CIUDAD
DE MÉXICO (apro).- A una semana de las acciones simultáneas de protesta
por el incremento al precio de los hidrocarburos, defensores de
derechos humanos alertan sobre la infiltración de grupos ajenos a las
demandas populares, encaminados a “justificar” que el gobierno de
Enrique Peña Nieto recurra a la represión y a la suspensión de
garantías.
En ello coinciden, en entrevistas por separado,
Fernando Ríos Martínez, secretario ejecutivo de la Red de Organismos
Civiles de Derechos Humanos “Todos los Derechos para Todas y Todos” (Red
TDT), y Antonio Lara Duque, coordinador del Centro de Derechos Humanos
Zeferino Ladrillero (CDHZL) del Estado de México.
Ambos defensores
expresan su preocupación porque ante el reclamo legítimo de la
ciudadanía se busque operar de facto una legislación en materia de
seguridad pública que está en discusión, como la Ley de Seguridad
Interior, o las detenidas por acciones de inconstitucionalidad
interpuestas por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en
2016, como la que regula el uso de la fuerza pública en el Estado de
México (llamada “ley Eruviel”) y la federal para Prevenir y Sancionar
los Delitos Cometidos en Materia de Hidrocarburos.
Tras
registrarse los primeros disturbios en el Estado de México, las
organizaciones de derechos humanos que forman el Frente por la Libertad
de Expresión y la Protesta Social, entre ellas la Red TDT, prendieron
las luces de alerta el miércoles 4, por la forma en que las protestas
ciudadanas fueron opacadas por saqueos y mensajes de pánico en redes
sociales.
Un día después, la CNDH pidió a autoridades federales,
estatales y municipales, garantías para ejercer el derecho a la
protesta, al tiempo que reprobó el vandalismo y los saqueos.
El
secretario ejecutivo de la Red TDT –con 80 organizaciones civiles
afiliadas en 21 estados– recuerda que la infiltración de los movimientos
sociales ha sido una táctica registrada desde el primer día en que
Enrique Peña Nieto tomó posesión, durante las marchas de diciembre de
2012, por lo que no es aventurado suponer que lo mismo ocurra en estos
momentos con las protestas por los gasolinazos.
“Hemos visto cómo
la gente infiltrada, que hace daño al interior del movimiento de
resistencia y de inconformidad, sirve para ir abonando a un ambiente de
represión. Que haya una mano dura a la que recurre este Estado que no
tiene soluciones”.
Para Ríos Martínez, las expresiones de rapiña
en el país “están siendo efectivamente realizadas por ciertos grupos de
intereses extraños, ligados al gobierno, y estas situaciones pueden
abonar a leyes que sean contrarias a los derechos humanos.
“En
este contexto, cada vez más se está justificando echar mano de las
Fuerzas Armadas, sobre todo cuando se está hablando de dotar de un marco
jurídico para el Ejército y de legislar la suspensión de garantías. Son
temas que parecerían desligados o ajenos al aumento del precio de las
gasolinas, pero vemos una posible implicación y nos preocupa mucho”.
Al
señalar que la reacción de inconformidad en el país es natural ante “un
despojo generalizado, como es el aumento al precio de las gasolinas”,
Ríos Martínez dice que éste sería el primero de una serie de despojos y
de violaciones a derechos humanos que traerá la reforma energética,
contra la que la Red TDT promovió amparos entre septiembre y octubre de
2014, sobreseídos por jueces federales.
“Lo que vemos ahora es una
afectación inmediata a los bolsillos de los mexicanos, que va a traer
mayor precariedad y pobreza, además de que ya estamos viendo la pérdida
de la soberanía en los combustibles, pero en los próximos años veremos
violaciones graves cometidas por las grandes trasnacionales del
petróleo, que despojarán a los campesinos se sus tierras, amparados en
las leyes de ocupación temporal, así como la contaminación y otros
abusos que traerán mayores protestas”.
Ante esos escenarios,
advierte, se busca alentar la represión, el “uso de la fuerza”, con una
fórmula conocida: “Estas situaciones que parece que se salen de control,
buscan luego una justificación del uso de la fuerza y se va provocando
que el Estado sea favorecido al final de estas protestas, porque es
quien nos ha ‘salvado’ de la situación de conflicto”.
Complicidad policiaca
Antonio
Lara Duque, quien a través de su organización ha monitoreado las
manifestaciones de inconformidad en el Estado de México, asegura tener
testimonios de la intervención directa de cuerpos policiacos estatales y
municipales, tanto en saqueos como en la propagación de mensajes
orientados a crear miedo entre la población.
“Este estado de caos y
psicosis que existe en el Estado de México está siendo inducido por los
cuerpos policiacos de la entidad y de al menos 20 municipios del Valle
de México que hemos identificado, sin soslayar que podamos encontrar
otro tipo de ligas y responsabilidades”, sostiene Lara.
Expone que
personas que atestiguaron el saqueo de la tienda Chedraui de Nicolás
Romero, el lunes 2, advirtieron de la presencia de agentes municipales y
estatales, quienes “no sólo no intervinieron, sino que varias de las
televisiones y de los aparatos electrodomésticos que fueron robados,
fueron depositados en la parte de atrás de las camionetas de las
policías municipal y estatal por las personas que los sustrajeron de la
tienda, quienes luego regresaban por más productos. Si no fue la orden
de un mando, al menos los policías presentes no sólo fueron omisos, sino
que participaron de forma indirecta en los hechos.”
Agrega que en municipios conurbados del Valle de México, policías locales han “generado un ambiente de miedo”.
Según
Lara, vecinos dijeron al CDHZL que los agentes recorrían colonias
populares que participaban en protestas, para advertir que “no salieran
de sus casas o que desalojaran calles y comercios, porque grupos armados
y personas con capuchas iban a causar desmanes y a saquear”.
Sin
embargo, “las direcciones de Seguridad Pública y de Comunicación Social
de los municipios y en sus redes sociales desmentían los hechos
vandálicos”, apunta.
Advierte que en “esta estrategia de
provocación e infiltración” y ante la falta de control de las
movilizaciones sociales, la intención de “aplicar de facto la ‘ley
Eruviel’, que legitima el uso excesivo de la fuerza, protege a los
cuerpos policiacos ante posibles violaciones a los derechos humanos, y
sobre todo protege a los altos mandos, incluidos presidentes municipales
y al gobernador”.
Para Lara Duque, el riesgo es mayor si se
considera que la situación podría enconarse aún más, debido a que “hay
un descontento popular totalmente legítimo, en el que están participando
principalmente transportistas, tradicionalmente controlados por los
gobiernos locales, y las mujeres, que protestan ante un incremento
totalmente agresivo contra la población, y hasta ahora la lógica
gubernamental no ha podido entender el descontento”.
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