Las
elecciones intermedias, primeras del régimen de Peña Nieto, han
mostrado el repudio del pueblo a la política neoliberal del gobierno,
que a sangre y fuego quiere imponer las reformas estructurales. El
abstencionismo es el catalizador principal del rechazo a la farsa
electoral. La protesta el día de las elecciones y la ola de violencia
que ocasionó, asesinatos de candidatos inclusive, no tiene precedente
alguno en este tipo de elección. Todo esto aunado a la represión post
electoral y a la continuidad de las protestas, dejan claro el
empantanamiento en el que se encuentra el gobierno de Peña Nieto, que
no puede solucionar los problemas a los que se enfrenta, sobre todo los
económicos, pues la economía no crece, aun con la entrega del petróleo,
los hidrocarburos y las fuentes de energía. Al contrario, hoy sus
aliados más cercanos se rebelan contra el Estado, exigiendo protección
para sus productos, caso concreto el acero, donde el Director General
de AHMSA, Alonso Ancira, amenaza con despedir a más de 8,500
trabajadores si el Estado no le aplica aranceles al acero procedente de
China, Rusia e India, aun cuando él como presidente del Consejo de
Administración de AHMSA, tiene firmado contratos con los chinos por
medio de una subsidiaria de ese consorcio minero, por la venta de
concentrado de fierro por 10 millones de toneladas anuales, durante 20
años. Esa materia prima pertenece a la Nación mexicana y aun así el
presidente Peña Nieto atestiguó ese contrato en su gira por Asia.
Haciendo caso omiso del cinismo e hipocresía de este empresario, debe
decirse que en la época del dominio universal de los monopolios
globales, parece absurdo pensar en un Estado proteccionista, al estilo
del siglo XIX.
Otro problema es la devaluación constante de
nuestra moneda respecto al dólar que ya alcanzó los 16 pesos por un
dólar, abaratando la mano de obra y acrecentando los precios de la
canasta básica, pero sobretodo, incidiendo negativamente en la balanza
comercial, ya que nuestras importaciones superan en más del 22% a
nuestras exportaciones. Poniendo como referencia los datos del INEGI de
enero del 2015, en donde exportamos 189.4 mil millones de dólares e
importamos 231.2 mil millones de dólares, resulta una balanza negativa
de -41.8 mil millones de dólares. De mantenerse estable esta
devaluación, nuestra balanza comercial crecerá negativamente cerca del
10% mensualmente.
Es precisamente la importación de acero uno
de los rubros negativos en la balanza comercial y es que la industria
nacional no ha tenido la capacidad para crear el acero de calidad que
consume la industria automotriz, ni el acero para crear los bienes de
capital en la industria pesada. Además, los acereros nacionales han
entregado sus empresas al capital trasnacional, caso Monterrey, donde
los industriales del acero vendieron a Ternium y a Arcelor Mittal sus
empresas siderúrgicas, baluarte de la industria acerera nacional, del
llamado sector privado. Hoy los consorcios del acero, o como nosotros
les llamamos monopolios globales en México, ejercen una competencia a
muerte por el mercado nacional primero, y por el mercado de los Estados
Unidos de Norteamérica, el más grande del continente, y que desde los
años 80s del siglo pasado, en aquel país se suspendió la producción de
acero, por contaminante, en cumplimiento de las normas ambientales y
ecológicas, comprando en el exterior todo el acero que necesita, el
cual debe cumplir con los requisitos de calidad y precios bajos. Los
industriales mexicanos se quedaron rezagados por no cumplir con esos
requisitos, salvo algunas excepciones. Somos importadores netos de todo
el acero laminado que utiliza la industria automotriz, y la producción
de acero que es para el consumo doméstico llega a poco más de 18
millones de toneladas al año, insuficiente para una demanda de 23.1
millones de toneladas.
Arcelor Mittal produce acero para la
planta automotriz en su nueva planta en Alabama, y desde ahí exporta a
México su producto. Esta empresa que trabaja con capital de la India,
es la más grande del mundo y desde hace varias décadas viene importando
y exportando acero en México. Ha desplazado del mercado a sus
competidores mexicanos, mediante la compra del alto horno de las
Truchas que le compró a Villacero de la familia Villarreal, de los
acereros de Monterrey y el de de la colada continua que obtuvo de
AHMSA. Ambas empresas pertenecían al grupo Sidermex y fueron vendidas
después de la privatización. Hoy esta empresa es la mayor productora de
acero en México con el 24% de la producción total, le sigue AHMSA con
el 21.7%, luego Ternium con el 19.8%. Esta última empresa cuyo capital
mayoritario es de Japón, tiene su nueva planta en Pesquería Nuevo León.
Y producirá 1000 toneladas de acero automotriz y va por más, ya que
está construyendo una termoeléctrica que abastecerá sus plantas de
energía eléctrica para abaratar sus productos. Estas dos empresas,
Ternium y Arcerol Mittal, son las que desplazaran del mercado nacional
a AHMSA. Hoy se unen, disfrazándose de empresas nacionales, contra las
exportaciones chinas que son más baratas y de buena calidad y que
venden acero automotriz a México y acero de bienes de capital para la
industria pesada, pensando primero en desplazar a su rival en
competencia, pero su origen las llevará a la lucha por el mercado
nacional caiga quien caiga. La otra empresa que entra a la competencia
es de acero que produce el 14% de la producción total de acero en
México.
Para muestra basta un botón, podemos agarrar
cualquier rama de la producción y es lo mismo: deficiencias, mala
calidad por falta de tecnologías, burocratismo excesivo es lo que queda
de la industria nacional enfrentada a la competencia de los grandes
monopolios globales.
Esta falta de solución a los problemas
políticos y económicos se refleja en los problemas sociales que se
acrecientan y que se vuelven insolutos, mostrando en nuestro país, la
crisis terminal del sistema capitalista.
Fernando Acosta Esquivel es el secretario General del Partido de los Comunistas (México)
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