No
parece haber mejor imagen para describir al gobierno de Enrique Peña
Nieto que el del hombre que, caído en las arenas movedizas, mientras
más se mueve para salir de ellas más se hunde. Y es que inmerso en las
arenas movedizas de los escándalos de corrupción, de la evidente
ineficiencia para conducir la economía, de la participación directa del
gabinete peñanietista en la fuga del Chapo Guzmán, del fracaso de las
llamadas reformas estructurales y de la baja en los precios del
petróleo, Peña Nieto insiste en gobernar como si gozara de gran
prestigio y amplio consenso social.
A la muy larga serie de
errores cometidos por su gobierno en los últimos dos años y medio,
ahora Peña Nieto se ha empeñado en destruir a la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE). Y en una clásica operación de
pinzas, primero desaparece el Instituto Estatal de Educación Pública de
Oaxaca (IEEPO) y acto seguido fragua la aprehensión y consignación
penal de los principales líderes de la CNTE.
Para tomar esas
dos perversas medidas, Peña Nieto ha contado con la mansedumbre, la
servidumbre y la podredumbre del gobernador de Oaxaca, Gabino Cué
Monteagudo. Pero es necesario reconocer que Gabino Cué se dobló sólo
hasta el final, hasta que la Secretaría de Gobernación lo amenazó con
el expediente de la desaparición de poderes e incluso con un juicio
penal por corrupción y ejercicio indebido del servicio público.
Pero aunque finalmente de dobló, Gabino Cué sabía lo que hacía.
Entendía que el camino de la represión no resolverá los problemas y que
incluso los agravará. Que reprimir a la CNTE es como echarle gasolina
al fuego. Que la represión policiaca, judicial y militar incrementará
la inestabilidad social presente en Oaxaca en los últimos años.
Pese a su flaqueza final, Gabino Cué se había negado a seguir los pasos
de su antecesor, Ulises Ruiz, quien se valió hasta de métodos
represivos ilegales, como el uso de golpeadores, francotiradores y
otros asesinos profesionales para combatir a la insurgencia popular
oaxaqueña.
Muy poco tardarán Osorio Chong y Peña Nieto en
darse cuenta de que la represión administrativa y policiaca-judicial
les traerá más y mayores problemas. La CNTE es un movimiento de masas y
no una pequeña mafia como la que encabezó por décadas la hoy presa Elba
Esther Gordillo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE).
Para acabar con la indisciplina que
empezaba a nacer en el SNTE, bastó con meter a la cárcel a la de pronto
insumisa lideresa. Pretender la reedición de la medida con el líder o
con los líderes de la CNTE significa que ni Osorio Chong ni Peña Nieto
comprenden el tamaño y la fuerza del adversario. Una organización de
masas combativa y experimentada y con presencia estatal, regional y en
algunos casos hasta nacional, como la CNTE, no es comparable con el
grupúsculo de lidercillos corruptos que medraban y siguen medrando en
en el SNTE.
Osorio y Peña están trabajando inconscientemente
para revitalizar a la celebérrima APPO, la combativa e indomable
Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, la que nació en el año 2006
justamente para apoyar la lucha de entonces de la Sección 22 de la
CNTE. Y ya se sabe, por la experiencia vivida, que para combatir a la
insurgencia popular oaxaqueña, Osorio y Peña tendrán que acudir a una
represión feroz. Y se sabe igualmente que para solucionar conflictos la
sangre y la cárcel no ayudan. Al contrario.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor. com.mx
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