Madres marchan y reclaman inacción ante desapariciones
A
las 9:30 de la mañana de este 10 de mayo, Enrique Peña Nieto felicitó
en redes sociales a las “mamás mexicanas” que “son ejemplo de amor y
dedicación”, y aseguró que el gobierno de la República “trabaja a su
lado, para construir un mejor futuro para sus familias”.
A esa misma hora, María Herrera Magdaleno pegaba en sus ropas blancas
y desgastadas las fotos de Raúl, Salvador, Gustavo y Luis Armando
Trujillo Herrera, cuatro de sus siete hijos que fueron desaparecidos en
los estados de Guerrero y Veracruz por “delincuentes desalmados”.
Mientras el titular del Ejecutivo federal tuiteaba sus felicitaciones
del Día de las Madres, María Herrera ofrecía una modesta conferencia de
prensa frente a la Procuraduría General de República (PGR).
Ante los medios de comunicación, esta madre de familia le reclamaba al
mandatario que ella, junto con cientos de “mamás mexicanas, no tiene
nada que festejar”.
“En
nuestros hogares hay muchos lugares vacíos; nuestras familias están
destruidas moral, física y económicamente, dejamos a los hijos que aún
nos quedan para salir a gritar por los que no podemos ver”, dijo cuando
apenas podía contener el llanto.
Junto a ella estaba Nancy Raquel Rosete Núñez, madre de Elvis Axel
Torres Rosete, desaparecido en 2010. Para esta madre, las inmediaciones
de la dependencia ubicada sobre Paseo de la Reforma no son ajenas, pues
en mayo de 2013 pasó nueve días en huelga de hambre frente a la PGR. (Cimacnoticias 17 de mayo de 2013).
Hace dos años, Nancy Rosete creyó haber logrado una victoria cuando el
entonces procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, y el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se comprometieron a
crear la Fiscalía Especializada para la Localización de Personas
Extraviadas y Desaparecidas.
“La Fiscalía se creó, pero nunca le dieron los recursos necesarios,
ahora están rebasados y ya no alcanza el personal para darle seguimiento
a tantos casos”, expresó a Cimacnoticias la madre que sostuvo varias
reuniones con Murillo Karam y aún está a la espera de que la actual
procuradora, Arely Gómez González, cumpla su palabra de “que viene a
trabajar”, y se reúna con las madres de desaparecidos.
También presente en la conferencia de prensa, María Eugenia Padilla
García, madre de Cristian Téllez Padilla, supuestamente “levantado” por
la policía intermunicipal el 20 de octubre de 2010, en Poza Rica,
Veracruz, es otra de las “mamás mexicanas” que logró reunirse con el ex
procurador, pero no ha vuelto a ver a su hijo.
Para sobrevivir al 10 de mayo y no quebrarse ante todos los festejos que
le parecen ajenos, ella “saca fuerza del dolor, de la necesidad de
volver a ver a mi hijo, de la falta de justicia, de lo solas que estamos
porque el Estado no nos respalda y no hace nada para encontrar a
nuestros hijos”.
Después de contar rápidamente sus historias a los medios de comunicación
y aún secando sus lagrimas, ellas se encaminaron hacia el Monumento a
la Madre (ubicado frente al Senado de la República y a unas cuantas
cuadras de la PGR), para reunirse con los cientos de mujeres que
llegaban de otras entidades con el mismo propósito: decirle al Estado
mexicano que “ellas no tienen nada que festejar”.
“LES BUSCAMOS PORQUE LES AMAMOS”
El Monumento a la Madre, erigido desde 1949 para honrar “a la que nos
amó antes de conocernos”, por quinta ocasión sirvió como punto de
reunión para las madres de personas desaparecidas y asesinadas, quienes
llenaron “El Jardín del Arte” con mantas de indignación, fotografías de
las y los hijos añorados, y reclamos de justicia escritos en cartulinas,
playeras o en la propia piel.
Minutos después de las 10 de la mañana y al grito de “¡vivos se los
llevaron, vivos los queremos!”, el dolor, la indignación y la esperanza
de las madres abandonaron poco a poco los alrededores del Monumento para
apropiarse del Paseo de la Reforma, que en ese momento –y como todos
los domingos– era ocupado por familias que pasean en bicicletas o
patines.
“¿Dónde están, donde están, nuestros hijos donde están?”; “¡Les buscamos
porque les amamos!”; “¡Hijo escucha, tu madre está en la lucha!”, eran
los gritos que retumbaban en la céntrica avenida capitalina.
“Cada
10 de mayo cuando volvía del trabajo, mi hija me encontraba con un
regalo, con una canción o simplemente con un abrazo; ella es muy alegre y
le gusta recordarme que me quiere”, rememoró Angélica Martínez Santos,
madre de Andrea Michel Dávila Martínez, que a sus recién cumplidos 15
años de edad fue desaparecida el 6 de agosto de 2014 en Ecatepec, Estado
de México.
“Mi hija desapareció el mismo día en que fuimos a ver la ubicación de la
preparatoria en donde había quedado y en donde se tenía que inscribir
unos días después; me la arrebataron en el Estado de México en donde las
autoridades dicen ‘que no pasa nada’”, reclamó.
A varios metros de distancia, caminaba Leticia Hernández Urrutia, madre
de María Guadalupe Ortega Hernández, quien jamás volvió de su cita con
el dentista en Ciudad Nezahualcóyotl (Edomex) el 17 de julio de 2010.
Según esta mamá, su hija de apenas 16 años “desgraciadamente cumplía con
ese perfil de las jovencitas que están desapareciendo en el estado, era
delgada, finita de su cara”.
La mujer agregó que en estos años de lucha ha podido identificar que en
todos lados existe la problemática de la desaparición forzada, pero
particularmente en la entidad mexiquense las que desaparecen son niñas y
menores de edad.
Otra madre mexiquense que asistió a la marcha es Araceli Flores
Reyes, madre de Sandra Cabrera Flores, desaparecida el 22 de febrero de
2014 en Ecatepec, Edomex, quien ya no regresó a la casa después de ir a
su trabajo, pero que según las autoridades ministeriales “se fue con su
novio, y tal vez vuelva en unos meses”.
María Eugenia Fuentes Núñez se apoyaba en su familia para extender la
manta con la fotografía y el nombre de su hija, Angélica Castañeda
Fuentes, quien también desapareció en el municipio de Ecatepec.
Angélica desapareció el 7 de septiembre de 2013; un año después su madre
fue notificada del hallazgo de sus restos, pero fue hasta enero pasado
que los resultados fueron confirmados, y “apenas hace un mes que la
enterré; ahora paso el 10 de mayo dividida, con mi hijo en casa y mi
hija en el cielo”.
La desaparición forzada de personas y el dolor que causa en las
madres de familia no es exclusivo de algunas entidades, tampoco respeta
edades, condiciones sociales o profesiones.
Un ejemplo de ello es la historia de Yolanda Montes Ortíz, madre de
Mara Gómez Montes, quien fungía como servidora pública del estado de
Morelos. “Mi hija a sus 24 años de edad paradójicamente era agente del
Ministerio Público en la Unidad Antisecuestros de Durango”, relató su
mamá.
Caminando junto a su familia, Yolanda recordó que para este 10 de mayo
“lo único que pedimos es que nos entreguen a nuestros hijos, y que
Enrique Peña Nieto cumpla con lo que prometió de que México sería una
nación en paz”.
Las madres marcharon acompañadas de personajes públicos, actrices,
activistas y defensoras de Derechos Humanos, entre quienes se encontraba
Marusia López Cruz, directora regional de Asociadas por lo Justo (JASS,
por sus siglas en inglés), quien reprochó la falta de garantías que el
Estado mexicano da a las madres de familia.
“Al mismo tiempo que el Estado mexicano enaltece los valores de la
maternidad, no da ninguna garantía y derecho para que las madres puedan
ejercer una maternidad responsable, y ha creado una situación de
violencia, en donde miles de madres pierden a sus hijos de la manera más
oprobiosa, con asesinatos, víctimas de feminicidio o casos de
desaparición forzada”, reprochó.
Al filo del mediodía, los cientos de madres que quedaron olvidadas en
la felicitación de Enrique Peña Nieto arribaron al Ángel de la
Independencia para recordarle al gobierno federal que ellas “no
perdieron nada, y que fue el Estado, con su inacción, corrupción y falta
de acceso a la justicia, quien les arrebató la posibilidad de tener un
‘feliz día de las madres’”.
Ahí en medio de la cadena de restaurantes que ofrecían descuentos
especiales, las madres pasaron lista a sus hijas e hijos desaparecidos y
asesinados.
CIMACFoto: César Martínez López, Por: Anaiz Zamora Márquez, Cimacnoticias
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