Beltrones durante su toma de protesta como presidente del PRI. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Manlio Fabio Beltrones ha anunciado una cruzada contra
el “populismo”. El nuevo presidente del Partido Revolucionario
Institucional (PRI) aparentemente ignora que para lograr este fin
tendría que acabar con su propio instituto político. Sería muy difícil
encontrar en el mundo entero un partido más populista que el PRI.
Los populistas impulsan políticas irresponsables y engañosas que
buscan el aplauso fácil en lugar de resolver los problemas de fondo.
Este tipo de gobiernos se esconden tras discursos demagógicos a favor
de la economía popular, pero en realidad son sistemas profundamente
corruptos que facilitan una mayor concentración del poder político y
económico en pocas manos.
Como coordinador de la fracción parlamentaria del PRI en la Cámara
de Diputados, Beltrones ha sido uno de los principales arquitectos e
impulsores del Pacto por México. Dicho pacto fue presentado con
platillo y bombo a finales de 2012 como la llave mágica que resolvería
todos nuestros problemas de un solo golpe. Siguiendo el típico guión
populista, se nos recetaban una infinidad de spots televisivos que
promovían todos los días la idea de que las reformas del régimen
“moverían a México” y tendrían un impacto milagroso en el país.
Recordemos, por ejemplo, los anuncios de la Presidencia de la República
en que jóvenes mostraban recibos de luz y de gas donde se reducían los
saldos de manera asombrosa impulsados por alguna fuerza oculta (véase: http://ow.ly/A3XOp).
Pero hoy queda claro a todos que el acuerdo impulsado por Beltrones
y Peña Nieto en realidad debería llamarse Pacto contra México. Ello
porque este esfuerzo de unidad política entre los mismos de siempre ha
impuesto una serie de reformas –en las materias energética, laboral,
educativa, de telecomunicaciones, fiscal y hacendaria– que consolidan
al autoritarismo de Estado y lastiman profundamente a la economía
popular.
Como resultado del Pacto, ahora hay más pobreza, represión y
violencia, así como menos seguridad, libertad y bienestar. La
cotización del dólar, el costo de la energía y los precios de la
canasta básica se han disparado, mientras la estabilidad financiera y
política se ha hecho añicos.
Los PRIistas veneran la memoria de Plutarco Elías Calles como su
padre fundador. Una enorme estatua en su honor se encuentra en la
entrada principal de la sede nacional del PRI, y su auditorio central
lleva el nombre del general sonorense. De acuerdo con la leyenda,
Calles supuestamente fue el responsable de unificar al país e
institucionalizar las conquistas de la Revolución Mexicana. En su
cuarto y último informe presidencial, en 1928, anunció que la inminente
creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecedente del
PRI, tendría el fin de “orientar definitivamente la vida política del
país por rumbos de una verdadera vida institucional, procurando pasar,
de una vez por todas, de la condición histórica del país de un hombre a
la nación de instituciones y leyes”.
En realidad, este discurso fue una vil cortina de humo, pura
demagogia para justificar el hecho de que Calles se mantuviera como el
poder atrás del trono presidencial. El expresidente utilizaría el PNR
para consolidar su influencia personal, informal y caciquil sobre la
política nacional. Los siguientes tres presidentes –Emilio Portes Gil,
Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez– se subordinarían a la
autoridad del Jefe Máximo. Es por ello que aquel periodo se llama el
“Maximato”. Mientras, la política en México se volvería cada vez más
conservadora, entreguista, corrupta y represiva.
Fue el general Lázaro Cárdenas del Río quien salvó temporalmente a
la República Mexicana del populismo caciquil de Calles. Durante su
sexenio, entre 1934 y 1940, el Estado mexicano se puso auténticamente
al servicio de los más necesitados con un masivo reparto agrario, un
apoyo decidido a los trabajadores y los indígenas, una profunda reforma
de la educación pública, y una férrea defensa de la soberanía nacional
frente a los abusos de las empresas petroleras internacionales. Con
gran entrega y dedicación, Cárdenas realizaba constantes giras por todo
el país para escuchar, conversar y ponerse al servicio de los
ciudadanos más humildes del territorio. Y al final de su periodo
gubernamental se negó rotundamente a fungir como el nuevo “Jefe Máximo”
y se apartó claramente de la política nacional.
Si no hubiera sido por el giro cardenista, Calles se hubiera
convertido rápidamente en el equivalente mexicano de líderes populistas
como Juan Domingo Perón en Argentina o Getúlio Vargas en Brasil,
quienes desarrollaban fuertes cultos a la personalidad y se eternizaban
en el poder. Cuando Cárdenas finalmente tuvo que expulsar a Calles del
país en 1936, encontraron al expresidente leyendo con gran admiración
el libro autobiográfico de Adolfo Hitler, Mi lucha. Al principio de la
Segunda Guerra Mundial, Perón fungió como secretario de Trabajo para el
gobierno abiertamente fascista del general Pedro Ramírez. (Por cierto
que en una de sus últimas entrevistas, con el sitio Sin Embargo, el
fotoperiodista Rubén Espinosa comentó que el gobernador de Veracruz,
Javier Duarte, era un gran admirador del Generalísimo Francisco Franco.
Dios los hace, y ellos se juntan.)
Como Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Calles, Beltrones también
es originario del estado de Sonora. Carlos Salinas de Gortari, el “Jefe
Máximo” de nuestros días, colocó a Beltrones como gobernador de Sonora
en 1991. Desde entonces ha buscado resucitar el espíritu y el legado
populista de Calles y los sonorenses. Y ahora, como flamante presidente
del viejo partido de Estado, Beltrones tendrá la oportunidad de
consolidar la veta populista del PRI.
Hace unas semanas, Enrique Peña Nieto lanzó una advertencia: “No
podemos confiarnos. Hoy la sombra del populismo y la demagogia amenaza
a las sociedades democráticas del mundo. En varias naciones, están
surgiendo opciones políticas que, en su ambición de poder, prometen
soluciones mágicas que en realidad terminan por empobrecer a las
familias y restringir las libertades ciudadanas (…) México tiene que
estar consciente de estos riesgos”. Tiene toda la razón el Señor
Presidente (Jaime Rodríguez dixit) con los calcetines, y las ideas, al
revés. Urge exorcizar de una vez por todas la sombra del populismo
PRIista.
Twitter: @JohnMAckerman
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