Por: Emma Martínez
(27 de agosto, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Gestionar la cadena
de suministro de drogas a nivel mundial, es solamente una de las
innumerables actividades de la delincuencia organizada mexicana, los
también conocidos como ‘cárteles’ controlan una serie de negocios
ilegales, adoptando modelos empresariales como si fuesen compañías con
concesionarias, excepto que éstas apelan a la violencia.
Así las también calificadas empresas criminales mantienen tomado el
país desde hace décadas y a decir por distintos especialistas en el
tema, los efectos de ese control se pueden observar en materia de
inseguridad y violencia, que a su vez son factores de soporte a sus
resultados en un rubro económico que se traduce en poder político y
poder social.
Lo anterior se logra principalmente por medio del lavado de dinero,
que ingresa a circuitos socialmente aceptados. Las ganancias
multimillonarias de las empresas ilegales crecen, convirtiéndose en una
economía limpia, producto de las operaciones de blanqueo de los
capitales del narcotráfico y sus distintos negocios, bajo convenios con
altas esferas del poder.
Revolución TRESPUNTOCERO ha presentado diversas opiniones de
especialistas en el tema, que hablan de una delincuencia organizada que
independientemente de sus nexos, ha sido responsable, junto al Estado,
de la inminente devastación del territorio mexicano, donde la
violencia, por medio de la tortura y muerte, ha sido factor clave para
el desarrollo de diversas crisis por las que atraviesa el país.
El periodista italiano Federico Mastrogiovanni explica su visión a Revolución TRESPUNTOCERO,
bajo el argumento de que no existe un mando único que ‘mueva los hilos’
del país, a contraposición de otras opiniones, Estados Unidos es
solamente uno de muchos actores que se benefician de la situación
mexicana y el rol de sembrar terror en la población es solamente uno de
los tantos que mantienen los grupos criminales.
Desde su perspectiva, de mantenerse el país en las mismas
circunstancias, el panorama no va mejorar, habrá mayor represión, más
injusticia, más explotación y los recursos serán saqueados, así “este
país va seguir cayendo”. Mastrogiovanni niega que éste sea un Estado
fallido, ya que asegura que tendría que estar rebasado y por el
contrario es un Estado fuerte que se ha convertido en un Estado
cómplice, al que no le interesa las necesidades del pueblo, al ser
corrupto y mafioso que mantiene como socios a grupos criminales.
La violencia fue un proceso que posiblemente no hubiera avanzado, de
existir territorios donde la gente se opone a los mega proyectos, no es
tan fácil que una empresa llegue, destruya y se lleve recursos, porque
se tiene oposición legitima pero cuando han pasado años de violencia y
terror, perpetrados en gran parte por los grupos criminales, existe un
pretexto para la militarización, así se justifica la violencia de las
fuerzas armadas y que el Estado se apropie de territorios que no le
pertenecen, porque son de las comunidades.
“Si tienes actores violentos organizados y armados como son los
grupos criminales, pueden ser funcionales para intereses de empresas
trasnacionales no solamente de Estados Unidos, así es como éstos hacen
el trabajo sucio (generando terror), en colaboración con el Estado, de
ahí deviene la complicidad, la cual también existe con distintos
sectores, incluidos los partidos políticos, finalmente son grupos que
se están peleando un territorio.
Mediante estas alianzas nace la impunidad, la cual fácilmente
permite actividades fundamentalmente ilícitas que generan un beneficio
a grupos que no son pueblo mexicano, ya que a estas alturas, no se
puede hablar que los grupos delincuenciales se infiltran en el
gobierno, sino de sociedades, ya que ambos se necesitan y en cuanto a
las empresas criminales, necesitan de la política para invertir el
dinero que se genera”, explica el periodista.
Lo anterior conlleva a la conversión de un enorme capital ilícito
que se convierte en uno limpio que entra en una economía “legal”, todo
ello bajo la alianza de sectores del crimen organizado, sectores
empresariales y sectores del Estado que dan pie a un capitalismo
criminal por estar asociado a una economía criminal.
Sin embargo, mientras este imperio económico se gesta, el pueblo
paga graves consecuencias e incluso mortales, que se han intensificado
desde la llamada ‘guerra contra el crimen’, Mastrogiovanni asegura que
no se puede juzgar las intenciones de dicha acción, pero sí las
consecuencias y a partir de ellas dar un juicio, afirmando que ha sido
una guerra perdida, donde la delincuencia se evidenció con mayor fuerza
y la corrupción se siguió intensificando, bajo la idea de haber
‘querido proteger al pueblo’, cierta o no, las muertes se elevaron con
más de 150 mil muertos y poco más de 30 mil desaparecidos; “entonces a
partir de las consecuencias podemos decir dos cosas: que si el gobierno
federal quería combatir a la delincuencia fracasó de una forma brutal,
marchándose de delitos de lesa humanidad o no quería hacerlo y le sale
muy bien”.
El periodista sentencia, “no es importante cuál fue la intención
sino cuál fue resultado, la criminalización de las víctimas es una
responsabilidad voluntaria del Estado, provocada por Calderón y Peña
Nieto. Cuando entra Calderón cambia equilibrios entre poderes
institucionales y también los de los grupos del crimen organizado,
esto genera conflictos, porque se tenía a una clase política con
ciertos acuerdos, con ciertos grupos criminales, que pierden el control
de ciertas zonas, porque existe un cambio y se prefieren a otras
empresas criminales, que siempre han estado ahí”.
Pese a las distintas crisis que padece el país (económica, política,
de derechos humanos y de seguridad, por mencionar
algunas), Mastrogiovanni no visualiza una sociedad mexicana preparada
para cambiar las circunstancias del Estado.
“Este es un país que ha sido socializado a la obediencia, ha sido
socializado a la represión, durante décadas ha sido pasivo y se le ha
hecho pensar que el ser aplastado es la única forma de existencia y que
te tienes que aguantar o tienes que encontrar la manera de convivir con
eso; si el pueblo tuvo esa idea durante décadas, de dónde vas a sacar
la fuerza o la inspiración para pensar en una opción diferente”,
cuestiona el periodista.
Propone que en un contexto como el actual, es posible que sea mucho
más efectivo luchar para reconstruir una ciudadanía consciente que
tomar las armas, porque en la segunda opción el pueblo puede ser
fácilmente aplastado. “Si no se pasa por una concientización y una
democratización, que derive en una limpieza en términos de corrupción,
que incluya a todo el pueblo o una buena parte de éste, no creo que
vaya haber alguna solución real…
Ya que existen mayorías que sigue aceptando las distintas dinámicas
de represión, las cuales muchas veces se disculpan porque se justifican
que se hace por ser pobre, pero ese no puede ser pretexto, porque
tenemos a los comuneros de Ostula, de Guerrero, que a pesar de ser
pobres, jodidos y analfabetas, no aceptan tranzas, ni chantajes y
tampoco legitiman a un poder que fundamentalmente representa una gran
parte de la población mexicana que ha aceptado ser aplastada…
Hoy no existe conciencia social en México, porque ante todas las
tragedias que han pasado tan sólo en un año, no deberían haber 5 mil
personas en la calle, sino 5 millones, posiblemente así sí existiría
una presión que diera paso a la justicia”, puntualiza el periodista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario