que recurren a esta práctica e incluso ya han significado la cárcel para algunas de ellas (generalmente las más pobres) en Guanajuato y otras entidades federativas.
Ante esto, la Procuraduría de Derechos Humanos y de Protección Ciudadana del Estado de Baja California interpuso en 2009 un recurso de inconstitucionalidad contra el artículo 7 de la Constitución reformada en esa entidad, por considerarlo lesivo a los derechos de las mujeres, y lo mismo hizo ese año un grupo de legisladores de San Luis Potosí para impugnar ante la SCJN la modificación al artículo 16 de su Carta Magna. Éstos son los dos casos sobre los que se pronunció la semana pasada la SCJN. El resultado fue que, si bien la mayoría de los ministros (7) estuvo a favor de los demandantes, no se alcanzó la mayoría de votos necesaria (8) para declarar inconstitucionales las reformas en esos estados, por lo que los cambios impulsados por la Iglesia seguirán vigentes.
Hay en esto un mensaje, consistente en que las reformas citadas –que por sus efectos nos remiten al medievo– no podrán revertirse por ahora mediante la Suprema Corte (hago un paralelismo con el oscurantismo medieval, pues si bien en algunos casos las sanciones no consisten en la cárcel, sino son más benévolas
, como sostuvo la ministra Margarita Luna Ramos, incluyen tratamientos médicos, sicológicos o educativos, que resultan humillantes, pues a las mujeres que abortan se les trata como enfermas, locas o deficientes mentales). El resultado en la SCJN muestra que existe un candado, integrado por una minoría de ministros (4), que impide revertir en esa instancia judicial las reformas ya citadas en los 18 estados o en otros en los que la intromisión religiosa sobre las leyes mexicanas eventualmente pudiera imponerse.
Pero esto es válido también en el sentido inverso. La mayoría de ministros no permite, como ya ocurrió en el caso del Distrito Federal, cancelar por la vía de la impugnación constitucional los avances que pudieran darse en el futuro en los congresos locales o a escala nacional en la despenalización del aborto y en garantizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. En otras palabras, el estatus del embrión humano en la SCJN entra en un impasse. Cualquier modificación en este estatus –que tiene implicaciones no sólo en el caso del aborto, sino además en distintos campos médicos y científicos, como el empleo de anticonceptivos, las tecnologías de reproducción asistida y la investigación con células embrionarias–, se encuentra hoy en México en el territorio del Poder Legislativo y en su conformación, por lo que los resultados en los procesos electorales, en los niveles estatal y nacional, adquieren especial relevancia en estos temas.
Por ello, el Partido Acción Nacional (PAN), que ha convalidado en los años pasados la participación de la Iglesia en la definición de las políticas públicas, se ha movido simultáneamente en varias pistas. Una ha sido la propia SCJN. El licenciado Felipe Calderón sometió al Senado la decisión de retirar la Declaración Interpretativa formulada por México al artículo 4 de la Convención Americana de Derechos Humanos, la cual establece que dicha disposición no constituye obligación de legislar para proteger la vida desde la concepción. El mensaje fue recibido abiertamente con beneplácito por algunos ministros del ala conservadora de la SCJN. Por otra parte, aunque a mi juicio se trata de una acción sólo de tipo propagandístico, pues falta que lo aprueben los senadores, esta iniciativa sirvió además para reafirmar la adhesión de Calderón a los principios del catolicismo, guiado por la hipótesis (o el mito) de que los ministros de este culto pueden inducir el voto de la mayoría católica.
Adicionalmente el PAN, en una declaración que podría interpretarse como control de daños
posterior a la decisión de la SCJN, y pensando en el voto femenino en las próximas elecciones, ha ofrecido conciliar los derechos de los no nacidos con los de las mujeres (¿?), por lo que su partido promoverá reformas a los códigos penales para que se incluyan disposiciones que eviten el encarcelamiento. Falta ver si en los procesos electorales que se avecinan las mujeres mexicanas caerán en esta trampa.
Lo anterior muestra que el debate sobre el aborto seguirá abierto en nuestro país en los próximos años.
Si una mujer menesterosa, de los muchos millones cuya vida ciertamente no es protegida en lo absoluto, se ve de pronto enfrentada al drama humano extremo de haber concebido sin proponérselo, y ahora tiene dentro de su ser unas células nuevas que un día serán un ser biológico, que será como su madre por necesidad un miserable como los muchos millones que genera el arreglo
sociopolítico mexicano, debe tener el derecho de evitar que ese ser biológico se forme: es su cuerpo.
Las palabras del doctor Muñoz Rubio: Se admite desde hace casi dos siglos, cuando Theodor Schleiden y Mattias Schwann emitieron su teoría celular, que existe una unidad mínima de materia viva que puede existir de manera autónoma a las demás. Esta unidad es la célula. Todo ser vivo está compuesto de pequeñas unidades de vida llamadas células. Algunos seres vivos, llamados unicelulares, al mismo tiempo que son una célula, son un individuo biológico, pero solamente ellos
.
En el caso del ser humano, “tanto espermatozoides como óvulos son células, unidades de vida al igual que las neuronas, los leucocitos, los hepatocitos o los odontoblastos. Cuando un espermatozoide fecunda a un óvulo, se forma una nueva célula, distinta a las dos que le dieron origen, pero sigue siendo una célula. La diferencia fundamental es que esa nueva célula contiene la información genética de los dos potenciales progenitores del individuo que está por producirse, pero que aún no lo es. El hecho de que esa célula-huevo sea el resultado de esa fecundación del gameto femenino por parte del masculino, no le confiere el estatus de individuo biológico, pues no puede sobrevivir de manera independiente a quienes sí [lo son]… Solamente los individuos biológicos pueden desarrollarse y sobrevivir de manera independiente… En el caso de los vertebrados superiores, grupo al cual pertenece el ser humano, ni embriones ni fetos pueden considerarse individuos biológicos, pues carecen del desarrollo que les permite alcanzar esa independencia en su existir, aunque estén compuestos de células y, por lo tanto, hay vida en ellos, pero no individuación. Por esa sencilla razón, la destrucción de una célula o un conjunto de células cualquiera del ser humano no puede ser considerada un homicidio”. De hecho, agrego, en el parto mismo mueren millares de células, que ciertamente no fueron asesinadas.
Esto es suficiente, para quienes queremos adherirnos al conocimiento científico, para entender que una célula o dos o tres, no pueden sujetos de derecho y se les atribuya la condición de ser biológico ¡nacido!, como concluyeron los cuatro genios de la SCJN.
Esos cuatro sujetos de sotana mental: Guillermo Ortiz Mayagotia, Sergio Aguirre Anguiano, Margarita Luna Ramos y Jorge Pardo Rebolledo, nadie lo olvide, se han podido arrogar el derecho de negarle los suyos a millones de mujeres mexicanas, desde la mentalidad más ignorante sobre la reproducción.
Calderón dijo, inmiscuyéndose en las que no son sus atribuciones, “que el gobierno federal sostiene que ‘México refrenda un compromiso con el derecho a la vida, como un bien jurídicamente tutelado por el derecho mexicano’”: ¡¿México?!, ¿Calderón es México? ¿Es México una sola oscura mentalidad medieval? ¿Es de creerse que el Ejecutivo de un país supuestamente laico haga publicar a través del subsecretario de Asuntos Jurídicos y ¡Derechos Humanos! de la Secretaría de Gobernación, Felipe Zamora, un desplegado en el que rechaza el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo?
Nadie ha hecho tanto por dividir a la sociedad mexicana en los últimos tiempos como el gobierno panista, el clero y la clerigalla y probablemente ese santo Papa
que en su país de origen amplias masas exijan a gritos su defenestración.
Llueve a cántaros sobre mojado en este país, en mil desastrosos temas, y esos cuatro siniestros personajes del la SCJN y el Ejecutivo le agregan la bazofia de su moralina provinciana. En tanto, el gobierno se dedica a propiciar matanzas de mexicanos y entre mexicanos, seguramente también en defensa de la vida.
Ustedes, señores cuatro siniestros ministros, han creado la ficción jurídica de que las células son sujetos de derecho ¡como si se tratara de un nacido!
Nos gobierna la sandez.
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