SALUD
MUJERES Y SALUD MENTAL
Imagen retomada del sitio bienestar.salud180.com
Por: Alejandra Buggs Lomelí*
Cimacnoticias | México, DF.- La envidia es el sentimiento en el cual existe dolor o desdicha y se genera cuando no poseemos lo que otra persona tiene, ya sean bienes, cualidades u otra clase de cosas.
Socialmente la envidia es un sentimiento que generalmente se niega ante las demás personas y ante una o uno mismo, ya que la persona que envidia tiende a ocultarla porque implica la aceptación de una carencia.
Contrario a lo que suele pensarse, las mujeres no somos más envidiosas y competitivas que los hombres, lo que pasa, según Orbach y Eichenbaum, es “que cuando las mujeres tenemos dificultad para reconocer nuestras necesidades y deseos debido a la educación que nos ha sido impuesta, nos ‘asustamos’ cuando vemos que otras mujeres sí son capaces de hacerlo y en muchos momentos también ‘deseamos’ (envidiamos) lo que las otras hacen o tienen”.
De manera particular me parece que la envidia en las mujeres muestra, como bien menciona Orbach, “hasta qué punto las mujeres vivimos nuestros anhelos y deseos conflictivamente”, y por otro lado, descubrimos también hasta qué punto creemos y sentimos que no tenemos derecho a una identidad propia ni a ser merecedoras de ella”.
El mandato social al que generalmente respondemos las mujeres nos dificulta la posibilidad de hacernos a la idea de que como mujeres vayamos en pos de lo que desea y lo obtenga, y menos si desde niñas se nos ha negado la posibilidad de desear.
Según Orbach y Eichenbaum, la envidia tiende a ir acompañada de impulsos de competitividad, los que pueden ser una manifestación de sentimientos de insuficiencia y falta de confianza, aunque también pueden ser un signo de salud mental, pues pueden estar expresando “la energía que nos impulsa a las mujeres hacia la vida, hacia la autorrealización, hacia la diferencia y el derecho a ser ellas mismas”.
Así, la competencia entre mujeres puede adquirir tres formas: aspirar al reconocimiento, a luchar por realizarnos, y a ser vistas como seres individuales.
Esta competencia entre mujeres no tiene nada que ver con querer destruir a las otras mujeres, tiene que ver más con obtener satisfacción a través de nuestros logros profesionales, por pequeños que sean, aunque en realidad creo que no hay logro pequeño.
Por otro lado, es importante que reconozcamos que sentimos envidia, sin maquillarla con la acostumbrada frase de “me dio, envidia de la buena”. La envidia no es ni buena ni mala, simplemente es envidia y ya.
Después de reconocer que sentimos envidia, es importante poder compartirlo con las compañeras de trabajo o con las amigas, sobre todo si tenemos una relación afectiva profunda e importante para nosotras.
Hablar del sentimiento de envidia y tener una conversación sincera con nuestras amigas puede resultar complicado porque no estamos acostumbradas a darle un lugar a nuestro sentimiento de envidia, sin embargo, es importante ventilar el sentimiento para liberar nuestras diferencias.
Otra de las ganancias es que al hablar claramente podemos salvar relaciones que son importantes para nosotras.
Las mujeres poco a poco hemos construido formas nuevas de relacionarnos entre nosotras (desde la sororidad) y con el mundo, lo que no significa que no vivamos sentimientos de envidia, pero sí significa que parte de estas nuevas formas de relación es reconocer la envidia que podemos llegar a experimentar.
Es importante reconocer que no todas las mujeres tenemos las mismas opiniones, y empezar por aceptar las diferencias de opinión tanto en lo relacionado con asuntos privados como en el trabajo, nos ayudará a fortalecer nuestra individualización, de lo que depende que logremos las metas que nos fijamos en la vida.
Siempre será importante que las mujeres tomemos el ejemplo de otras mujeres que han logrado cosas que a nosotras nos gustaría alcanzar, identificar cuando sentimos envidia y al aprender de esas experiencias y realizar los objetivos que nos hemos propuesto, convirtiendo a la envidia en una especie de impulso que nos lleve a cumplir lo que nos hemos propuesto.
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*Psicóloga clínica, psicoterapeuta humanista existencial, especialista en Estudios de Género, y directora del Centro de Salud Mental y Género.
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