9/17/2020

Lo que sigue

Orlando Delgado Selley


La reciente entrega de la propuesta de PEF 2021 y de la Ley de Ingresos da cuenta de las expectativas del gobierno federal para el cierre de este difícil 2020 y lo que se espera para 2021. El pronóstico oficial indica que este año el PIB se contraerá 8 por ciento y que en 2021 habría un crecimiento de 4.6 por ciento. De modo que al finalizar la mitad del sexenio de AMLO, la economía se habrá reducido más de tres puntos porcentuales respecto de 2018. La recuperación en V ni en las previsiones de Hacienda aparece. Este mal resultado indudablemente ha sido provocado por la pandemia, pero la respuesta gubernamental también ha contribuido.

Este pronóstico no es compartido por otros analistas. En general, hay un amplio consenso en que la contracción en este año será mayor al 8 por ciento esperado por Hacienda. La OCDE apenas antier publicó un informe sobre la situación de la economía mundial en el que señala que la economía mexicana se contraerá este año 10.2 por ciento y crecerá 3 por ciento en 2021. Este pronóstico se ajusta más a lo que espera el grueso de los analistas económicos: la economía se reducirá bastante más este año y la recuperación el año siguiente será más lenta. Según la estimación de la OCDE, la economía mexicana cerrará 2021 siendo siete puntos porcentuales menor que en 2018.

El pronóstico de la OCDE para la economía mundial, en su informe Coronavirus: vivir con la incertidumbre, mejora respecto del que había presentado en junio pasado. Estima una contracción para este año de 4.5 por ciento y para 2021 un crecimiento de 4.6: La caída esperada en el crecimiento global en 2020 es menor de lo esperado, aunque existen diferencias considerables entre los países, con revisiones al alza en China, con un crecimiento de 1.8 por ciento, frente al -2.6 por ciento estimado en junio; Estados Unidos, -3.8 por ciento, frente al -7.3 en junio; y la Europa del euro, con un estimado de -7.9, frente al esperado en junio pasado de -9.1; pero con resultados más débiles de lo esperado en India, México y Sudáfrica, que son los países con peores desempeños. La explicación de estos diferentes comportamientos se localiza en la acción gubernamental.

Estas estimaciones, como las del gobierno de AMLO, están sujetas a alteraciones en sus resultados si los factores considerados para su cálculo no tienen el comportamiento esperado. Persisten muchas incertidumbres, de modo que los números pueden moverse significativamente. Tres aspectos son cruciales: el comportamiento próximo de la pandemia, con importantes consecuencias económicas si hubiera que regresar a confinamientos estrictos; segundo, la confianza entre los agentes económicos en relación con la recuperación de la demanda, y tercero: la respuesta del gobierno.

En cuanto a lo primero, conseguir la vacuna y estar en condiciones de aplicarla masivamente se aprecia relativamente lejano. Consecuentemente, el control de la pandemia estos meses se logrará con acciones gubernamentales y con responsabilidad de las poblaciones. La confianza en la recuperación se concentra en el mantenimiento de los apoyos fiscales y monetarios existentes y en la manera en que la economía se ajusta a nuevas condiciones en la demanda. Es claro que la acción gubernamental es decisiva. Por esto, la OCDE advierte que lo fundamental es mantener los apoyos fiscales: ya habrá tiempo para ajustar las finanzas públicas. Pero ese tiempo no es 2021.

Nuestras finanzas públicas, sin embargo, siguen preocupando al gobierno, aunque no está claro que la economía mexicana haya tocado fondo. Los indicadores económicos disponibles muestran que el empleo dejó de reducirse, pero otros indicadores dan cuenta de que la caída sigue. La última actualización del indicador global de la actividad económica, el IGAE, mostró que a junio seguía contrayéndose la economía, en particular las actividades secundarias y las primarias. El 25 de septiembre, tendremos la nueva estimación del IGAE. Mientras tanto, no hay certeza de la situación. Por eso, la propuesta de PEF 2021 y de Ley de Ingresos resulta poco atenta a las condiciones reales en las que se encuentra la economía.

Mantener los propósitos planteados no puede significar que el diseño de política económica establecido en la campaña para el sexenio y luego ratificado en la toma de posesión, siga siendo pertinente, cuando las condiciones económicas cambiaron drásticamente. Frente a un escenario por completo diferente, es conveniente y necesario ajustar las decisiones de política económica manteniendo los propósitos sociales. La pandemia ha hecho crecer las necesidades de gasto público. No puede atenderse solamente con mayor austeridad.

Resolver estos requerimientos de gesto obliga a modificar políticas. Repetir que no habrá reforma fiscal, supone negar que las apremiantes necesidades de mayor gasto requieren mayores ingresos públicos. La economía no está en camino de su recuperación, las actividades siguen contraídas. Ha habido cierta reanimación, pero está muy lejos de indicar alivio. Lo que sigue es fundamental. Se debe aceptar la idea de que ante nuevas condiciones, deben modificarse los planteamientos originales.

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