Por si algunos cándidos
políticos mexicanos hubiesen creído que podrían apaciguar al monstruo
violento, Donald Trump confirmó ayer, en conferencia de prensa, que el
muro fronterizo se comenzará a construir a la brevedad posible (sin
terminar siquiera las eventuales negociaciones con México: palo dado,
que nadie quite) y que será sufragado por nuestro país, mediante pago
directo o a través de un impuesto por definir (el multimillonario,
narcisista y desbocado, concedió que la vía impositiva sería lo más
probable).
La declaración de Trump insiste en la humillación y el agravio como
componentes de su política hacia el país vecino. De manera burlona
pretende aplicar el método de
Construya hoy; cobre después, imponiendo por su voluntad personal una carga económica a México, como si esta nación careciera de formas jurídicas y políticas de defensa de sus legítimos intereses.
En realidad, esa visión de un México desfondado es la que anima a
Trump: a su postura grosera y denigrante (de precandidato a presidente
electo), la administración de Enrique Peña Nieto ha respondido con una
secuencia de concesiones y desvergüenza, desde la recepción colonizada
en Los Pinos hasta el nombramiento de Luis Videgaray como virtual
representante de los intereses de Trump en México, en una conversión
casi pornográfica de la Secretaría de Relaciones Exteriores en mera
oficina de trámites (por aprender) de lo que al ofensor estadunidense se
le vaya ocurriendo. Ayer mismo, por ejemplo, un diario de la Ciudad de
México daba como nota principal las declaraciones de Videgaray: Trump,
muy amable y negociador.
Las caravanas del gobierno vencido fueron correspondidas desde Nueva York en un fraseo tragicómico:
Respeto al gobierno de México. Respeto al pueblo de México. Los amo. Mucha gente de México trabaja para mí. Son fenomenales. El gobierno es genial. No los culpo por lo que ha sucedido. No los culpo por tratar de sacar ventaja de Estados Unidos. Me gustaría que nuestros políticos fuesen tan astutos(traducción tomada de la nota de La Jornada en su portal de Internet, a partir de información de agencias internacionales).
Pero, a las cuitas actuales de México, el beligerante rubio pareciera
decidido a agregar otra que resultará altamente lesiva para el cuerpo
mexicano tan débil y dividido: las remesas de los paisanos podrían ser
intervenidas de alguna forma que signifique un pago a Estados Unidos por
el mencionado muro fronterizo, en una especie de
coopelas con el pago o cuello a las remesas. Una decisión así dañaría la economía ya maltrecha de millones de familias mexicanas que sobreviven gracias a esos envíos desde el vecino país del norte.
A fin de cuentas, en esta recomposición de intereses, más allá de esos
elogiostan envenenados como bufos, México apareció, en El Mundo según Trump, en una especie de eje moderno del mal, junto a Rusia, China y Japón, los cuatro países mencionados por el neoyorquino como aquellos que aprenderán a respetar a Estados Unidos en cuanto él tome posesión como presidente (ayer, DT habló ya de un impuesto fronterizo). Peña Nieto y Videgaray, mientras tanto, recurren al arsenal de las promesas y los lugares comunes, para no generar más acciones adversas del futuro habitante de la Casa Blanca, tan
amable y negociadorcomo es.
La metralla de retórica peñista postuló ayer mismo que
por supuestoque no se pagará el mencionado muro. La solemnidad declarativa de Peña Nieto no tiene fondos en el banco social de la credibilidad. Justamente en lo que va del año se han producido reacciones violentas contra el incumplimiento enriquista de su promesa de que iría bajando el precio de los energéticos. Si Peña Nieto ha mostrado en ocasiones anteriores que no cumple su palabra, ¿qué hará a los mexicanos creer que ahora, frente al gigante norteño avasallador, mantendrá una postura firme y honesta de defensa de los intereses patrios?
Algunas voces han comenzado a promover que los partidos políticos no
reciban financiamiento en los años en que no haya elecciones.
Aristóteles Sandoval, gobernador priísta de Jalisco, presentó una
iniciativa en ese sentido ante el congreso estatal. De entrada, la
propuesta parece altamente plausible. Desde hace muchos años, la opinión
pública tiene ubicados a los partidos políticos y la clase política que
los maneja como fuentes de abuso, derroche, nepotismo y corrupción. Es
una ofensa, para un pueblo con tantos problemas económicos, el volumen
de recursos que año tras año se dedica a esos menesteres partidistas.
Sin embargo, esa iniciativa, tan bondadosa en sí, pareciera tener
otro sentido. Reducir la exigencia popular de ahorro en el gasto
público, a la operación de los partidos, deja intacto el otro universo,
enorme, de despilfarro y corrupción en el gobierno federal, como si
solamente la actividad política fuese causante de la crisis actual. Y,
por otra parte, arroja a los partidos a los brazos del financiamiento
privado, no sólo en los términos regulados, que establecerían montos y
procedimientos, sino a los flujos subterráneos, provenientes del crimen
organizado, de los recursos públicos desviados y de los inversionistas
en efectivo. De entrada, una supresión de recursos públicos durante el
presente año significaría un golpe operativo fuerte para Morena,
mientras otros partidos podrían sortear el ayuno presupuestal por vías
oscuras, que el propio sistema evitaría dar por detectadas.
Igualmente ofensivos son los presupuestos destinados a las instancias
organizadoras de las elecciones, el Instituto Nacional Electoral (INE) y
sus vertientes estatales, y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación y sus expresiones locales. Ayer, el INE anunció que
suspenderá la construcción de sus nuevas oficinas, entre otras medidas
de austeridad. Son pasos plausibles, pero no suficientes, pues se
mantiene una pesada estructura onerosa y una élite aún privilegiada.
¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Le subió un grado Donald
Trump a su agresividad contra México. Piensa que nuestro país se está
aprovechando de Estados Unidos; empezará a levantar el muro desde ya, y
México tendrá que pagarlo; tiene manera de forzarnos por medio de un
impuesto. ‘‘No es una cerca, es un muro’’, precisó. No lo mencionó ayer,
pero seguramente está pensando en un impuesto a los mexicanos cuando
crucen la frontera o tal vez a nuestras exportaciones; tiene en la mira a
la industria automotriz. Esta vez Peña Nieto contestó rápido: el
gobierno mexicano no pagará. Pero ¿qué podría hacerse? Algo que está a
nuestro alcance es aplicar un gravamen a algunas trasnacionales que
operan aquí, se llevan enormes fortunas y de paso causan daño a la salud
de la población y a la ecología. Un impuesto, por ejemplo, a la
Coca-Cola; nuestro país es su segundo mercado mundial. Su consumo está
relacionado, de acuerdo con numerosos reportes médicos, a la obesidad y
la diabetes, esta última considerada el problema de salud número uno. O
Walmart; somos uno de sus principales clientes. Además, ha contribuido
al desprestigio del país por el escándalo de corrupción en que se vio
envuelto recientemente por sobornos a funcionarios mexicanos. ¿Y qué tal
McDonald’s? También contribuye a la obesidad. En otras palabras,
tenemos con qué defendernos, pero hacen falta…decisiones.
Gracias, mister Trump
Ya dejó algo bueno. El presidente del INE, Lorenzo
Córdova, anunció que suspende la construcción de las ostentosas torres
que tendrían un valor de 1,070 millones de pesos. Semanas antes había
dicho que de ningua manera las pararía. Asegura que devolverá el dinero a
la Secretaría de Hacienda (no dijo si con los intereses ganados, que ya
deben representar una buena suma.) Los consejeros, además, renunciarán a
sus iPhones y reducirán sus salarios en 10 por ciento. El salario
jurídicamente incluye prestaciones, no lo olviden. Eso dicen.
Gurría
El secretario de Hacienda en el sexenio de Ernesto
Zedillo, José Ángel Gurría, hoy secretario general de la OCDE, vive en
París, se encuentra de visita aquí y vino a decirnos que ‘‘el gasolinazo
es una medida de equidad que México necesita’’. A propósito de este
personaje, en mi columna del 14 de mayo de 2008 tecleé lo siguiente:
‘‘A petición de un ciudadano –Humberto Hernández Haddad, ex senador
por añadidura–, Nacional Financiera se ha visto obligada a dar a conocer
cuánto ha recibido como pago de pensión y otras prestaciones José Angel
Gurría, el más joven jubilado de México y el mundo, a partir de 1994,
cuando pidió su retiro como director de Nafin. Había recibido 9 millones
697 mil 592 pesos hasta el año 2008. Aparte de su pensión disfruta de
prestaciones. Por concepto de ‘arcón navideño’, en los primeros 12 años
ha cobrado 21 mil pesos; por caja de ahorro, 118 mil; como apoyo
deportivo, 546 mil (juega tenis, ¿de qué material serán las pelotas?);
gastos médicos, 144 mil, y subsidio de comida, 47 mil pesos. Y todo por
cuenta del presupuesto, alimentado por el petróleo, ese río de dólares
que, como dice Reyes Heroles, se va ‘metiendo’ año tras año al
presupuesto’’. ¿Cómo no va a apoyar el gasolinazo asestado por el gobierno que lo trata de lujo?
Ombudsman Social
A sólo nueve días de que el energúmeno Donald Trump despache en la Oficina Oval, ¿qué parte del
México pagará por el murono ha entendido el gobierno peñanietista? Sin duda es una salvajada, pero, gústele o no al inquilino de Los Pinos, su construcción no depende de una decisión bilateral, de algo negociado entre
sociosy
amigos, sino estrictamente de lo que disponga la nueva administración estadunidense.
La construcción del muro fue una de las principales cartas jugadas
por Trump desde que buscó la candidatura republicana, y ya con ella en
la bolsa arreció el tiroteo en contra de México y los mexicanos, hasta
convertirse en el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Tan primitiva
actitud algún efecto debió tener entre los electores.
Entonces, ¿el empresario cancelará su promesa para darle gusto a Peña
Nieto y no a sus electores? Difícilmente, pero el inquilino de Los
Pinos ilusamente insiste en que
vamos a tener una buena relacióncon el vecino del norte, amén de que nuestro país no pagará un clavo del muro. ¿Cree que el
aprendizde
cancillerdetendrá a Donald Picapiedra? Entonces, doblemente iluso.
Un año atrás Trump le puso números al muro:
en un simple cálculo, dijo en febrero de 2016, su construcción costaría alrededor de 8 mil millones de dólares, y detalló que
tenemos como 3 mil 200 kilómetros de frontera, es larga, pero no necesitamos construir todo, porque tenemos barreras naturales; serían mil 600 kilómetros. Para reducir la entrada de inmigrantes, tendría una altura de entre 10 y 12 metros, lo mínimo para que sea un muro de verdad.
Tal vez la única diferencia entre esa fecha y la actual es que entonces el empresario afirmó que
hasta que México no ponga el dinero, Estados Unidos debería implantar algunas medidas como quedarse con las remesas derivadas de los salarios ilegales; hacer más costosas las visas temporales destinadas a directores generales y diplomáticos mexicanos, sin renunciar incluso a cancelarlas; aumentar el precio de las tarjetas de cruce fronterizo; subir el costo de las visas y aumentar las tarifas de ingreso de los puertos de entrada a Estados Unidos desde México.
Ayer explicó que su gobierno
adelantará el dinero del muro fronterizo con México para poder construirlo más rápidamente(estimó un año o año medio), aunque tarde que temprano la factura la pasará a México, que la pagará
de una manera u otra. Así, la construcción
empezará yay su vecino del sur
pagará, sea por medio de un impuesto o de un pago, aunque esto último es menos probable. De cualquier suerte,
México nos compensará por los gastos, y eso sí sucederá.
El energúmeno ya detalló cómo y cuándo construirá el muro, sin
olvidar que lo hará dentro de su territorio, bajo sus leyes y en las
condiciones que el gobierno estadunidense considere pertinentes. En
cambio, Peña Nieto no ha dicho ni pío de cómo y cuándo lo evitará, a
menos de que suponga que a golpe de discursos,
audacia y pragmatismoarreglará las cosas y detendrá a Trump.
Entonces, sólo nueve días restan para la toma de posesión del
energúmeno, y Peña Nieto no tiene la menor idea de cómo enfrentar lo que
se viene, que no es poco, al mismo tiempo que ese plazo tampoco resulta
suficiente para que el
cancillerVidegaray mínimamente
aprendade qué se trata su nueva chamba.
Más allá de gustos o disgustos, desde el triunfo electoral de
Donald Trump en Los Pinos se quedaron con la idea –equivocada, a todas
luces– de que el energúmeno había dicho una sarta de barbaridades y
soltado un costal de amenazas contra México que ni lejanamente llevaría a
la práctica una vez instalado en la Casa Blanca, en donde despacharía
como
socioy
amigode nuestro país.
Y con ese criterio plácidamente se sentaron a esperar las
muestras de buena voluntadde Trump como candidato ganador, primero, y presidente electo, más delante. Ni una sola ha tenido el futuro inquilino de la Oficina Oval. Por el contrario, las muestras han sido de vandalismo puro, entre las que destaca la relativa a deportar, ya mismo, a cerca de 3 millones de indocumentados.
Las combativas movilizaciones realizadas desde el primer día del año en el territorio nacional son producto inmediato del gasolinazo impuesto
por el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero también una reacción ante
distintos agravios de las autoridades al pueblo mexicano.
Miles y miles de mujeres y hombres de distintas ideologías y
filiaciones partidistas han hegemonizado claramente las redes sociales
y, lo que es más importante, se han movilizado sin la convocatoria o
mediación de ningún partido, impulsado acciones diversas y planteado una
agenda igualmente variada, lo que debería ser reconocido por todas las
autoridades como una expresión legítima del único depositario de la
soberanía nacional: el pueblo.
Ante la dimensión de la movilización en las calles y de la opinión
pública, las autoridades sólo han emitido un argumento: la creciente
importación de combustibles en un entorno internacional donde los
precios cambian al ritmo del petróleo, debido a lo cual debemos aguantar
estoicamente el gasolinazo y el alud de aumentos de precios asociados a esa decisión
del mercado.
En su conferencia
de prensa de ayer, Donald Trump, quien la semana entrante será
investido como presidente de Estados Unidos, abordó diversos temas
candentes, en particular las investigaciones oficiales según las cuales
la inteligencia rusa posee información confidencial sobre aspectos
oscuros del magnate; sus provisiones para evitar hacer frente a
acusaciones por conflicto de intereses, dada su enorme fortuna; su plan
para generar empleos y la relación con México.
Pide a magistrados hacer justicia en caso de discriminación
Magistrados del primer tribunal colegiado en materia civil del primer circuito:
La improvisación,
la falta de sensibilidad y la incompetencia tarde o temprano pagan el
costo político y social de un país, de todo un pueblo, a un monto
elevado y de consecuencias imprevisibles para la paz y la estabilidad.
Vandalismo y protesta
social son dos fenómenos distintos. El primero es para producir caos y
la segunda para expresar inconformidad con determinadas políticas. No
deben confundirse: el vandalismo es provocado por quienes buscan motivos
para reprimir a los pobres (no se conocen actos vandálicos de hijos o
nietos de Carlos Slim o de Alberto Bailléres) y la protesta social es de
esos mismos pobres o sus parientes y, además, de amplios sectores de
las clases medias depauperadas por la repercusión del aumento de los
precios de los combustibles en la vida cotidiana, alimentos y transporte
en primer lugar. Con los actos vandálicos se trata de infundir miedo
entre la población y, obviamente, de
justificarla represión vía penalización de actos que claramente y sin excusas son ilegales. ¿Qué porcentaje de los vándalos que roban electrodomésticos y no comida son detenidos y cuántos de ellos no son liberados al día siguiente? El truco de promover vandalismo en paralelo con las protestas sociales auténticas es viejo y bien conocido, por lo menos desde 1968. La mayoría de las veces los provocadores son infiltrados o enviados directamente por fuerzas gubernamentales y/o políticos inescrupulosos (que son la generalidad). Otra cosa, me adelanto a decir, es el vandalismo ocurrido en medio de catástrofes como terremotos, inundaciones, etcétera, que hemos visto por igual en países altamente desarrollados y en los del tercer mundo; en estos casos se trata de vivales que aprovechan la desgracia ajena y la confusión para robar.
El movimiento contra el gasolinazo
aparece inmediatamente después de que el movimiento del magisterio
finalizó sus acciones más contundentes en la capital de República el año
pasado, y después de que el de los padres de los normalistas de
Ayotzinapa entró en desaceleración sin que esto signifique la
desaparición de ambos. Dada su proximidad cronológica resulta importante
hacer una comparación preliminar de estas tres movilizaciones para
entender las formas de reacción y protesta de la sociedad mexicana y, si
es posible, atisbar la perspectiva de una coordinación general del
movimiento en el futuro inmediato.
Al aproximarse los
días últimos del octenio de Barack Obama, los balances de su gobierno y
las evaluaciones de su herencia han cubierto amplios espacios en los
medios del mundo. En algunos que vi, el saldo casi siempre cayó del lado
positivo y el legado fue en general apreciado. Es claro que al
presidente siempre le preocupó cuál sería el juicio de la historia, para
abundar en una expresión manida y, en particular, tras la derrota de su
partido en la elección de noviembre –en la que perdió por una ventaja
superior a 2.8 millones de votos–, le preocupó cuál sería el destino de
su herencia. El 10 de enero, en Chicago, al presentar su
discurso de despedida, dio la impresión de saber bien que ambos, balance y legado, le son favorables y lo serán más con el paso del tiempo. Fue una oración cargada de idealismo e inspiración. Al dar la espalda a los muchos motivos de desaliento y frustración, intentó que fueran olvidados –antes de que una nueva y brutal realidad fuerce a recordarlos y tenerlos presentes.
El tono del discurso
de despedida que Barack Obama pronunció en Chicago el pasado 10 de
enero revela la frustración y el dolor de la derrota. No solamente
perdió la elección su candidata, Hillary Clinton, sino que prácticamente
todas sus iniciativas, desde la reforma al sistema de salud hasta el
acuerdo militar con Irán, han sido puestas en entredicho por su sucesor.
Así que la tristeza del todavía presidente de Estados Unidos va mucho
más allá de la que normalmente nos embarga cuando llegamos al fin de una
etapa de la vida, y ahora está sumergido en consideraciones a propósito
de la fragilidad de las políticas de gobierno, y de la vulnerabilidad
de los políticos aunque sean presidentes de Estados Unidos. Me atrevo a
imaginar que Obama se ha enfrentado a los errores de cálculo en los
cuales incurrió, un tropiezo imperdonable en un político.
La perspectiva para el
país es indudablemente negativa. No hay argumentos serios que planteen
que los riesgos proteccionistas del nuevo gobierno estadunidense no se
concretarán. Las informaciones con las que arrancamos 2017 lo confirman:
la suspensión de la inversión de Ford, el tweet de Trump a Toyota, la
declaración de Fiat-Chrysler, la solicitud de fondos para construir el
muro. A ello se agregan las malas decisiones domésticas: el aumento de
las gasolinas de enero y los ajustes anunciados para febrero, el regreso
de Videgaray, la devaluación del peso. Ante este panorama de
desaciertos y expectativas muy negativas se ha producido una respuesta
social que ha tenido un vuelco político ante la resistencia al
gasolinazo.
Resuenan todavía en mis oídos las tramposas menciones de Obama a los
padres fundadoresen su discurso de despedida, también magnates de su tiempo. Pero no son Obama y aquellos revolucionarios sin duda, en su marco histórico de burgueses primitivos, y por ello devotos esclavistas, el tema de este artículo. Me vienen a la mente porque voy a hablar del equipo, abrumadoramente de hombres blancos, nominado por Donald Trump para gobernar Estados Unidos.
Las crisis sociales
revientan en un momento dado, pero se forjan en una cadena de decisiones
político-económicas conscientes, en nuestro caso para implantar el
modelo neoliberal. Una de estas decisiones fue la aprobación de la Ley
de Asociación Público-Privada, en 2012. Desde entonces muchos hemos
advertido que amenaza con convertir al gobierno en una ventanilla de
pagos para las empresas privadas.
En un rincón de la Calle 3
Oeste, cerca de la Sexta Avenida, está el Blue Note, uno de los más
famosos y tradicionales clubes de jazz de esta ciudad. Para la temporada
de fin/principio de año, el Blue Note presentó, del 12 de diciembre al 8
de enero, dos shows diarios con el talentoso trompetista Chris
Botti, quien realizó su duodécima residencia consecutiva en el club en
la temporada festiva.
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