La investigadora y defensora feminista Diana Russell, quien falleció a
los 81 años de edad, dedicó su vida a luchar para poner fin a la
violencia machista hacia las mujeres y las niñas. Tal vez su mayor logro
y del que cual estaba más orgullosa fue acuñar y popularizar el término
“feminicidio”, el que describió como “el asesinato de mujeres por
hombres porque son mujeres”.
En 1974, la feminista norteamericana Carol Orlock estaba preparando
una antología que ella llamó feminicidio. Diana decidió que el término
debía usarse para describir los motivos misóginos detrás de la mayoría
de ese tipo de asesinatos, así como sería una herramienta muy útil para
elevar la conciencia y para inspirar campañas contra la violencia
machista mortal.
Dos años más tarde, Diana usó el término en público en un evento en
el que ella jugó un papel principal en la organización y que se llevó a
cabo en Bruselas: el primer “Tribunal Internacional sobre Crímenes
contra las Mujeres”. En ese evento ella dijo: “De la quema de las brujas
en el pasado a la más reciente costumbre generalizada de los
infanticidios de niñas en muchas sociedades, a los asesinatos de mujeres
por el mal llamado honor, podemos darnos cuenta de que los feminicidios
se han venido realizando por un largo tiempo”.
Dos mil mujeres de cuarenta países asistieron y oyeron de primera
mano los relatos de la violencia machista y de la opresión. En su
discurso introductorio, Simone de Beauvoir anunciaba el tribunal como
“el comienzo de la descolonización radical de las mujeres.
En 1992 Diana co-editó, con Jill Radford, Feminicidio: Las Políticas del Asesinato de la Mujer, una antología que sirvió para profundizar y transversalizar los conceptos desarrollados casi dos décadas antes.
Nacida y criada en Ciudad del Cabo, Sudáfrica,
Diana fue la cuarta de seis hijos e hijas. Su padre fue James Hamilton
Russell, un hombre de negocios y diputado del Partido Unidos; y su
madre, Kathleen (nee Gibson), era la hija de Lord Ashbourne, un ex lord
canciller de Irlanda.
Diana asistió a la escuela Micklefield y Herschel en Ciudad del Cabo y luego a la Universidad de Ciudad del Cabo.
Su involucramiento en el movimiento antiapartheid en su adolescencia
inspiró su trabajo político y académico. Mientras participaba en una
protesta pacífica en Ciudad del Cabo, fue arrestada y fue testigo de la
brutalidad policial afrikáner, y posteriormente se unió al Movimiento
clandestino de Resistencia Africana.
A los 19 años se fue al Reino Unido para realizar una maestría en
ciencias políticas en la Escuela de Economía de Londres. Luego, en 1961,
fue a la Universidad de Harvard para estudiar un doctorado. En 1969
Diana fue nombrada profesora de sociología en el Colegio Mills en
Oakland, California, desarrollando el primer currículo de estudios de
mujeres en la universidad (y uno de los primeros en los Estados Unidos).
Permaneció allí hasta su jubilación en 1991, cuando se convirtió en
profesora emérita.
En 1977 condujo una serie de entrevistas a profundidad con 900
mujeres, y más tarde publicó sus hallazgos en una serie de libros:
“Violación en el Matrimonio” (1982), “Explotación Sexual: Violación,
Abuso Sexual Infantil y Hostigamiento en el Lugar de Trabajo” (1984) y
“El Trauma Secreto: Incesto en la Vida de las Niñas y las Mujeres”
(1986). La psicóloga Judith Herman,
quien colaboró con ella en un buen número de proyectos, se refiere a la
investigación académica de Diana sobre violencia sexual como
verdaderamente innovadora.
Diana regresó a Sudáfrica en 1987 para entrevistar a activistas
revolucionarias en el movimiento de liberación contra el apartheid,
cuyos resultados fueron publicados en “Vidas con Valor: Mujeres para una
Nueva Sudáfrica” (1989).
A principios de la década de 1990 se enfocó en la pornografía. Editó
la antología “Haciendo Sexy a la Violencia: Visiones Feministas sobre la
Pornografía” (1993) y su libro “Contra la Pornografía: La Evidencia del
Daño” (1994), expuso la conexión entre la pornografía y el aumento de
la violación y el abuso sexual.
Al encontrarme con ella por primera vez en una conferencia
internacional en el Reino Unido en 1996, recuerdo a Diana en su manera
seca, ingeniosa y atractiva contando una historia durante la cena sobre
ser arrestada por desorden público después de pintar con aerosol
consignas feministas sobre un eslogan sexista en una cartelera. No era
la primera vez, ni la última, que violaba la ley como parte de su
activismo.
Aunque la antología de femicidio no tuvo inmediatamente el impacto
que Diana esperaba en la publicación en el Reino Unido y Estados Unidos,
iba a ser altamente influyente en la India, Australia y América del
Sur. En 2004, tras la preocupación internacional por los asesinatos de
mujeres en Ciudad Juárez, México, Diana y Radford fueron invitadas a
hablar en un seminario allí.
Al inaugurar la sesión, la congresista mexicana Marcela Lagarde y de
los Ríos dijo: “A veces aparece un libro que cambia la historia y
Feminicidio: Las Políticas del Asesinato de la Mujer (1992) es ese
libro”. Desde la publicación de Feminicidios en Español, feministas de
muchos países Latinoamericanos adoptaron el término y lo usaron para
referirse a la violencia letal contra las mujeres.
Diana había empezado a escribir sus memorias pero murió antes de que
pudiera concluirlas. Aparte del feminismo, su otra pasión era rescatar
perros. Vivía entre ellos en una comuna de solo mujeres en Berkeley,
California.
Le sobrevivieron su hermana Jill y su hermano Robín.
• Diana Elizabeth Hamilton Russell, activista feminista, académica y
autora, nació el 6 de noviembre de 1938; falleció el 28 de julio de
2020.
* Este Obituario fue escrito por Julie Bindel y se publicó el 23 de agosto en el portal del periódico inglés “The Guardian”.
Traducido por la maestra Teresa C. Ulloa Ziáurriz, con autorización de la autora.
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