Enrique Calderón Alzati*
Seguramente, ustedes han
oído hablar de Zebedeo, este personaje bíblico sobre el cual existe una
pregunta hecha por los integrantes de cada generación para reírse de la
escasa capacidad de razonamiento que se atribuye a los niños y jóvenes
de las generaciones siguientes, por lo que recientemente le hice a mi
nieta la misma pregunta que en su tiempo me hizo uno de mis tíos: ¿cómo
se llamaba el padre de los hijos de Zebedeo? Un par de segundos después
me contestó de manera contundente: ¡Pues Zebedeo! Su ágil respuesta me
dejó un poco turbado, por lo que pensé en hacerle la misma pregunta a un
segundo nieto, mayor a ella. Su respuesta en este caso fue más rápida
dejándome un tanto perplejo, pues en lugar de contestarme, sacó su
celular y le transcribió la pregunta. Un momento más tarde me comentó:
la pregunta tiene varias respuestas, pero me parece que la más indicada es que probablemente fuese el mismo Zebedeo; pero habría que constatarlo con una prueba de su ADN.
Es un hecho conocido que los niños y los jóvenes de hoy son capaces
de utilizar las computadoras, las tabletas electrónicas y los celulares
con mayor facilidad que los adultos, incluyendo a sus maestros; uno de
los hechos que esto nos indica es el evidente retraso que ha mantenido
el sistema educativo respecto a la tecnología, del cual maestros y
autoridades educativas nos estamos haciendo conscientes de su
importancia, gracias al contexto de la actual crisis sanitaria, causada
por el coronavirus, obligándonos a repensar los cambios que son
necesarios en la preparación y actualización continua, a la que deben
tener acceso los maestros frente a grupo, como los que hoy están en
proceso de formación.
Así, el gran reto que hoy enfrenta el sistema educativo es cómo
lograr en el menor tiempo posible que los docentes sean capaces de
dominar no sólo los conocimientos necesarios para poder comunicarse con
sus estudiantes mediante las plataformas sincrónicas que hoy existen,
sino también a utilizarlas en forma tal que les permita responder a las
dudas de sus alumnos, y mantenerlos atentos, inmersos y emocionados en
los temas expuestos, tal como lo pueden lograr en una clase presencial, o
incluso con un nivel mayor, en virtud de las múltiples herramientas
virtuales que hoy permiten la tecnología. Aunque esta idea ha podido ser
expuesta en este párrafo, ella dista de ser trivial y constituye la
esencia misma de la pedagogía.
Una opción que fue descuidada, seguramente por razones políticas
durante los gobiernos anteriores, es llevar lo más pronto posible estos
conocimientos y habilidades a las escuelas normales y universidades
pedagógicas de todo el país, para que sean estas instituciones las
líderes en el uso de las nuevas tecnologías, tomando en cuenta que sus
estudiantes, al formar parte de las nuevas generaciones, no deberán
tener mayores dificultades en sus procesos de aprendizaje relacionados
con estos temas. Por ello, en el actual gobierno se ha corregido este
error dando prioridad a estas instituciones en todos los proyectos de
innovación educativa.
Un paso importante en este contexto es el que ha dado el secretario
de Educación al iniciar el nuevo ciclo escolar a través de la
televisión, como un primer avance tecnológico, aprovechando la
experiencia lograda durante más de tres décadas con el programa de
telesecundarias, con el cual se dio gran impulso a la educación en los
lugares más apartados de nuestro país, avanzando después con los
telebachilleratos que llevaron la educación media superior incluso a
regiones de difícil acceso y con costos de operación reducidos respecto a
los asignados a los otros sistemas de educación media superior. Desde
luego, esta estrategia ha sido criticada –incluso con argumentos
válidos, por parte de algunas organizaciones magisteriales– por
integrantes de los partidos políticos hoy desplazados del poder, sin
embargo, en ambos casos, parecen no entender que en este momento no
existe alternativa alguna por tres razones muy fáciles de comprender.
La primera de ellas es el grado de cobertura de la televisión (más de
90 por ciento) de territorio nacional y más de 90 por ciento también de
hogares que poseen al menos un televisor, la segunda es la escasa
preparación ya mencionada, de buena parte de los maestros, para impartir
clases a distancia de manera síncrona utilizando Internet; sin embargo,
hoy en el sistema educativo nacional se prepara un proyecto orientado a
sustituir gradualmente la televisión por las plataformas que operan en
la web, en la medida que los maestros avancen en el aprendizaje
necesario, para impartir clases a distancia en forma síncrona utilizando
dichas plataformas, en las zonas que vayan incorporándose a la red
nacional de Internet, siendo importante tomar en cuenta que la
preparación de los docentes requerirá varios meses.
Sin lugar a dudas, este avance, de ser logrado, podría constituirse
en una de las innovaciones más importantes del sistema educativo
nacional, a condición de su aceptación por el gremio magisterial en su
conjunto, siendo su principal obstáculo la brecha generacional que
dificulta que los maestros y maestras de mayor edad puedan dominar la
nueva tecnología de las plataformas digitales, para lo cual deberá
pensarse en la generación de un nuevo tipo de plazas docentes, que
permitiese con los maestros jóvenes hacerlos ayudantes de los más
viejos, con el fin de apoyarles en las tareas de operación de las
plataformas mencionadas, mientras éstos no se jubilen, para tomar
después su lugar.
* Director del ILCE
No hay comentarios.:
Publicar un comentario