8/31/2012

De la paz de los sepulcros a la guerra por la justicia, para luego alcanzar una paz duradera

Pedro Echeverría V.

1. Anoche la autoridad electoral dio el veredicto definitivo que se
esperaba: Enrique Peña Nieto es el presidente electo y las mil pruebas
de compra de votos, de medios de información y de casas encuestadoras
presentadas por el Movimiento Progresista de Andrés Manuel López
Obrador, sirvieron para tirarlas a la basura. Los siete ministros
votaron por unanimidad ese acuerdo y ya no hay posibilidad de vuelta
atrás. Hace seis años el fraude a AMLO fue por los votos no
recontados; hoy el fraude estuvo en la descarada compra de los votos.
Pero me parece una tontería, mucha imbecilidad, seguir escuchando o
leyendo acusaciones, mentiras, pretextos o lloriqueos, porque los he
escuchado durante más de 50 años. Lo único importante hoy es analizar
qué hacer para organizarnos y enterrar el sistema de explotación,
corrupción, de dominación, de miseria y hambre.

2. Que fueron comprados los jueces; que no investigaron las denuncias;
que el PRI, Televisa y Peña Nieto sobrepasaron en cientos de millones
de pesos los gastos de campaña; que se compraron a las casas
encuestadoras; que la propaganda por TV y radio fue radicalmente
desigual; que se repartieron mercancías de todo tipo, tarjetas y
dinero contante para comprar millones de votos, etcétera, todo ello es
archisabido y ya no caben más denuncias porque toda la actuación de la
autoridad ha sido por consigna; más aún se sabe que ésta actúa siempre
por órdenes superiores. Pero, pregunto: ¿Por qué seguimos votando,
creyendo en los procesos electorales, vendiendo nuestra voluntad, con
las esperanzas de que algunas vez "con la ayuda de dios" salgamos de
nuestra miseria y nos alejemos del hambre?

3. En el Porfiriato hace 100 años se hablaba de "la paz de los
sepulcros" porque el dictador Porfirio Díaz (1876-1911) tenía como
frase copiada del positivismo: "Paz, Orden y Progreso"; pero la paz
para él era mantener al país sin luchas, protestas o levantamientos
para que los terratenientes, empresarios y los capitales extranjeros
sigan saqueando la economía de México. Todos aquellos que se atrevían
a salir a la calle -como eran los luchadores campesinos, los
luchadores anarquistas- los "mataban en caliente", tal como el
gobierno ordenaba. Mientras sucedía eso, los grandes hacendados, los
"científicos", los militares, el clero y los "intelectuales" comían y
bebían bien a la sombra del protector: don Porfirio. Era la paz que
las clases dominantes usaban, propagaban y no estaban dispuestas a
perder.

4. Pero esa "paz social" que significaba la muerte de miles y miles de
indígenas, campesinos y trabajadores, tuvo que terminar para dar paso
a la guerra entre clases sociales, es decir, la guerra de un 90 por
ciento de pobres y miserables contra un el uno por ciento de ricos que
usando al gobierno, al ejército, las cárceles, las leyes, se imponían
por la fuerza. Los anarquistas no aconsejaron la guerra sino
movimientos de huelga y luchas por salarios para no morir de hambre;
pero fue el gobierno el que impuso la guerra contra toda lucha o
movimiento que perjudique los intereses de los ricos. La "paz"
entonces era solo una palabra para cubrir la explotación, la miseria,
el saqueo y la guerra era hecha por los ricos para evitar las
protestas y las luchas de los trabajadores. Ahora la gente con juicio
crítico se pregunta: ¿Paz para qué y guerra para qué?

5. El gobierno usurpador de Calderón, del televiso Peña Nieto, los
panistas, los priístas, empresarios, medios de información,
"intelectuales", hablan siempre de paz -como si estuvieran en el
Porfiriato- porque no quieren ver ni escuchar las terribles
condiciones de vida del 70 por ciento de la población. Repiten por
todos los medios que ahora hay que llegar a acuerdos para que haya paz
y prosperidad. Pero también me pregunto: ¿Qué tal si el pensamiento de
esa mayoría del pueblo ya está enajenado, alienado o cosificado por
los medios de información y sus intelectuales, que ya no sienten, no
hacen nada, porque tampoco les importa? ¿Qué tal si esta "paz de los
sepulcros" es la que más les acomoda y las clases sociales y la lucha
de clases les importa un carajo? Yo no se si en México, ante la
situación actual, surjan estallidos sociales.

6. Andrés Manuel López Obrador, que acaba de sufrir otro gran fraude
electoral, dejará pasar nueve días más a pesar de que han transcurrido
dos meses de las elecciones compradas. Sin embargo no será un problema
de cuántos días hayan pasado o cuántos haya que esperar, sino de
propuestas adecuadas o no; aunque esa cantidad de días hace pensar que
"no hay prisa", no hay desesperación y que si se ha esperado seis años
se pueden esperar otros seis. Espero que AMLO y sus asesores logren
levantar el movimiento de oposición y no vayan a dañarlo más con
propuestas desmovilizadoras. Espero que los estudiantes del Yo soy 132
no sean divididos, calumniados y reprimidos por los medios de
información, el PRI y el PAN con miras a desaparecerlo. Aquí es donde
debemos poner toda la atención y no en repetir hasta el cansancio
nuestros gritos de derrotados.

7. Lo que siempre me ha resultado difícil desentrañar es cómo la clase
dominante nos puede engañar y someter con gran facilidad, "con la mano
en la cintura", sin poner en peligro su poder. Aquí he citado varias
veces al filósofo Etienne de la Boetié sobre la "Servidumbre
voluntaria" cuando entre su larguísimo análisis escribe: "De lo que
aquí se trata es de averiguar cómo tantos hombres, tantas ciudades y
tantas naciones se sujetan a veces al yugo de un solo tirano, que no
tiene mas poder que el que le quieren dar; que sólo puede molestarles
mientras quieran soportarlo. Cosa admirable y dolorosa es, aunque
harto común, ver a un millón de millones de hombres servir
miserablemente y doblar la cerviz bajo el yugo, sin que una gran
fuerza se lo imponga, cuyo poder ni debería ser temible por ser de uno
solo, ni apreciables sus cualidades por ser inhumano y cruel".
(31/VIII/12)

http://pedroecheverriav.wordpress.com

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