Por qué me enorgullece decir que soy abolicionista.
El pasado 11 de Mayo, en Barcelona, tuvo lugar la Primera Marcha
Abolicionista en España. Mujeres de diferentes organizaciones feministas
marchamos para exigir la abolición de la prostitución y la prohibición
global de los vientres de alquiler. Ambas prácticas conforman,
respectivamente, la explotación sexual y reproductiva de las mujeres y
niñas. Son instituciones patriarcales que apuntalan y perpetúan la
opresión sexual y que consecuentemente, debemos tratar de abolir, si
queremos una sociedad de seres humanos cuya dignidad y derechos sean
reconocidos.
Concienciar sobre ello y luchar activamente por el reconocimiento de
estos derechos son las intenciones que han promovido la Marcha
Abolicionista. Sin embargo, tanto en días anteriores como en
posteriores, hemos tenido que escuchar que nos mueven diferentes
motivos. Las convocantes somos un grupo apartidista, nuestra única militancia es la feminista y estamos decididas a desarrollar cuantas acciones sean necesarias hasta conseguir la abolición de la prostitución y la prohibición global de los vientres de alquiler.
Encabezando la Marcha, Mujeres por la Abolición
y la activista y superviviente Rosen Hicher.
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Nos mueve el respeto a los derechos humanos, la creencia que de las
mujeres no somos objeto de comercio y, de que no existimos para el
servicio sexual ni reproductivo de quien pueda pagarlo. La vida de las
mujeres prostituidas es una historia de expulsión. Las expulsan de sus
entornos familiares y sociales, las privan de sus propias vidas, las
despojan de su humanidad. Esto es lo que estamos denunciando y esto es,
con lo que queremos acabar. Este es, ni más ni menos, el propósito de la
Marcha pasada y de las que vendrán. Cualquier otra interpretación de
nuestras intenciones es solo eso, una interpretación, una opinión errada
que corregiremos vehementemente, porque no tenemos más causa que la paz
de las mujeres.
Leía, con estupefacción, un artículo de alguien que se decía con “alma
abolicionista”, en el que se afirmaba que marchar por las calles del
Raval donde las mujeres – según sus palabras- ejercen la prostitución
fue una provocación, que fuimos allí a estigmatizarlas y señalarlas. En
primer lugar, las abolicionistas sabemos que la prostitución no se ejerce porque no es un trabajo.
Las mujeres en prostitución son explotadas sexual y económicamente. No
negamos que alguna mujer esté en prostitución teniendo alternativa, pero
la excepción no se puede elevar a categoría general y por eso, no admitimos que se llame trabajo a lo que para la inmensa mayoría de mujeres es violencia sistemática,
tortura. Además, con la expresión “ejercer la prostitución” se crea una
realidad alternativa a la verdadera, diferenciando trata de seres
humanos con fines de explotación sexual, de la prostitución, como si lo
primero fuera lo malo, el crimen a erradicar y lo segundo, lo correcto,
un trabajo como otro cualquiera; cuando lo cierto, es que trata y
prostitución son realidades indisociables que se nutren recíprocamente.
Lilith y yo, de Mujeres por la Abolición. |
En segundo lugar, y siguiendo con la crítica referenciada, es rotundamente falso que marcháramos por las calles del Raval para estigmatizar a las mujeres prostituidas.
La razón de ser, la causa primera y última del abolicionismo es la
liberación de las mujeres prostituidas. Tenemos perfectamente ajustado
el foco, señalamos al putero y al proxeneta como responsables directos y
copartícipes de la situación de explotación sexual y económica de las
mujeres y niñas en prostitución. Y esto es lo que hemos hecho en las
calles de Barcelona: ir a los lugares donde someten y vejan a las
mujeres a decirles que basta, que se acabó su impunidad, que vamos a
cerrar su negocio criminal y que las mujeres nacemos y debemos morir
libres. Estas fueron nuestras consignas. Y con nosotras estaban varias
activistas francesas y la superviviente de prostitución Rosen Hicher,
que llevaron a cabo en Francia y otros países Marchas abolicionistas.
Rosen Hicher estuvo en situación de prostitución durante 22 años y es
una de las más incansables activistas por la abolición, que muchas hemos
conocido. Ha vivido la tortura en sus carnes y supongo que nadie, con
un mínimo de decencia intelectual y emocional, le diría que con sus
acciones pretende estigmatizar a las mujeres que ahora padecen, lo que
ella sufrió antaño. Por tanto, esta crítica es una afirmación interesada,
tiene por finalidad deslegitimar a la causa abolicionista. Es un
clásico argumento regulacionista que rebatiremos cuantas veces sea
necesario, porque obedece a la más pueriles de las tergiversaciones,
tratando de enfrentarnos con quienes defendemos. Y no se trata, como
aluden algunos, de ir de salvadoras sino de clamar por una sociedad sin
explotación, sin esclavitud. Otros/as decían que esta protesta no es
válida por no estar convocada por mujeres prostituidas. Pero, ¿de qué
estamos hablando? ¿qué clase de ficción pretenden presentarnos? Las
mujeres prostituidas están en los burdeles, en los pisos, en los
polígonos y en las carreteras, en su inmensa mayoría destrozadas física y
emocionalmente. Lean sino sobre las consecuencias que la prostitución
acarrea en los cuerpos y mentes de las mujeres y escuchen a quienes lo
han atestiguado y luego, díganme cómo mientras son víctimas de esta
violencia, podrían pugnar por algo más allá que por su propia
subsistencia.
Rosen Hicher, leyendo parte del Manifiesto. |
El abolicionismo, como cualquier movimiento que pretenda crecer y
mejorar y, las mujeres que luchamos por su instauración, como cualquier
persona que pretenda ser parte de una causa, admitimos críticas.
Asumimos que debemos debatir para mejorar nuestros postulados, porque se
trata de establecer medidas que acaben con la esclavitud de millones de
mujeres y niñas y por supuesto, no es fácil. Escucharemos a quienes, de
buena fe, tengan algo que decir sobre nuestra teoría y nuestras
acciones prácticas. Ahora bien, con las críticas malintencionadas que
mienten sobre nuestro cometido y que nos achacan actitudes que
frontalmente rechazamos, no podemos hacer otra cosa que desmentirlas y
negar su aceptación.
Una no puede, como leía entre este tipo de críticas, decir que es
abolicionista y afirmar a continuación que ello le avergüenza. Como
todas, podemos cometer errores, pero si algo podemos estar las
abolicionistas, es orgullosas. Orgullosas de lo que defendemos y de llamarnos a nosotras mismas abolicionistas.
Orgullosas porque pugnamos por la erradicación de la opresión sexual.
Orgullosas porque luchamos por una vida digna y libre de explotación y
sometimiento.
Estamos orgullosas porque caminamos hacia la liberación y la paz de las
mujeres; porque vamos a abolir la prostitución y nuestra herencia será
una sociedad más justa.
Por todo esto, me enorgullece decir que soy abolicionista.
Artículo de mi autoría, originalmente publicado en el Diario Público como respuesta a un artículo publicado en el mismo diario, titulado "por que me da vergüenza decir que soy abolicionista".
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