El investigador analiza el impacto de crimen dentro de las manifestaciones culturales en México, en su libro ‘Nación criminal’.
(Foto: Redacción AN/ Ariel).
De El Zarco y Los bandidos de Río Frío
hasta la literatura de Élmer Mendoza o el cine de Luis Estrada, el
registro del crimen en la cultura mexicana ha cambiado. El ‘tortilla
western’ o los narcocorridos, son el espejo a través del cual se filtra
el presente de nuestro país. En Nación criminal (Ariel), el
investigador, Héctor Domínguez Ruvalcaba, analiza el impacto de la
delincuencia en las manifestaciones artísticas. “Para hablar de
criminalidad no sirven los archivos oficiales porque ya sabemos que
están truqueados; los medios en su gran mayoría se autocensuran; por
tanto los datos más contundentes están en las narrativas, la literatura
o el cine”, expone el autor en la siguiente entrevista.
En el libro apunta que la criminalidad se legitima a través
de la política, se frase tiene parece ser atinada para el momento que
vive el país.
En principio quería ser provocador con el título: Nación criminal. Sin embargo nadie se ha enojado. En México la estructura del Estado participa o se favorece de las actividades criminales por medio de acuerdos y pactos
a cambio de garantías de impunidad. Las reformas legales se hacen para
proteger ciertas áreas de la criminalidad, de lo contrario ya habríamos
resuelto la mayoría de los feminicidios, la trata de personas o lo
sucedido con la red de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre. En este
sentido, la fuga del “Chapo” no debería sorprendernos.
Dedica el libro a rastrear la aproximación de la cultura de estos fenómenos. ¿En qué momento estamos en este terreno?
Empecé a investigar en 2010, año de Bicentenario, y viajé por varias
ciudades de la república. Me topé con que buena parte de las artes
visuales aludían al crimen organizado, cadáveres, muertos, criminales;
recordemos que entonces se estrenó la película El infierno, que ya ni
nos hacía reír porque nos sabíamos todo. Para
hablar de criminalidad no sirven los archivos oficiales porque ya
sabemos que están truqueados; los medios en su gran mayoría se
autocensuran; por tanto los datos más contundentes están en las
narrativas, la literatura o el cine. Ahí es donde podemos tener mayor fe sobre lo que sucede.
¿El miedo cohesiona?
Sí, hay una cultura del miedo. Existe una organización social a su
alrededor, esto es visible en las ciudades fronterizas. La gente no
solo se condiciona por lo que dicen las mantas también teme a las
autoridades, ese ha sido el mayor problema de los activistas de
derechos humanos en el norte por eso hay un gran grupo llamado
Mexicanos en el exilio. La cultura del miedo se establece a partir de las normas que expide el crimen en lugares como Chihuahua o Tamaulipas.
¿Cuál es la línea que separa esta cultura del miedo de la apología del crimen?
Conviven en el mismo lugar. En Hermosillo conocí a un cantante de rap
local, en su estudio lo mismo graba a hiphoperos que narcocorridos. Su
lema es: ‘trabajo para quien me contrate’. A un compositor del
narcocorrido lo secuestraron en un hotel y con todos los servicios y
más incluidos, pero no lo dejaron salir hasta que terminara la canción.
Creo que la mayoría de quienes producen este tipo de expresiones
culturales y de apología lo hacen porque están amenazados.
En algunos lugares los narcocorridos ya están prohibidos.
Canciones de gente como el Komander, deberían prohibirlas porque se
expresan con lenguaje de narcomanta. En contraste tenemos a Los Tigres
del Norte que apelan a una moralidad perdida y a un sentido crítico.
Así que depende de cuál es la calidad moral del narcocorrido. No
podemos negar que esa cultura existe.
Apunta también que la cultura del miedo es una forma de controlar a la gente.
Sí, ahora estamos en una cultura del miedo que se queda en lo
publicable. Hay una Regina Martínez o un José Luis Blanco, gente que se
atrevió a denunciar lo que estaba pasando. Predomina la prensa
autocensurada, veo una sociedad que te pone el dedo en la boca para que
te calles. Donde se censura hay dictadura. ¿Qué esperamos para
reconocerlo? Hay filtros, retenes de uniformados, año con año
desaparecen miles de personas. Todos estos rasgos los leí en las
dictaduras de Sudamérica con la diferencia de que aquí no gobiernan
militares.
¿En términos de la narrativa del crimen, de Los bandidos de
Río Frío a lo que hace Teresa Margolles o Yuri Herrera, ¿cuáles son los
principales cambios?
A la literatura de bandidos del siglo XIX, la manejo bajo un esquema de
bandidos insurrectos frente a mercenarios, se mantiene hasta los años
treinta. La aparición del corporativismo priista alcanza incluso al
crimen con las guardias blancas, los esquiroles, los infiltrados, etc.
En el documental Los ladrones viejos,
podemos ver como el gobierno controla a los criminales. En cambio las
narrativas de finales del siglo XX pertenecen la era de cuando el
Estado es dominado por las organizaciones criminales y es donde estamos
en este momento.
Los críticos de lo que se llama literatura del narco
argumentan que es un subgénero que se queda en la superficie y no
trasciende a la coyuntura.
Percibo una censura de la literatura del narco a partir de señalarla
como frívola, banal o comercial. Este tipo de críticas provienen de
sectores conservadores, eso lo lees en Letras Libres
que me parece lo más conservador que tiene el medio literario mexicano,
o en reuniones como Hay Festival, desde donde se dice que la literatura
debe evadir lo concreto. Polémicas similares ya las vimos con la novela
de la revolución mexicana, pero en este momento no hay mejor método
para conocer la revolución que estos libros. Conozco a Élmer Mendoza y
se hasta donde llega, quisiera ver a uno de estos críticos meterse al
fondo del problema; es fácil hablar desde un escritorio en Coyoacán.
Hay buenos y malos escritores pero el tema de la criminalidad se debe
manejar y en México se aborda desde la provincia porque ahí lo padecen;
desde el Distrito Federal el mundo se ve de otra manera. Hay que salir y dejar de pensar que la gran literatura se hace en la Ciudad de México.
Conviene recordar que Hernando Cortez inauguró la mordida un 30 de Diciembre en Zempoala Veracruz y que durante la colonia, la Nueva España era solo una cjha de resonancia de la corrupta y rapaz aristocracia española donde se practicaban toda clase de chanchullos legale e ilegales prinicpalmente por las oligaquias poblanas y de las cudad de México.y en terminos generales ha cambiado muy poco
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