Crueldades mercantiles contra la infancia
Rebelión/Universidad de la Filosofía
En
nuestras narices, con nuestro dinero, nuestras complacencias y
complicidades –sepámoslo o no- se descargan, minuto a minuto, ráfagas
de violencia ideológica contra los más indefensos en el imperio
oligarca de la indefensión social. No importa el horario, no importa el
tema y no importa el impacto… siempre hay un adulto o varios haciendo y
diciendo barbaridades a destajo ante los ojos de niñas y niños
victimados en todo el planeta. Y parece tan “natural”.
No contentos con el confinamiento
diario a que niños y niñas, de cualquier edad, son sometidos en
establecimientos “educativos” inventados para amaestrarlos
“culturalmente”; tenemos al aparato ideológico de las religiones, las
iglesias, las pedagogías y las didácticas insufladas con ideología
publicitaria, con anti-valores individualistas y fanatismos consumistas
a mansalva. Y el reino de la “tele”. No contentos con semejante
avalancha de estiércol ideológico, se desarrolla un arsenal tecnológico
demencial que hace de las suyas en las cabezas de los “menores” según
el poder adquisitivo de los padres y como “premio” ideológico para “las
horas libres”.
Esto no es una arenga contra la Educación, es una reflexión contra esa educación
que el capitalismo impone como modelo sacrosanto de saberes
indispensables para fecundar mentalidades dóciles, cómplices de las
aberraciones consustanciales del modelo de saqueo y explotación
depredadores que reina planetariamente. Esto es un llamado de atención
no sólo sobre el pelel que cumple el aparato ideológico de estado y de
gobiernos gerenciadores de esclavitudes laborales e intelectuales a
diestra y siniestra, sino también contra las jaurías de comerciantes
que con toda impunidad inyectan, en las cabezas de los “pequeños” su
basura en todo el planeta. El plan “educativo” del capitalismo ni es
intocable ni es ingenuo y es obligación de los adultos presentar
frentes críticos ante cada cosa que se impone a los niños y las niñas
que no pueden defenderse ante semejante agresión legalizada y
legitimada con indiferencia, ignorancia y apatía.
Muchos
anhelamos una gran revolución educativa mundial que es impensable bajo
las premisas del capitalismo. Premisas que son inhumanas, antisociales
y enemigas del desarrollo integral de los talentos. Baste recordarnos
siempre que la mayor industria capitalista es el negocio de las armas y
las guerras el lado de la industria del “entretenimiento” y la
manipulación psicológica de las masas sin detallar los negocios del
narcotráfico y la usura bancaria.
Hay agresiones ideológicas
contra niñas y niños en todas las temporadas del año. Las hay para la
mañana, para el medio día, para los atardeceres y para las noches.
Incluyen alimentos basura, conductas basura, valores basura y sistemas
de premios o castigos y entretenimientos basura. Radio, televisión,
prensa, Internet… juegos de mesa, juegos de piso, juegos de conjunto y
juegos “digitales” a cual más pensados como mercancías de sometimiento
y chantaje que los adultos pagamos y santificamos en beneficio de las
más aberrantes lógicas de amaestradores.
El ya de suyo
inmenso desafío de ganar la Batalla de las Ideas al capitalismo tiene
frentes de urgencia y dificultad extrema y esos frentes son sin duda
los espacios donde la agresión ideológica burguesa recrudece contra los
más indefensos disfrazada como “payasos”, cereales “supervitaminicos”,
confiterías y caramelos de toda ralea, juegos y juguetes perversos y
cajas ilusionistas de toda especie incluida la especie “play station” y sus adlátere.
Y los adultos son no sólo financistas, cómplices y proveedores sino son
también agentes activos de la inoculación ideológica con argumentos
plagados con barbaridades de tono paterna, maternal o didáctico. Cuando
la víctima reproduce el rol del victimario.
Hay “papis” y
“mamis” que se sientan, con gesto condescendiente, a jugar con las
niñas y los niños con la basura ideológica que les provén. Cree que así
cuidan mejor del sano desarrollo intelectual de sus críos y respiran un
aire e satisfacción por el deber mercantil cumplido saturando con
dispositivos de control las horas del “esparcimiento” familiar. Hay
cuadros patéticos y hay que decirlo con toda crudeza fraternal. La
crítica (y la autocrítica) no pude quedarse a las puertas del salón de
juegos.
En un ejercicio de procuración social de salud mental
para las relaciones inter-familiares, es indispensable un análisis
minucioso, una semiótica de acción directa sobre el arsenal de juegos y
juguetes, sobre el conjunto de los dispositivos materiales e
intelectuales que pagamos y bendecimos para que se estancien en las
cabezas de nuestros hijos. Es necesario y es indispensable un
inventario de los objetos de entretenimiento o de formación que hemos
puesto en manso de los “menores” y e necesaria una auditoria de los
valores que de inicio o residualmente se imponen en la formación del
pensamiento y de la acción con que queremos que nuestros hijos
transiten la ida. Los resultados pueden ser horribles si somos
honestos. Son nuestro retrato.
Ya sabemos que existe un
catálogo enorme de justificaciones o excusas escapistas, creadas
incluso por quienes fabrican los dispositivos ideológicos, para que
zambullamos en las cabezas de nuestros “peques” dosis generosas de
dispositivos enajenantes. Ya sabemos que hay murallas de conformismo,
de repelencia y de obsecuencia… capaces de blindar la conciencia
incluso con cataratas de palabrería obtusa. A todo galope. Y santo
remedio, muchos “papis” y “mamis”, tras buenas duchas de saliva
exculpatoria, saldrán felices a comprar más artilugios para domesticar
a sus “retoños”. El capitalismo, con todas sus instituciones
educativas, culturales o de “entretenimiento”, cuenta para hacer su
trabajo con padres y madres cómplices, casa por casa. Cuenta con
familias enteras para cumplir sus tareas alienantes. Y encima, hace de eso un gran negocio. Y lo pasan por la tele.
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