Se confirman las sospechas. Bien sea dicho: que hablando de los halcones
gringos, piensa mal y acertarás. Pues ahora resulta que sí. Apenas hace
unos días se difundió en México la información del portal especializado
DeSmongBlog, que revela los correos electrónicos de Hillary
Clinton en sus tiempos como Secretaria de Estado (entre 2009-2013),
donde se asienta que intervino en la creación y consumación de la
reforma energética llevada a cabo por el gobierno de Enrique Peña
Nieto, operando a través de tres cabilderos (sorry, tink tanks): Carlos Pascual, David Goldwyn y Neil Brown.
Lo que se confirma es la traición.
O como dice el senador Manuel Bartlett Díaz, “hubo contubernio del
presidente de México para entregar las riquezas del país”. “La reforma
abrió el sector energético mexicano al capital privado y fue impulsada
y aprobada para servir a Estados Unidos, como demuestran los mensajes
desclasificados de la entonces secretaria de Estado.”
En
otras palabras, la serie de acciones concertadas desde el Departamento
de Estado de EUA, representan una muy grave violación a la seguridad
nacional de México. Y una serie de acciones de alta traición por parte
de autoridades mexicanas, a partir de Presidencia, el Congreso de la
Unión y los partidos políticos que operaron bajo la artimaña conocida
como “Pacto por México”, para sacar a flote las últimas “reformas estructurales” con tendencia neoliberal desde los tiempos delamadridista-salinista y corifeos que le siguieron y le traían ganas a Pemex.
Medidas que confirman lo que ya se sabía: que México se encuentra en la
órbita imperial estadounidense, y una muestra de ello es la llamada
reforma energética que aprobó el actual Congreso y rompió la única, más
grande e importante empresa de los mexicanos: Petróleos Mexicanos, sin
dejar de lado la electricidad y otras energías alternativas que
igualmente entraron al redil.
Violación a la seguridad nacional del país por muchas razones, entre las principales destacan:
1) el entreguismo de los gobiernos calderonista-peñista a los designios imperiales de los gringos;
2)
el seguimiento dado por diputados y senadores (así con minúsculas), a
una serie de cambios constitucionales (se reformaron tres artículos de
la Carta Magna en diciembre de 2013), con la finalidad de abrir la
participación de las empresas privadas a la industria energética
nacional en todas las áreas de la actividad en Pemex, desde la
extracción y el procesamiento hasta la venta;
3) la
permisibilidad a que otros actores, como el caso del exembajador Carlos
Pascual, hayan intervenido directamente en el procedimiento desde la
embajada gringa en Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, en
defensa de sus propios intereses;
4) el cuidado de
intereses ajenos a México, siendo que la empresa Pemex es estratégica
para la generación de recursos, en su caso siempre que se reprogramase
su vocación, y la recuperación económica nacional;
5) una
muestra más del sometimiento o acordonamiento de México a la órbita de
la seguridad de “América del Norte” según los preceptos del Northcom y
antes de los Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el Plan
Mérida;
6) las sucesivas muestras de sometimiento del país
a los intereses del vecino del norte, al parecer han sido insuficientes
para la elite del poder en México, porque presidentes van y vienen y
siguen con las mismas prácticas de sujeción a los designios
imperialistas;
7) en México no se han dado cuenta los gobiernos, panistas y priistas, que la llamada guerra
contra las drogas (jugoso negocio también) ha servido de temible y
criminal distractor para avanzar en terrenos que realmente interesan a
los gringos, como es el de su seguridad energética.
Hillary
operó desde Washington como Secretaria de Estado. No porque supiera que
luego, como lo está ahora, llegase a ser postulante a la candidatura
presidencial demócrata —se sabe que no llegará por los muertitos
que tiene bajo las alfombras—, sino porque lo hacía en defensa de los
intereses de las empresas petroleras gringas. Hoy se dice que la acción
de tink tanks como Pascual obedeció a los fines de empresas
como la ExxonMobil, Chevron, British Petroleum, el Instituto Americano
del Petróleo y productores independientes de petróleo de Estados Unidos
(según DeSmong). ¿Quién traiciona a quiénes?
Carlos
Pascual fue bien recibido en Washington por Obama tras su renuncia el
sábado 19 de 2011 desde su centro de operaciones en México, tras el affaire revelado por WikiLeaks.
En su momento describimos esta situación como sigue: “A simple vista,
parece como si el otrora flamante embajador de Estados Unidos en
México, Carlos Pascual, saliera derrotado una vez que
presentara su renuncia al presidente Barack Obama el sábado 19 y le
fuera aceptada —no sin ‘pesar’— por Hillary Clinton, jefa del
Departamento de Estado de su país, tras el affaire Wikileaks. Simples apariencias. Porque se puede decir cualquier cosa, menos que de México Pascual se va raspado.
“Todo lo contrario, porque al gobierno de su país le entrega buenas cuentas. No en balde, tras la declaratoria al The Washington Post de Felipe Calderón, sobre el ‘no me ayudes compadre’ y la desconfianza ganada a pulso hace casi tres semanas, Pascual recibió el espaldarazo
de Obama [‘él es nuestro embajador’] y del vocero del Departamento de
Estado Philip Crowley: “Estados Unidos no tiene planes” de cambiarlo.
La propia secretaria Clinton, apenas el sábado 19 alabó el trabajo del
ahora exembajador Pascual; además le pidió participar en la ‘transición
ordenada’, hasta en tanto llegue el nuevo representante de su país a
México.” (“Pascual, secuelas de riesgo”, 22/marzo/2011, en http://bit.ly/1PCOaEu).
Sigue aquella reflexión (disculpando la cita). Experto en Estados fallidos, las acciones de Pascual —al paso de su gestión— más tomaron el matiz de trabajar para desestabilizar
a México por su intromisión en asuntos de seguridad nacional y
directamente en todos los temas de la guerra contra el crimen
organizado [y sus propias decisiones], que en contribuir —como él mismo
dijo recién nombrado embajador en 2009—, en alentar el avance de México
como un nuevo integrante del G-16 o del G-20. O como brindar el
tratamiento correspondido al problema del tráfico de drogas, de armas y
de dinero [nada se hizo, al menos, sobre el tema de los circuitos
financieros utilizados por los carteles de las drogas] entre los dos
vecinos, y las presuntas bonhomías del Plan Mérida o el tema de la
cooperación en todos los temas de la relación bilateral, etcétera.
Y así, como representante de Estados Unidos, Pascual llegó a entrometerse
en los asuntos internos de México en beneficio del suyo propio. Pero,
¿qué se esperaba? Por eso el saldo de su trabajo le favorece a Pascual,
y a su país. Claro está que el caso WikiLeakes rompió todas las
barreras en cuanto al tema del papel de la diplomacia gringa en otros
países como México. Los asuntos abordados en los informes. Las
revelaciones. Las tipificaciones de las políticas básicamente de
seguridad, de los políticos específicamente del PAN, en custodia
siempre de los asuntos relacionados con la seguridad nacional
estadounidense, entre otras cosas que fueron descubiertas.
Clinton dijo, este sábado, que Pascual había “colaborado sin descanso
con sus contrapartes mexicanas para poner los cimientos de un mercado
transfronterizo de energía renovable, abrir negociaciones sobre el manejo de las reservas de petróleo y gas que abarcan territorio mexicano y estadounidense,
y construir una nueva estrategia fronteriza para fomentar el comercio y
detener tráficos ilícitos”. Y otras linduras. Pero, igualmente dijo
Hillary, “Carlos adoptó un enfoque de ‘todo el gobierno’ para atender
una de nuestras relaciones bilaterales más importantes”.
Le faltó decir a Clinton, que en su —de Pascual— política “todo gobierno” hizo hasta lo imposible por desestabilizar a México, por convertirlo en un Estado fallido,
por aplicar la política del “divide y vencerás”. Pero se sobreentiende
—como “al buen entendedor pocas palabras”—, que Pascual vino a México a
aplicar todo lo que sabe [se le puede calificar de lo que sea menos de
tonto e ignorante, porque además de capacitado es un académico], y eso
incluye cualquier estrategia en contra de México… ( Ib.).
Sin desdeñar lo que DeSmongBlog agrega sobre los otros dos operadores, tink tanks,
que como Pascual ahora tienen intereses en empresas petroleras; él en
Consultoría IHS, proyectos relacionados con refinación y transporte de
hidrocarburos; Neil Brown que trabaja en la firma de gestión de fondos
Kohlberg Kravis Roberts, donde también trabaja David Petraus,
exdirector de la CIA; David Goldwyn, el primer coordinador
internacional de Energía, nombrado por Clinton, y “encargado de
redactar el documento sobre la participación de esa instancia en la
privatización de la industria energética mexicana”. Goldwyn es
consultor sobre temas de petróleo y gas en Goldwyn Estrategias
Globales. (Por cierto, en su “Historia Viva. Memorias”, Hillary Rodham
Clinton apenas si menciona a “nuestro vecino más cercano del sur”, a
México, en la página 211, edición 2003 de Planeta).
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