Más que fifí, fue fofa
Sin cauce ni banderas viables
Yunque, PRI,
sociedad civil
Se había tardado Felipe Calderón
La marcha había perdido su
bandera original desde que en un lugar de la capitalina colonia Polanco
se acordó, a la palabra, sin firma alguna, el pacto de la Alcachofa
(se usa el nombre de la apreciada hortaliza dado que la sesión
político-económica de referencia se realizó en el elegante restaurante
Corazón de Alcachofa). ¿Qué se podría alegar en defensa de Texcoco,
cuánta enjundia manifestante se podría detonar, cuál camino de
reivindicación se podría exigir, si los principales presuntos ofendidos,
los grandes inversionistas del proyecto caído, ya habían expresado su
aprobación al golpe recibido, su gustosa disposición a recibir
finiquitos, futuros contratos y eventuales compensaciones extra?
En ese contexto de orfandad, la marcha pro Texcoco no tuvo capacidad
de convocatoria ni presentó alguna elaboración seria para organizar
posteriores acciones políticas. Cinco mil 500 personas, según el cálculo
oficial de la policía capitalina: ninguna figura destacada, pues los
adalides de la derecha prefirieron seguir refugiados en planas de prensa
o tertulias de radio y televisión, los grandes empresarios ni siquiera
enviaron a sus empleados que se hacen llamar dirigentes de cámaras
patronales e industriales y los intelectuales que en otras faenas
peleaban por ir a la fotografiable vanguardia ahora no aparecieron.
Pero ya salió a la calle la amalgama de antilopezobradorismo apenas
disfrazado (en un manifiesto le expresan reconocimiento básico, aunque
censuran el tipo de consulta realizada y el anuncio de que habrá más,
parecidas, y se oponen a todo el proceso técnico y político utilizado
para justificar el cambio hacia Santa Lucía). Este domingo, el menú
disponible no les permitió un guiso atractivo y es probable que los
dueños de las despensas no hubiesen proporcionado los ingredientes
mínimos para armar algo presentable (esos dueños de despensas se
mantienen a la espera de que les sean restituidos los haberes esperados
por el caso Texcoco y, mientras no quede resuelto ese punto, no les
convendrá apoyar movilizaciones contra el inminente presidente).
En el revoltillo testimonial de ayer fueron expuestos algunos de los
puntos susceptibles de explotación propagandística contra el
lopezobradorismo: desde el rechazo clasista a los migrantes hasta la
histeria contra la presencia del venezolano Nicolás Maduro el próximo
primero de diciembre. También estuvo uno de los principales jefes
operativos de la ultraderecha, el decimonónico Juan Dabdoub, ex
presidente del Frente Nacional por la Familia, pieza del Yunque en
nuestro país. Incluso la mano patrocinadora de David Sánchez Guevara,
quien aportó contingentes nada fifís, pancartas bien impresas y mantas
verdes para identificar a su grupo político,
Kairos, tiempo del bienestar mexiquense. Sánchez Guevara, como priísta, fue diputado local y alcalde de Naucalpan, preso durante más de dos años por acusaciones de corrupción que subsanó por medio de la opción
reparatoriadel daño.
A Felipe Calderón Hinojosa lo marcharon. No renunció ayer a Acción
Nacional, sino que este partido lo había despojado de poder y relevancia
desde diciembre de 2010, cuando Gustavo Madero le ganó la presidencia
del Comité Ejecutivo Nacional panista. Desde entonces, el michoacano
funerario ha perdido casi todo: la candidatura a su sucesión
presidencial y, de una forma tragicómica, el intento de continuidad
familiar por la vía de su esposa, Margarita, con la que ahora pretende
formar un partido político.
La falta (actual, no definitiva) de banderas atractivas y proyecto
viable en la derecha neta y sus aliados oportunistas está de manifiesto
en la marcha, que no fue fifí sino fofa; en el desdibujamiento de Acción
Nacional, ahora con un líder poco relevante, el michoacano Marko
Cortés, originalmente del grupo de Ricardo Anaya, aunque tácticamente
distanciado, y en la intrascendente renuncia de Calderón y su proyecto
de crear un partido de esencia familiar (sus hermana, Cocoa, y su cuñado, Juan Ignacio, ya habían renunciado al PAN, al igual que su esposa, Margarita).
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