Un nuevo relato salvaje en la Muestra. Cenizas del pasado (Blue Ruin),
segundo largometraje del estadunidense Jeremy Saulnier, también
fotógrafo y guionista de la cinta, describe de modo áspero, sin
concesiones, el violento ajuste de cuentas de un hombre ordinario, el
vagabundo Dwight (Macon Blair), empeñado en vengar la muerte de sus
padres.
La aparente morosidad en que transcurren los días del protagonista,
domiciliado en su viejo automóvil Pontiac, esa ruina azul a la que
alude el título original de la película, se ve súbitamente alterada con
la noticia de la liberación de Wade Cleland, el asesino de su familia.
A partir de ese momento da inicio un esquema de represalia criminal,
basado en la ley del talión y fríamente calculado, que poco tiene que
envidiar a los relatos que integran el filme Un toque de pecado, del chino Zhangke Jia, exhibido en la pasada Muestra.
El joven realizador conduce su relato de modo magistral, desde la
ambientación en una región desolada del noreste industrial
estadunidense, hasta el diseño de personajes de personalidad compleja,
como el propio Dwight y su hermana, temerosa y a la vez deseosa de
revancha, o la siniestra e implacable familia Cleland, al borde casi de
la caricatura.
El relato, que progresa como un thriller de violencia
extrema, alcanza dimensiones de tragedia griega. La relación fraternal
marcada y sacudida por un idéntico impulso de venganza, en el que
Dwight se vuelve brazo armado de una hermana sumida en un rencor
callado, y el verse ambos enfrentados a una oscura familia que semeja
un siniestro clan de los Atridas, todo genera crecientemente la
sensación de una fatalidad irresistible.
El
notable trabajo de edición refuerza los momentos de tensión, como la
escena en un baño en la que un Dwight agazapado espera el momento
oportuno para su primer ajuste de cuentas, y también su presentación
como personaje anodino y a la vez inquietante, capaz de generar empatía
con su apariencia inofensiva y bonachona, y perturbar después con esa
frialdad con que ejecuta sus faenas más sangrientas.
En un estupendo giro narrativo, un personaje secundario, Ben (Devin
Ratray), amigo de Dwight y cómplice inesperado, añade intensidad a una
narración cercana y al horror y a la desesperanza.
Este relato salvaje de Saulnier muestra, a diferencia de los relatos
límite del argentino Damián Szifrón, una fina construcción dramática
menos atenta al efectismo visual y al agravio individual y sus
violentas repercusiones, que a la vorágine de barbarie que, de modo
trágico e irónico, reúne en un mismo plano a víctimas y criminales. Una
cinta formidable.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional, a las 12.30 y 15.30 horas.
Twitter: CarlosBonfil1
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