Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
Henry Kissinger participó en el primer Foro Oslo del Premio
Nobel de la Paz; la imagen corresponde a una
comparecencia en el Senado estadunidense en
2002Foto Afp
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En el primer Foro
Oslo del Premio Nobel de la Paz participaron los dos máximos
geoestrategas vivientes de Estados Unidos (EU): el
israelí-alemán-estadunidense Henry Kissinger (93 años) y el
polaco-canadiense-estadunidense Zbigniew Brzezinski (88 años), con el
tema EU y la paz mundial después de la elección presidencial (https://goo.gl/LtgX3n).
Ya revisé la postura involutiva de Brzezinski, quien ha pasado de la
unipolaridad de EU a un G-2, que China rechazó, y ahora no tiene más
remedio, pese a su sicopatológica rusofobia, que aceptar el reacomodo
global de un G-3: EU/Rusia/China (https://goo.gl/JFxEQl).
Donald Trump –quien se inclina por un etéreo G-2 de EU y Rusia,
mientras adopta una postura hostil contra China– recibió con bombo y
platillo a Kissinger, polémico ex asesor de Seguridad Nacional de Nixon y
Ford.
Kissinger insinúa un sutil G-2 de EU con Rusia, sin incorporar a China a un G-3 (https://goo.gl/mxIu9i).
Intenta operar la misma ruptura de 1971, pero esta vez a la inversa,
cuando atrajo a China a una alianza subrepticia con EU frente a la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas, lo cual, como reconoce en sus
voluminosos libros, otorgó
profundidad estratégicaa China y a EU, para que éste se apoderase de Medio Oriente.
Hoy Kissinger, ¡46 años más tarde!, parece apoyar una alianza de EU y
Rusia, esta vez, contra China. En su reciente ponencia en Oslo,
diagnostica
la lamentable (sic) condición del sistema internacional(https://goo.gl/5SG60z) simbolizada por la competencia latente entre cuatro cosmogonías del orden mundial: 1. El orden europeo de Westfalia de 1648 (¡de hace 365 años!); 2. El islámico (¡supersic!); 3. El chino, y 4. El estadunidense.
El trípode de su
orden globalse basa en
las leyes internacionales, el balance de poder y la soberanía.
Se desprende que Rusia forma parte del orden europeo de Westfalia que exalta la
soberanía nacional: resultado de la guerra de 30 años entre católicos y protestantes.
Emite la perogrullada de que ninguna de las cuatro cosmogonías de su
orden mundial, título de su más reciente libro (https://goo.gl/ZNKYx8),
goza de legitimidad universalcuando
cada modelo es tentado a maniobrar para sus ventajas regionales (¡supersic!) o globales. Arguye que
una batalla entre regiones (¡supersic!) puede ser aún más destructiva de lo que ha sido la batalla entre naciones, a partir de lo cual deduce
cuatro escenarios, como
posibles catalizadores para una conflagración a gran escalao
sujetos para la búsqueda de la paz.
Su secuencia llama la atención.
Primer escenario: deterioro de las relaciones de EU y China, que sucumben en la
Trampa de Tucídidesy que la
historia determina entre el poder en turno (EU) y el poder ascendente que lo desafía (China).
En el epílogo de su libro Sobre China (https://goo.gl/P1dUjl), Kissinger concluye en el
Memorándum Crowela inevitabilidad de una guerra entre Washington y Pekín, como sucedió –y sigue sucediendo mediante el Brexit que rechaza la superpotencia geoeconómica de Alemania en la Unión Europea– entre Londres y Berlín en la Primera Guerra Mundial.
Ya había abordado la metáfora geopolítica de
la Trampa de Tucídides(https://goo.gl/4GIhm7).
Segundo escenario:
ruptura de las relaciones entre Rusia y Occidente (sic) que resulta de la paradoja de la incomprensión mutua entre culturas paralelas (¡supersic!).
La
culturarusa es europea –basta visitar el Museo del Hermitage en San Petersburgo, asistir al Ballet Kirov y abrevar de su prodigiosa literatura (Pushkin, Dostoievski, Tolstói, etcétera)–, y muy superior a la estadunidense: excrecencia de la matriz europea cuando los zelotes neoconservadores straussianos, ya no se diga los Bush/Clinton/Obama, han exorcizado todo lo que tenga que ver con Rusia, lo cual epitomiza un suicidio cultural de
Occidente(whatever that means).
La esquizofrenia de la falaz taxonomía
culturaly su nociva propaganda con
técnica Hasbaraen EU –intoxicado por el
entretenimientohollywoodense y sus multimedia que controlan Soros/Haim Saban– coloca a Japón, con su respetable
culturasingular, en ese
Occidente, mientras anatemiza a Rusia.
Entretenimientono es cultura.
Tercer escenario:
continuo debilitamiento de la relevancia (sic) estratégica de Europa debido a la pérdida de un sentido de misión global.
Nadie más que Gran Bretaña (GB) y su
relación especialcon EU –antes del Brexit y el trumpismo– contribuyeron al
debilitamientodeliberado de Europa, que incluye nolens volens a Rusia: summum civilizatorio de la prodigiosa cultura
occidentaldesde el Renacimiento humanista.
El problema de la otrora
relación especialde GB y EU fue haber perpetrado su suicidio con la cataclísmica globalización financierista del thatcherismo/reaganomics que abandonó su quintaescencia humanista.
Cuarto escenario:
escalada del conflicto en Medio Oriente en una búsqueda competitiva por la hegemonía entre los países árabes sunitas y la revolucionaria (sic) Irán.
Vale la pena rememorar que las dos potencias nucleares anglosajonas,
EU/GB, se han consagrado a amarrar navajas en Medio Oriente: como en la
guerra de Irán e Irak cuando vendían armas a ambas partes para que se
degollaran, no se diga ahora con los esquemas de balcanización de Israel
(https://goo.gl/jIhLhS).
Ya que Kissinger cita a Emmanuel Kant en su famoso libro de La paz perpetua, se recuerda que uno de los máximos filósofos modernos de
Occidenteen su libro seminal Crítica de la razón pura del siglo XVIII, consideraba al islam de su época, ya en su decadencia (según el
padre de la sociología, Ibn Khaldun, del siglo XIV) como una
religión de paz, lo cual suena hoy inverosímil, debido a la propaganda israelí-anglosajona de demonización.
Hoy la fuerza del islam es demográfica –mil 600 millones de
feligreses esparcidos en 57 países– pero carece lamentablemente de rumbo
geoestratégico.
Kissinger admite la prevalencia
contemporáneadel
interés nacional, curiosamente, un concepto que ignora el “México neoliberal itamita”.
Sustenta que en el
mundo interconectado de hoy, el interés nacional debe conectarse con y estar limitado por una visión de orden mundial. En el “México neoliberal itamita”: ni una ni otra…
A nivel nuclear, acepta implícitamente la tripolaridad de EU/China/Rusia y su
especial obligación para prevenir que las armas nucleares se vuelvan convencionales.
Concluye, igual que su más reciente libro, que
el mundo debe adaptarse al sistema de Westfalia o a su renovacióny cuya alternativa sería el caos, por lo que aconseja sus recetas unilaterales a las cuatro grandes superpotencias globales: 1. A EU: que reconozca que el
mundo enfrenta un cambio tectónico (¡supersic!) en la estructura global; 2. A China: que la
eminencia es hasta cierto grado tanto relativa como condicional–en su hermenéutica, significaría no provocar a EU a una guerra nuclear–; 3. A Rusia: el
respeto que busca debe permitir estructuras verdaderamente soberanas a lo largo de sus fronteras–lo cual, EU no permite a México–, y 4. A Europa: la
diversidad es circunstancial, pero
la política necesita de una visión–cuando EU nunca dejó prosperar en forma autónoma sus estructuras civilizatorias.
Falta ver ahora que piensan en Rusia y China.
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