Pantalla nómada
Alan Rodríguez
▲ Ethan Hawke en un fotograma del filme.
La llamaron
La guerra de las corrientesporque enfrentó a dos titanes del mundo eléctrico: Thomas Alva Edison y Nikola Tesla, quienes tuvieron profundas diferencias. Edison había amasado una fortuna y gozaba de prestigio. Su defensa de la corriente continua incluyó la burla y el descrédito de un inmigrante croata nada adinerado como Tesla, para quien la corriente alterna era algo mejor. De hecho, aún lo es.
Lo mejor de Tesla (2020), de Michael Almereyda, con reciente
estreno en el Festival Sundance, es que levanta un telón de realidad y
especulación acerca del genio intrigado por los misterios de la
electricidad, quien murió sin dinero y solo en una habitación de Nueva
York, en 1943. Expone la brillantez de su intuición y el escaso eco de
sus avanzadas ideas. También su fallida gestión con inversores y su
velada vida sentimental.
Una biopic desde la especulación
Almereyda no tuvo intención de ofrecer un personaje
apegado a los hechos. Lo que brinda es un perfil realista de Tesla desde
la imaginación, el juego y la licencia suficientes para hacerlo
interesante. Para ello, incorpora elementos narrativos poco comunes como
el anacronismo (el uso de un teléfono inteligente o una MacBook en
pleno siglo XIX). El director tomó el recurso directamente del cine de
Derek Jarman y opera como estrategia para sacar al espectador de una
lectura lineal de las cosas y como invitación a reflexionar sobre la
contemporaneidad de los hechos descritos.
Para encarnar al genio croata, Ethan Hawke partió de su admiración por David Bowie, quien hizo el mismo papel en El gran truco
(2006). Así recupera la conducta meditabunda del Duque Blanco en la
película de Christopher Nolan para representar al inventor que avizoró
escenarios entonces imposibles y que empujó para llevar a cabo sus
planes con la insistencia de una rueda de molino.
La histórica disputa
La película no deja de lado los problemas con patentes
que arruinaron a Tesla y, sobre todo, pone énfasis en la disputa
histórica con Edison. En algún momento del filme, Almereyda imagina un
hipotético encuentro entre ambos monstruos de la ciencia. En un
restaurante, Edison reconoce el acierto de Tesla sobre las ventajas de
la corriente alterna y lo invita a colaborar juntos. Algo que nunca
sucedió.
Crear a partir de sucesos históricos verdaderos e invertir el curso
de los hechos es una práctica más que común en las actuales películas y
series de televisión. Especular sobre un pasado que no fue es la esencia
de la ucronía y en esta producción, con guion también de Almereyda, la
historia alternativa sirve para animar el mundo representado y alentar
la imaginación sobre horizontes posibles.
Una mente en el futuro
En Tesla se deja ver que la vocación científica
de Nikola estaba consagrada a hacer mejor la vida de las personas.
Varios de sus aciertos entonces parecieron delirios, por eso poco caso
se hizo a su idea de comunicarse con extraterrestres y de su
convencimiento de que lo inalámbrico se podría aplicar en todo el
planeta, dando forma a un enorme cerebro capaz de obtener respuestas en
todas las regiones. Sabemos que se anticipaba a la Internet cuando lo
escuchamos decir:
Los principios que he descubierto causarán una revolución tan grande que casi todos los valores y todas las relaciones humanas serán profundamente modificadas.
Twitter: @kromafilm
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