Por: Frida Guerrera*
“Cuando sientas que el dolor te parte en dos recuerda que entiendo tu dolor”
Anónimo
No necesitamos ser famosos o reconocidos para levantar también nuestra voz y detener esta barbarie.
El pasado 1 de agosto o 31 de julio, porque ni eso nos queda claro,
como sabemos, fueron asesinados de una manera que a todos nos ha
conmocionado, Alejandra Negrete Avilés, Yessenia Quiroz Alfaro, Mile
Virginia Martín, Nadia Vera Pérez y Rubén Espinosa Becerril.
La muerte de cada uno de ellos nos cimbró por las diferentes
ocupaciones que tenemos; aquellos que nos dedicamos a la denuncia de
violaciones a los Derechos Humanos (DH) como Nadia, o aquellos que nos
dedicamos a cubrir movimientos sociales y denunciarlos con una cámara,
una pluma o nuestra opinión.
Conmocionó a aquellas miles de mujeres que buscan destacar en el mundo
de la belleza encontrando como buena opción este trabajo como Yessenia
y Mile, y claro, nos dolió el hecho de ser la mayoría de este país
mujeres trabajadoras que buscamos el sustento de nosotras o de quienes
dependen de nuestra labor, Alejandra.
No debemos sentirnos exentos de esto; la mayoría sabemos que en
cualquier momento podemos ser asesinados. Sin embargo con este múltiple
homicidio el mensaje fue muy claro.
En este México podríamos ser asesinados: usted, su vecino, su amiga, su
madre, su hermana, su compañero de trabajo, su esposa, su esposo, el
niño que vende dulces, los indígenas, su hija o hijo, el migrante que
le pide un apoyo en alguna esquina de este país. Todas y todos, ¿por
qué?
Por el simple acto de pensar, de denunciar, de protestar, de exigir, de
salir a diario a trabajar, a correr, a caminar o simplemente a
divertirse, por defender la tierra, el agua, por estar en una casa que
es invadida por el “ejército”, por ser gobernados por “delincuentes”
disfrazados de “políticos” o “políticos” disfrazados de “delincuentes”.
Debemos de tener claro que no necesita usted ser prensa, defensor,
modelo o mujer, ya no se vale que como sociedad justifiquemos el hecho
de que a quien matan en este país es porque se lo buscó o porque anda
en malos pasos. Todos somos blancos.
Lamentablemente muchos medios de comunicación al igual que las
autoridades del gobierno capitalino encargado de la investigación,
parecen regocijarse con lo que se “filtra” y se “informa”, denigrando,
humillando, sobajando a los asesinados, llamándoles, con todo el afán
de descalificar el asesinato: “drogadictos”, “putas”, “parientes de
delincuentes”, “sirvienta” o “una más”.
Nadie quiere ser asesinado, sin embargo como están las cosas cada uno
de nosotros deberíamos escribir o grabar un video de quienes somos,
porque si nos matan ¿sabe usted que van a decir?
Me duelen Alejandra, Nadia, Yessenia, Rubén, Mile, las decenas de
migrantes, los 43 estudiantes, los miles de asesinados y desaparecidos,
el feminicidio, mis amigos, mis hermanos, mi pareja, mis padres, mi
hijo, usted, yo.
Y las preguntas son: ¿De verdad ellos, los que matan –ejército,
gendarmería, políticos, delincuentes, violadores– son más que nosotros?
¿De verdad somos tan pocos a los que nos asusta ser asesinados? ¿De
verdad sólo somos un puñado de “mujeres” que gritan “paren el
feminicidio”?
¿De verdad son más poderosos los medios que denostan la realidad de
este país? ¿De verdad sólo a quienes tenemos hijos nos duelen los 43,
el asesinato de 49 bebés?
¿De verdad somos menos los que queremos respeto a nuestros pueblos
originarios? ¿De verdad es más grande el conformismo, y el pensamiento
de “yo hago mi trabajo, no puedo hacer más por México”? ¿De verdad son
más los que salen a gritar el 15 de septiembre un “Viva México” aunque
México esté muriendo?
No lo sé, muchos tal vez hemos buscado esas respuestas; no creo que nos
merezcamos sólo seguir acumulando fechas de dolor, de muerte.
No creo que debamos sentir el dolor de los familiares de todas estas
personas asesinadas, desaparecidas, para entonces empatar con ellos,
para entender su dolor, comprender que vivimos en una sociedad
aniquilada, que da la vida por sus animales y sigue permitiendo que
asesinen a niños como en Ostula.
Y como acertadamente diría Rubén: “Da coraje que decidan el rumbo de mi
vida”. ¿Y a usted no le da coraje que decidan a quien nos toca ser
asesinados?
*Comunicadora libre, bloguera mexicana.
CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa
Cimacnoticias | México, DF.-
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