Todo indica, a
pesar del gran número de candidaturas registradas, que entre todas
brilla especialmente la del diputado Porfirio Muñoz Ledo, quien anunció
su decisión de competir por la presidencia de Morena. En estos últimos
meses de encierro y pandemia se ha discutido mucho sobre el ADN de ese
partido en el poder, yendo las opiniones de definirlo más como un
movimiento que como un partido político propiamente dicho.
Creo que la presencia de Porfirio a la cabeza de Morena ayudará mucho
a despejar esa duda o a obligar a los analistas a definir a Morena como
un partido, que es también un movimiento popular, sin dejar de lado su
estructura política y jurídica de partido, pero sin olvidar tampoco su
configuración de movimiento popular de masas. Esa dualidad, sin duda, le
otorga características muy sobresalientes, no comunes en los partidos
políticos contemporáneos, prefiriendo éstos en general la
autorregulación que les impone la estructura jurídica y política que los
configura y abandonando (aun cuando sea relativamente) su capacidad de
movilización y dinamismo que tendría todo partido político que no se
hubiera olvidado de su destreza movilizadora, precisamente en las
cuestiones políticas de mayor relevancia para un país en un momento
determinado.
Hace apenas unas semanas Le Monde Diplomatique vovió a
publicar el ensayo de uno de los discípulos universitarios de Andrés
Manuel López Obrador (Sergio Zermeño) en que se examina con pertinencia
una de las ideas centrales de su actuar político actual: en primer
término, el hecho de que la modificación del régimen político mexicano
que se propone debe realizarse por la vía pacífica y no por el camino de
la violencia y el enfrentamiento, que sería inconducente en nuestro
país y que plantearía una destrucción humana y de recursos
irrecuperable, alzándose entonces el espectro de una miseria social y
material probablemente sin remedio.
Es vieja la discusión sobre el tema, pero en términos actuales
Guillermo Almeyra nos dice, citado por Zermeño, que es necesario
“organizar a los vecinos […] desarrollar un poder paralelo al poder
oficial y crear un antipoder a través de la educación práctica de las
grandes masas. La gente puede comenzar a crear una sociedad libre y
humana... probando el ensayo y el error. Durante el proceso se podría
reducir la alienación y la deshumanización […] La lucha de clases es una
lucha política cotidiana, una cesión y concesión del gobierno para
mantener en lo posible la dominación, pero también una conquista y una
ganancia de posiciones por parte de los oprimidos”.
Después de expresiones radicales, el propio subcomandante Marcos,
cabeza durante muchos años del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional, agrega:
Queremos que este fin de la explotación se dé de manera civil y pacífica y que tenga un destino donde todos se vean reconocidos en sus derechos y en su dignidad.
El griego Takis Fotopoulos, formado en la escuela de su compatriota Cornelius Castoriadis, e iniciador de la corriente llamada
democracia inclusiva, escribe:
El único camino hacia un proyecto democrático será a través de la política y la economía, a partir de un municipalismo confederado que transforme y democratice los gobiernos locales sobre la base de las asambleas populares, formando una confederación de municipios que se fortalecerá en tensión y en conflicto con el Estado nacional.
Opino que precisamente Porfirio Muñoz Ledo, naturalmente además de
Andrés Manuel López Obrador y alguno(a) de sus más próximos auxiliares,
es un político de experiencia excepcional capaz de ayudar eficazmente en
esa revolución pacífica y gradual que se propone Andrés Manuel López
Obrador. Capaz de hacerlo precisamente por su experiencia probada en
estas materias, de guía también de sectores sociales importantes hasta
hacerlos llegar prácticamente a consensos unánimes, o casi.
Es una buena fortuna para el país y para Morena que Muñoz Ledo esté
en capacidad y en disposición de realizar estas complejas tareas, dignas
de uno de los políticos del país más experimentados e inteligentes.
Por supuesto que vencerá también en este nuevo reto que él mismo se
ha puesto enfrente. Por eso le deseamos el mayor éxito posible. Por
supuesto, resulta evidente que Porfirio Muñoz Ledo es uno de nuestros
políticos más calificados para coadyuvar con López Obrador en la Cuarta
Transformación, y que se parece mucho a una profunda revolución social.
Porfirio tiene la experiencia y la inteligencia para realizarla. Sale
casi sobrando desearle el mejor de los éxitos en este nuevo destino que
él mismo ha elegido, porque lo tendrá sin duda.
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