Jorge Durand
Una de las consecuencias de
la pandemia de Covid-19 será el exacerbamiento de los nacionalismos.
Las fronteras nacionales se cerraron, de manera total o parcial y las
aperturas son selectivas. Incluso en algunos países se impide el
tránsito al interior entre estados, provincias o departamentos.
Esto es un fenómeno global por la pandemia, pero coincide con otras
tendencias nacionalistas regresivas, como la autoafirmación de Donald
Trump de poner en primerísimo lugar sus intereses nacionales; la de Gran
Bretaña de separarse de la Unión Europea y muchos planteamientos
separatistas o independentistas. La ruptura o desmembramiento de bloques
regionales refuerza los planteamientos nacionalistas y separatistas que
ponen en entredicho la pertinencia de la libre circulación.
Durante la pandemia, muchos países repatriaron a sus connacionales,
que estaban varados en otros países por viajes, estudios u otras
razones. Pero algunos países, como Guatemala, se negaron a recibir a sus
propios connacionales.
Lo que no se ha cerrado es la circulación de mercancías, muy
especialmente las agrícolas, consideradas esenciales. Y, por primera vez
en la historia, se reconoce a los trabajadores que laboran en la
agricultura, procesamiento, empaque y distribución de alimentos como
esenciales.
El cierre de fronteras a la circulación de personas impone una nuevo
esquema de comportamiento a nivel bilateral. Las diatribas y amenazas de
Trump de que iba a cerrar la frontera con México, si no se paraba la
migración, pueden verse de diferente manera a la luz de la pandemia.
Para empezar, se constata que a nadie le conviene cerrar la frontera de
forma total, menos aún a las mercancías, y tampoco se prohibió el
tránsito de los ciudadanos. México, a su vez, no puso ninguna
restricción a nadie para ingresar del otro lado, ni siquiera hubo algún
control sanitario. La interdependencia va más allá de lo comercial y es
tan fuerte que una decisión drástica rompería con todo un entramado
social construido a lo largo de décadas.
Por otra parte, habría que evaluar el impacto que tuvo el cierre
fronterizo a la circulación de personas en la vida cotidiana y el
comercio fronterizo. Los más afectados fueron los llamado conmuters
con visa, que viven en un lado y trabajan en el otro. A muchos de ellos
se les complicó la existencia y la vida familiar. Pero para la mayoría
de la población, que vive y trabaja en un solo lado, las cosas quedaron
igual.
Lo que sí se vio afectado, de lado mexicano, fueron algunos comercios
y servicios fronterizos: las farmacias viven en buena medida de quienes
vienen a comprar del otro lado; lo mismo ocurre con los servicios
médicos, en especial dentistas y cirujanos estéticos y así, en otros
casos. Pero en el balance comercial, en general considero que los más
afectados han sido los comercios estadunidenses, que a diario recibían
miles de compradores mexicanos. Se dice que Semana Santa (vacaciones) es
para el comercio fronterizo del otro lado más importante que Navidad.
Por el con-trario, la pandemia ha favorecido al mercado interno
mexicano, ya que mucha gente no puede ir a comprar al otro lado.
Finalmente, para los habitantes de ciudades fronterizas, grandes o pequeñas, la afectación en la posibilidad de ir de shoping
sólo implica a los que tienen visa para pasar al otro lado,
aproximadamente 25 por ciento. Otro 50 por ciento simplemente no puede
cruzar porque no tiene visa, y el restante 25 por ciento son ciudadanos
con dobles nacionales o residentes que podrían pasar libremente.
Obviamente, el tránsito y el comercio local son sólo un aspecto de
toda la problemática que ha acarreado el cierre parcial de la frontera.
Muchos han perdido el empleo, han tenido que bajar la cortina de sus
negocios o adaptarse a la nueva situación. Pero la vida económica
fronteriza no se paralizó y se trabajó a media marcha.
Habrá que evaluar con cuidado los saldos del cierre fronterizo
parcial en uno y otro lado, pero la gran enseñanza de esta pandemia es
que no se puede cerrar totalmente la frontera entre México y Estados
Unidos. Las amenazas de Trump son palabras al viento. Por otra parte, se
comprueba de nueva cuenta la
asimetría de poder, los ciudadanos estadunidenses no se vieron afectados en la libre circulación, pero los mexicanos con visa sí.
En realidad, cerrar la frontera nunca ha sido una decisión fácil de
tomar. Según John Bolton, quien fuera consejero de seguridad nacional,
el presidente Trump se desesperaba con Kirstjen Nielsen, secretaria de
Seguridad Interior, por que le decía que no era posible aun cuando
estaban en plena crisis de refugiados y de que todos los días llegaban a
la frontera cientos de familias para entregarse a la migra y solicitar
asilo.
Hace nueve meses era imposible prever un escenario de esta
naturaleza, ni siquiera imaginarlo. Pero no se acabó el mundo, la vida
sigue.
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