Editorial La Jornada
El
banco estadunidense Citigroup dio a conocer ayer que descubrió un nuevo
fraude perpetrado en su filial mexicana, Banamex, por otra empresa
contratista de Pemex. Al parecer se trata en esta ocasión de Evya,
propiedad del panista Javier Camargo Salinas, fundada en 1991 en Ciudad
del Carmen, Campeche, dedicada a prestar servicios de diseño,
ingeniería, construcción, rehabilitación y mantenimiento de
infraestructura petrolera en tierra firme y en el mar, y beneficiaria
de más de 400 contratos con la paraestatal.
Según la corporación financiera del país vecino, el caso de Evya
–que estaría involucrada en una afectación por cerca de 30 millones de
dólares– tiene
similitudescon el fraude cometido por la empresa Oceanografía, la cual recibió de Banamex préstamos a corto plazo por 585 millones de dólares respaldados por adeudos de Pemex que resultaron inexistentes.
Ha de recordarse que desde octubre de 2013 Evya fue denunciada ante
el Órgano Interno de Control (OIC) de Pemex Exploración y Producción
(PEP) por diversas irregularidades relacionadas con contratos por 10
mil millones de pesos para la construcción de dos hoteles flotantes. Al
presentar la documentación correspondiente, el secretario general del
PRD en Campeche, Luis García Hernández, pidió que se investigaran los
negocios de Camarco Salinas con Pemex y, en particular, con la
subdirección de PEP para Mantenimiento y Logística en Servicios
Marinos, que en la época en que se firmaron los contratos estaba a
cargo de Mario Ávila Lizárraga.
Aunque algunas irregularidades de Oceanografía eran conocidas desde
tiempo atrás en México –se sabía, por ejemplo, de las gestiones
indebidas que los hermanos Bribiesca Sahagún, hijastros del ex
presidente Vicente Fox, realizaron para que Pemex le otorgara
contratos, a pesar de que la empresa se encontraba inhabilitada–, no
fue sino hasta la indagación solicitada por Citigroup en Estados Unidos
que las autoridades nacionales empezaron a investigarla. En cuanto a
Evya, cabe preguntarse por qué no ha habido hasta ahora un
posicionamiento oficial sobre la denuncia presentada hace ya seis meses
en su contra.
Resulta
preocupante, por otra parte, que la propia Pemex, presunta afectada por
las operaciones irregulares señaladas, no haya emprendido acción legal
alguna, y que la Procuraduría General de la República no haya empezado
a activarse sino cuando un banco extranjero se declara estafado por
contratistas de la paraestatal.
Los hechos referidos parecen indicativos de un desinterés de las
autoridades federales por lo que es todavía, a pesar de la reforma
energética privatizadora operada el año pasado, una parte sustancial de
la propiedad pública de la nación. Contrasta con ese descuido la
diligencia con que reaccionan las instancias de procuración de justicia
ante una denuncia de Citigroup. Resulta inevitable, en tales
circunstancias, que muchos ciudadanos concluyan que la
institucionalidad del país se preocupa más en cuidar el patrimonio de
los accionistas de Citigroup que el de los mexicanos, presunción que,
por desgracia, parece encontrar plena correspondencia con el espíritu
de la reforma energética mencionada.
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