Roberta s. Jacobson, quien fuera Embajadora de Estados Unidos en México –del 5 de mayo de 2016 al 5 de mayo de 2018, conoce como pocos de los impredecibles vaivenes del trato de Donald Trump hacia México. Por ello, en entrevista con SinEmbargo considera que el Gobierno de Andrés López Obrador tomó la vía menos arriesgada ante la perniciosa amenaza de los aranceles, por lo que aconsejó continuar haciendo todo lo que pueda con tal de evitar que los ultimátums del Presidente estadounidense dañen a la economía mexicana, porque a su juicio el Trump seguirá usando el amago de los aranceles para llamar la atención y luego cantar victoria ante la opinión pública.
Washington, DC, 8 de julio (SinEmbargo).– La ex Embajadora de Estados Unidos en México, Roberta J. Jacobson, quien renunció en mayo de 2018 en desacuerdo con las políticas de Donald Trump hacia México, considera que un encuentro entre el Presidente Andrés Manuel López Obrador y su homólogo estadounidense no debe realizarse en ninguna de las dos capitales, sino en Nueva York, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas. “Si lo hacen como parte de la ONU, políticamente es mucho menos tenso y con menos riesgos políticos para AMLO“.
En la conferencia mañanera del 21 de junio pasado, AMLO sorprendió a propios y extraños al anunciar que se reunirá con Trump en septiembre, después de cumplirse el plazo de 90 días acordado con Washington para que México demuestre que está frenando la migración centroamericana. Dicho plazo vence el 7 de septiembre.
La idea de un encuentro presidencial ha sido contemplada por ambos
gobiernos desde hace tiempo. En medios diplomáticos se comenta que puede
ser en la Ciudad de México, Washington o, como sugiere Jacobson,
en Nueva York, cuando se celebre la Asamblea General en la que se
anticipa la asistencia de Trump a finales de septiembre. Sin embargo,
“no hay nada decidido”, me dicen fuentes diplomáticas.
Tan importante, o quizá más importante, que el lugar y la fecha donde
se reúnan, si se reúnen, es la agenda que aborden. El tema obligado
será migración y el cumplimiento del polémico compromiso para reducirla,
asumido por el Canciller Marcelo Ebrard Casaubón el 7 de junio. Jacobson opina que los logros alcanzados han sido de carácter “negativo”, no afirmativo; se impidió la imposición de aranceles y se evitó la firma de un pacto de tercer país seguro. Por ahora.
En entrevista con SinEmbargo, Jacobson, conocedora
como pocos de los impredecibles vaivenes del trato de Trump hacia
México, consideró que el Gobierno de López Obrador tomó la vía menos
arriesgada ante la perniciosa amenaza de los aranceles, por lo que
aconsejó continuar haciendo todo lo que pueda con tal de evitar que los
ultimátums de Trump dañen a la economía mexicana. Jacobson prevé que
Trump seguirá usando el amago de los aranceles para llamar la atención y
luego cantar victoria.
De haberse México negado a negociar bajo ultimátum, estima la
diplomática que hizo historia como la primera mujer embajadora de
Estados Unidos en 200 años de relaciones, hubiera irritado a Trump y no
hubiera alejado el fantasma de los aranceles. “AMLO no se equivoca
cuando dice que [enfrentar a Trump] bien puede ser una victoria pírrica
porque en el largo plazo México tiene que trabajar con Estados Unidos”.
Jacobson restó importancia a las criticas contra AMLO de
“columnistas” y de la prensa “fifí” por haber cedido a las presiones de
Trump, pues pese a ellas, observó, su popularidad se mantiene por encima
de 60 por ciento.
La Asamblea General de la ONU, el foro mundial por excelencia, se
antoja como el sitio ideal para el debut internacional de un Presidente
reticente a involucrarse en política exterior. Entre los jefes de Estado
de los más de 190 países que asistirán, hay curiosidad por conocer al
líder del país que desplazó a China como primer socio comercial de
Estados Unidos y está reconfigurando la política nacional con una agenda
que muchos tachan de radical. En la diplomacia, el contacto personal y
el apretón de mano son insustituibles.
Pero ir a Nueva York implica romper la veda de viajes al extranjero
que AMLO se autoimpuso. Desde que tomó posesión no ha salido. Rechazó ir
a la cumbre del G-20 en Osaka, pretextando “retos urgentes que reclaman
mi atención”, declinó viajar a China para el Foro de las Nuevas Rutas
de la Seda y eludió asistir al Foro Económico de Davos.
No sólo eso. En tiempos normales, hace tiempo se habría celebrado un
encuentro presidencial. López Obrador es el primer mandatario en más de
medio siglo en no reunirse con su contraparte estadounidense en calidad
de presidente electo. La regla no escrita se inició en 1964 con el
coloquio entre el entonces presidente electo Gustavo Díaz Ordaz y Lyndon
Johnson en Texas, y terminó con la reunión del también presidente
electo Enrique Peña Nieto y Barack Obama en la Casa Blanca en 2012. Su
valor simbólico era poner de relieve la importancia de la relación y la
vecindad.
Jacobson, experta en los temas de la agenda binacional, declinó hablar de los retos que enfrentará su sucesor Christopher Landau, quien sigue a la espera de ser ratificado por el Senado para viajar a México y tomar las riendas de la Embajada que ella dejó vacante. “Sólo diré que creo que en términos generales el trabajo de Embajador en México en estos momentos es extremadamente difícil”. La sede diplomática de la relación más importante de México con el mundo ha estado acéfala durante 14 meses.
–¿Deben reunirse AMLO y Trump o es demasiado arriesgado?
–Creo que cualquier reunión implica riesgos. En particular con este
Presidente de Estados Unidos. Ese es el análisis costo-beneficio que
deben hacer los mexicanos y es el mismo análisis costo-beneficio que
está haciendo la gente de Trump. Se basa completamente en
consideraciones de política interna.
–¿Qué opinas de que sea en México?
–No puedo imaginármelo yendo a México entre ahora y la elección de 2020. Pero puedo ser.
–¿Por qué?
–Primero porque él [Trump] tampoco viaja mucho. Hasta ahora ha
viajado para asistir a cumbres importantes, a reuniones multilaterales
que ha considerado críticamente importantes para Estados Unidos. Las
cumbres que más ha disfrutado son con gente como Kim Jong-un de Corea
del Norte. Para qué iría a México. Para felicitar a los mexicanos porque
redujeron el número de migrantes, negociar un acuerdo regional sobre
migración o ponerse rudo con México como en agosto de 2016. Me pregunto
si México lo invitaría para eso.
–AMLO dejó abierta la posibilidad de que sea en México.
–Bueno, todo es posible pero me sorprendería mucho si tomaran ese riesgo.
–¿Evocaría el espectro de la visita a Los Pinos en 2016 que lo benefició electoralmente?
–No veo cómo Trump pudiera ganar ventaja electoral de una visita a
México a menos que se comportara como un total imbécil. Es decir, a
menos que se condujera con mucha, mucha dureza y saliera a decir que es
un gran negociador, pues obtuvo un acuerdo de tercer país seguro o
cualquier otra cosa para resolver nuestro problema migratorio. Pero creo
que reunirse en un lugar que no sea la capital de ninguno de los dos
países es menos arriesgado que reunirse en una de las dos capitales.
–¿Y en la frontera?
–La frontera sería una pesadilla. Es el lugar donde Trump se siente más obligado a jugar a quien es el más macho.
–¿Cuál es el mejor lugar?
–Las Naciones Unidas, es el lugar lógico para que se reúnan.
–¿Por qué?
–Porque nadie tiene que ir a la capital del otro. AMLO no tendría que
hacer un viaje especial si va a la ONU. Puede ver a Trump como parte de
las reuniones. Sería especial y no especial. Y me parece que
políticamente es mucho menos tenso para cualquiera de ellos si lo hacen
como parte de la ONU, con menos riesgos políticos para AMLO.
–Hay quienes opinan que debe ser en Washington, en la Casa Blanca,
para que Trump le confiera el mismo trato protocolario que dio a Justin
Trudeau de Canadá.
–Lo que habría que preguntarse es si una reunión con Trump ayuda o daña a AMLO. No sé la respuesta, pero me parece que hay gente en la Ciudad de México, especialmente entre los columnistas y otros, que argumentarían que AMLO no recibió buen trato. Sin embargo, creo que a la vasta mayoría de mexicanos no le importa si su Presidente ve a Trump en Washington o en Nueva York. La cuestión aquí es cómo va a tratar Trump a AMLO, si lo va a tratar con respeto, evitando hablar del muro y aranceles, y temas así.
–¿El que AMLO diga que será después de los 90 días sugiere que confía en que cumplirá con las demandas de Trump?
–Es posible que si los números se reducen, Trump se reúna con AMLO
para declarar victoria. Para decir que trabajaron juntos en bajar los
flujos migratorios y ambos luzcan felices cuando menos por ahora. Pero
si no es así, entonces será mucho más difícil poder manejarlo.
–¿Qué puede traer AMLO a la mesa?
–En la lista de logros que dio Ebrard, los principales eran
negativos, es decir, impidieron la imposición de aranceles y evitaron el
tercer país seguro. Eso por sí solo es un suceso bastante positivo
tratándose de un gobierno que se concentra casi exclusivamente en
medidas punitivas y no en incentivos. Quizá eso sea suficiente. Tal vez
en lo que se debería de concentrar México entre hoy y noviembre de 2020
[fecha de las elecciones presidenciales en las que Trump buscará
reelegirse] es en hacer todo lo que tenga que hacer para impedir la
implementación de medidas que perjudiquen a la economía mexicana.
–¿Crees que Trump seguirá usando la amenaza de los aranceles cada vez que quiera una concesión de México?
–Absolutamente.
–¿Es su política?
–Sí, un gran aspecto de ella. Y recurre al tema de los aranceles en
todas las relaciones. Ya sea con China o India o México. Es lo que hace
para obtener la atención de los países y crear una crisis que luego
puede decir que resolvió.
–¿Qué puede hacer México?
–Lo que está haciendo parece estar en línea con lo que quiere la
administración Trump para evitar consecuencias más extremas para la
economía mexicana. No sé que otra cosa puede hacer. Pero me parece que
está haciendo todo lo que puede hacer. No creo que la migración
centroamericana sea un fenómeno que vaya a responder exclusivamente a
las acciones que tome México. Pero si México deporta a más gente, puede
tener un impacto en el número que llegue a la frontera con Estados
Unidos. La pregunta es hasta qué punto se vuelve políticamente
insostenible para México. No sé hasta cuando. Por ahora no es el caso.
–¿Puede México decir que no va a negociar bajo amenaza?
–Puede decirlo, pero creo que México entiende que aún cuando Trump o
miembros de su gobierno fueran a decir:’OK vamos a quitar el tema de los
aranceles de la mesa’, este es un Presidente que no necesariamente se
siente obligado ante ese tipo de compromisos. En unos meses puede decir
que conviene volver a poner sobre la mesa la amenaza de aranceles.
–¿No crees que sea opción?
–Cuál sería el punto de hacer enojar a los Estados Unidos a cambio de
un compromiso que probablemente no sea particularmente significativo.
Tal vez se ganen puntos de corto plazo internamente por que defendiste a
México, pero AMLO no se equivoca cuando dice que [enfrentar a Trump]
bien puede ser una victoria pírrica, porque en el largo plazo México
tiene que trabajar con Estados Unidos.
–AMLO es objeto de fuertes críticas por haber cedido al ultimátum.
–La pregunta que hay que hacer es cómo afecta a su popularidad en las encuestas.
–Al parecer no mucho.
–Pues si no le afecta, entonces, no hay costo político por haber
cedido. Todo mundo se queja en los periódicos, pero son personas que
AMLO considera “fifí” y “conservadores”. ¿Y qué? Sigue con una
popularidad superior al 60 por ciento.
–¿Cómo serían para México cuatro años más de Trump?
–No sé y no quiero pensar en eso ahora.
Twitter: @DoliaEstevez
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