5/26/2015

Para entender a Córdova



Lorenzo Córdova, presidente del INE. Foto: Benjamin Flores
Lorenzo Córdova, presidente del INE.
Foto: Benjamin Flores
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Las expresiones de Lorenzo Córdova sobre las comunidades indígenas y los padres de los desaparecidos de Ayotzinapa pueden ser analizadas desde varias perspectivas. Ya he escrito respecto a algunas de ellas. Aquí abordo el tema con nuevos elementos que me parecen esenciales.
Primero. Las manifestaciones del presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) e integrante del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM constituyen lo que en psicología se conoce como acto fallido; es decir, la irrupción de un pensamiento sobre alguien o algo firmemente arraigado en el inconsciente sin pasar por el filtro de la conciencia. Así pues, dijo lo que piensa en realidad de los indígenas y de los padres de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, hecho que sigue vivo en el tejido social. No vale una disculpa, porque nadie puede disculparse de lo que piensa y de cómo concibe su entorno. Peor: No vale una disculpa al lastimar la dignidad de una persona o un grupo de personas por su origen.
Segundo. Es muy lamentable escuchar en voz de Lorenzo Córdova exclamaciones de discriminación, mofa y bullying contra las capas más desprotegidas de la sociedad mexicana. Lo es más por las funciones del INE, que implican albergar un sentido interno y externo de pluralidad y de altura cívica, así como el compromiso de contagiar las prácticas democráticas bajo el principio de inclusión, no de la exclusión de que hace gala Córdova con  palabras que dicen verdades verdaderas para él.
Tercero. Existe el presupuesto de que a mayor acceso a la educación, a la cultura y a la visión cosmogónica del mundo debe corresponder un mayor conocimiento y respeto sobre las asimetrías sociales y la diversidad de culturas que hacen del país una nación multiétnica y pluricultural. Córdova ha demostrado con sus palabras ser una excepción a la regla.
Cuarto. La intervención telefónica es, por definición, un delito si no está acompañada de la anuencia de los intervenidos. El contenido, no obstante, puede o no ser de interés público. Si es de trascendencia pública, como ocurre con el racismo de Córdova, tiene preeminencia sobre su derecho a la vida privada. Esto por tres razones: a) Porque el contenido de sus frases implica a su quehacer público; b) Porque la comunidad tiene el derecho a saber lo que se piensa de un tema que atañe a todos como país, y c) Porque tanto los interlocutores como el medio a través del cual se comunican son pagados con cargo a usted y a mí.
Quinto. La doble moral no puede ser característica de quien preside una institución que debiera promover la democracia. ¿Se imagina alguien al secretario ejecutivo de la CIDH, Álvarez Icaza, pensando y diciendo a un tercero las mismas expresiones de Córdova? Sería una aberración porque su tarea es precisamente la defensa de los derechos humanos. Además, la calidad de una democracia se mide por el respeto y reconocimiento de las minorías, teniendo el INE esa labor fundamental.

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