Cada tres años lo mismo
¿A
quién le importa que vayas a votar o no? ¿A quién le importa por quién
se vote? Sabemos que los candidatos de los distintos partidos
electorales no nos representan, nosotros no los elegimos, no los
conocemos, ellos tampoco nos conocen, ni tienen el menor interés en
resolver los problemas del país, ni en responder a nuestras
aspiraciones. No les interesa que no tengamos agua, no les interesa que
los productos básicos sean cada vez más caros, no les importan los
ejecutados, ni los desaparecidos, no les interesa el pueblo trabajador.
Sin embargo, nos dicen que “las elecciones son una oportunidad para participar en la toma de decisiones”.
¿Alguna vez un funcionario electo te ha preguntado tu opinión acerca de
temas importantes? ¿Nos preguntaron si nos alcanza nuestro salario
cuando aprobaron esos gordos aumentos a los impuestos? ¿Nos preguntaron
nuestra opinión cuando decidieron reprimir a los estudiantes de
Ayotzinapa o a los jornaleros de San Quintín? Si nadie nos consulta,
si no les interesa lo que queremos, si no quieren saber nuestra opinión
¿por qué insistir en que participemos en las elecciones?
Cada vez que hay elecciones oímos los mismos argumentos, las mismas
consignas y las mismas propuestas. Por un lado están quienes proponen
no participar en las elecciones, ya sea anulando el voto o no votando.
En esta posición tenemos a quienes opinan que como “todos son iguales”
y por eso no vale la pena molestarse en participar. Están también los
antipartidos, los que llaman a abstenerse o anular el voto sin embargo,
la acción se queda únicamente en la negativa individual a
participar, atrapada nuevamente en la coyuntura y resulta intrascendente.
Por otro lado, quienes alientan la participación electoral, proponen
que se vote, que se participe individualmente, dicen que no podemos “permitir que otros decidan por nosotros”, los
portavoces de la participación electoral quieren convencernos de que si
queremos cambiar la sociedad, el único camino, la única manera
aceptable de participar es ésta, de manera individual,
desorganizada, controlada y delegándole las decisiones a los “líderes”
a “los que saben”, a los corruptos aunque de ellos sea “el menos peor”.
En ambas posturas hay personas que por supuesto quieren
cambiar la situación del país, que están inconformes con la austeridad,
la explotación, la represión; podríamos pensar que la diferencia son
las formas en las que creen que es mejor mostrar su descontento sin
embargo, comparten un rasgo muy particular, ambas apelan a la acción de
las personas en tanto individuos, no están llamando a realizar acciones
organizadas. El dilema de votar o no votar se reduce a lo mismo:
que cada individuo haga lo que considere correcto, que actúe de manera
aislada esperando que su ejemplo sea suficiente, no sólo para provocar
que otros también actúen, sino que además, en un acto de auténtica
ingenuidad, creen que la suma de muchísimas acciones individuales puede
provocar auténticos cambios, pero ¿qué pasa si la suma de las
acciones individuales no tiene ningún efecto en la clase en el poder?
Qué pasa si como sea, gane quien gane, impongan a quien impongan, el
régimen le está apostando al individualismo, a que no nos organicemos,
qué pasa si en lugar de promover un auténtico cambio, nuestras acciones
individuales no son más que eso, una válvula de escape para el
descontento.
¿Hay alguna manera de salir airosos de esta coyuntura?
Sería mejor para el movimiento popular si nuestros esfuerzos se
avocaran a la definición e impulso de una plataforma unitaria de lucha,
que fuera capaz de reunir todos los arroyuelos del descontento en un
gran torrente de lucha. Lo cierto es que los burgueses son los que
ganan con las elecciones, el problema no es participar o no participar
en el ejercicio electoral, de lo que se trata es de plantear
alternativas que nos permitan luchar por los cambios que necesitamos,
que no dejen para “después de las elecciones” nuestras demandas, nuestras aspiraciones para una vida digna.
Al Estado no le conviene que el pueblo trabajador se organice, a los
poderosos les conviene que permanezcamos en calidad de individuos
aislados, desorganizados, inconformes pero incapaces de plantear
alternativas reales a la situación de miseria en la que vivimos
millones de trabajadores.
Participar o no en estas elecciones
realmente no cambia nada, quienes estamos convencidos de que el cambio
no sólo es necesario sino posible, y que para ello debemos cambiar no
sólo el gobierno sino las bases mismas de la sociedad capitalista,
queremos que sean los trabajadores quienes decidan, no sólo quien va a
administrar los recursos, sino en qué se van a gastar esos recursos, no
sólo quién va a gobernar, sino cómo debe gobernar. Desde FRAGUA llamamos
a tomar la coyuntura como una oportunidad más para organizarnos y
luchar unidos, bajo un mismo programa que corresponda a nuestras
necesidades, todos tenemos que participar en esta lucha contra los
opresores y los explotadores, esta lucha en la que estamos
dispuestos a vencer para arrebatarle a los burgueses, a los poderosos
nuestra libertad y nuestro derecho de elegir nuestro camino y la manera
de gobernarnos a nosotros mismos, es decir, construir con la lucha popular una nueva sociedad sin explotación, sin miseria ni opresión.
NOTA:
Este artículo fue publicado como parte de la sección DEBATE del No. 7 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 29 de abril de 2015.
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