Miguel Concha
Incontables personas
y organizaciones defensoras de derechos humanos tienen un papel
fundamental en nuestro país, pues contribuyen de manera esencial al
fortalecimiento de la democracia y al respeto de los derechos de
personas y comunidades. La Corte Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) ha considerado que complementan no sólo el rol de los estados,
sino del mismo Sistema Interamericano de Derechos Humanos en su
conjunto.
Ahora bien, es cierto que debemos reconocer la diversidad en lo que
respecta a personas y organizaciones. Y lamentablemente existen algunos
espacios que promueven intereses particulares y buscan mantener las
cosas como están. No obstante, existen muchas otras organizaciones que
contribuyen a la construcción de un México en paz, con justicia y
dignidad, y que lo hacen desde una opción o posición fundamental que
transversaliza su ser y quehacer: la transformación de las estructuras y
del mundo del trabajo por las personas más pobres.
Debido a ello, asumen perspectivas de derechos humanos críticas,
alternativas, progresistas y contrahegemónicas. Desde esta opción,
acompañan movimientos, organizaciones sociales y colectivos integrados
por quienes históricamente se encuentran en alguna situación de
vulnerabilidad y opresión, víctimas de tratos inequitativos y
desiguales. Esto provoca su sometimiento, discriminación, marginación y
exclusión. Entre estos grupos están niñas, jóvenes y mujeres, así como
personas migrantes y refugiadas, la comunidad LGBTTTIQA+, y los pueblos y
comunidades indígenas. Desde esta opción fundamental caminan de la mano
con víctimas y sobrevivientes de violaciones a derechos humanos en sus
procesos de exigencia de verdad, justicia, reparación y garantías de no
repetición. Impulsan del mismo modo agendas, como la participación
ciudadana, la libre determinación, el cuidado del medio ambiente y de
todas las formas de vida, la soberanía alimentaria, la libertad de
expresión, el acceso a la justicia, la igualdad de género y la no
discriminación.
Generan espacios de formación política, de diálogo y pensamiento
crítico entre juventudes, constituyéndose así como semilleros de
generaciones que impulsan cambios sociales trascendentales. Asimismo,
desde esta opción, fungen como nodos para articular y generar
interlocuciones fecundas con y entre diversos actores sociales. Por
ejemplo, con víctimas, movimientos sociales más amplios, colectivos,
organismos internacionales, academia, autoridades en todos su ámbitos y
niveles e incluso con la iniciativa privada. Defienden también su
derecho a defender derechos humanos, cuidando su autonomía frente a
cualquier intento de cooptación o desviación de su misión.
En este sentido, la Declaración de los Defensores de Derechos Humanos
de la ONU reafirma los derechos indispensables para que las personas y
las organizaciones gocen y ejerzan plenamente su derecho a defenderlos.
Entre ellos la libertad de pensamiento, de opinión y de expresión, así
como el derecho a presentar propuestas y a acompañar procesos de
defensa. Su derecho, además, a ejercer legítimamente su labor como
defensoras y a recibir solidariamente recursos financieros, incluso del
extranjero, que contribuyan a su sostenimiento, guardando siempre su
capacidad de tomar libremente sus propias decisiones.
Por tanto, todas las autoridades están obligadas a asumir una
política de Estado que respete, proteja, promueva y garantice su derecho
a defender los derechos humanos, así como a prevenir, investigar,
sancionar y reparar cualquier violación a los derechos de las personas y
organizaciones defensoras. En este sentido, la CIDH considera que un
Estado tiene la obligación de adoptar todas las medidas necesarias y
razonables para garantizar el derecho a la vida, la libertad personal y
la integridad de aque-llas personas y organizaciones que defienden
derechos humanos, como lo ha establecido en el Caso Valle Jaramillo y
otros contra Colombia. Por su parte la Resolución AG/RES. 1671
(XXIX-O/99), de la Organización de Estados Americanos, exhorta a los
estados parte a proveer respaldo a la tarea que desarrollan quienes
defienden los derechos humanos, y a reconocer su invaluable contribución
para su respeto, promoción, protección y garantía (https://cutt.ly/ffTjmFB).
Por ello, es fundamental que las autoridades de nuestro país se
abstengan de imponer obstáculos que dificulten la importante labor
social de las personas y organizaciones defensoras de derechos humanos, y
más bien faciliten los medios necesarios para que libremente realicen
sus actividades. Y, por el contrario, que las proteja cuando sean objeto
de amenazas, para evitar atentados contra su vida e integridad. Y esto,
másallá del mecanismo existente para la protección de periodistas y
personas defensorasde derechos humanos, mediante la generación de las
condiciones efectivas para la erradicación de violaciones por parte de
agentes estatales o de particulares.
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