Una frase que se repite con insistencia en Ratatouille (Bird,
2007) es "anyone can cook", así es como el Chef Gusteau ilustraba su
visión sobre el arte de la cocina, un arte que no le pertenece a un
grupúsculo sino que está abierto a todo aquel que quiera aprender,
aunque sólo algunos logren hacerlo de manera realmente extraordinaria.
Alejandro Alemán
El Salón Rojo
Esa preocupación por el arte y quien lo ejerce está presente de manera preponderante en Tomorrowland, la nueva cinta de Brad Bird con guión de él mismo junto con Damon Lindelof (el de la serie LOST).
La trama, compleja y llena de giros de tuerca, tiene como protagonista
a Casey Newton (Britt Robertson), una chica adolescente, con grandes
aptitudes para la ingeniería, heredadas de su padre, también ingeniero,
que trabaja para la NASA. Sin embargo, el hombre está a punto de perder
la chamba luego de que la base espacial para la cual trabajaba será
desmantelada.
Casey recibe de manera sospechosa un broche que, al tocarlo, la
transporta de inmediato a este lugar fantástico y futurista llamado Tomorrowland,
un lugar de gente volando en jetpacks, monorrieles que surcan los
aires, naves espaciales y grandes rascacielos. Este mundo es creado y
habitado por las mejores y más innovadoras mentes (los llamados 'Plus
Ultra'), con el único propósito de continuar creando un mundo mejor. En
Tomorrowland el progreso es ley y destino.
Pero, ¿de dónde salió el pin?, ¿cómo se llega a ese lugar maravilloso?,
¿se trata realmente del futuro? En su búsqueda por respuestas, Casey
topará eventualmente con Frank Walker (George Clooney), un huraño y
pesimista individuo que vive en una casa llena de gadgets y que al
parecer sabe cómo llegar a Tomorrowland.
Si
hay algo que hace bien Bird en esta película es construir un momentum
de suspenso, donde las respuestas se ofrecen a cuentagotas, elevando el
misterio y haciendo que las escenas de acción tengan un peso dramático
más allá de ser simples obstáculos para la trama.
La gran estrella de esta cinta es el diseño de producción. Los breves lapsos en los que estamos en Tomorrowland
son apabullantes, sobre todo en una toma extendida en plano secuencia
donde seguimos a Casey, admirada, en su deambular por este lugar
maravilloso donde el progreso se huele y se palpa, al contrario del
mundo actual, lleno de cinismo, guerras, y muerte.
Las escenas de acción, que son varias pero sumamente bien filmadas, junto con el diseño de producción nos recuerdan al Minority Report de Spielberg, de la cual es obvio que Bird abreva en cuanto ritmo y estilo.
Estamos, además, en una película dominada por mujeres, ya sea la muy
competente Britt Robinson, o Raffey Cassidy, pequeña niña actriz que
resulta toda una revelación y que inyecta emoción y vértigo a la cinta.
Lo que hace de Tomorrowland
una experiencia decepcionante es el tono. Si bien Bird logra extender
el suspenso lo más que puede, este cae penosamente rumbo al final,
donde el velo se levanta para descubrir las verdaderas intenciones del
filme: estamos frente a una de esas cintas de mensaje, una oda al
optimismo, la ciencia y los emprendedores en tono aleccionador
Más afín a un panfleto o un comercial, Tomorrowland
se acerca peligrosamente a la charlatanería del nuevo management, donde
sólo los soñadores, los emprendedores (nunca el gobierno ni las
instituciones, y para el caso ni tus padres) serán quienes nos salven.
Lejos estamos de aquel "anyone can cook" del Bird de la era Pixar, aquí
sólo los científicos, artistas y soñadores, sólo unos cuantos, tienen
derecho de piso en ese futuro limpio (con estética de aeropuerto),
aséptico y donde los críticos y los pesimistas cuentan con el destierro
como única opción.
No sé si Bird (un auténtico prodigio que a
los trece años dirigió su primer corto animado) se vea a sí mismo como
uno de los 'Plus Ultra' que habitan Tomorrowland,
de ser así, esta película sería el exceso de la autocelebración; un
acto onanista que ensalza la dominación nerd actual: si los medios ya
son nuestros, el futuro también lo será, sólo hay que seguir soñando.
Anton Ego, el crítico de comida en Ratatouille, no tendría cabida en este mundo feliz de Brad Bird. Supongo que yo tampoco.
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