Norma Loto
México, 11 ene. 17. AmecoPress/ SemMéxico.- A
veces la insistencia de una gota puede taladrar una piedra. En este
sentido no sería ingenuo pensar que quienes ejercemos el periodismo
estamos dentro de una maquinaria donde se crean y reproducen las tramas
dominantes, y que ocasionalmente tenemos la oportunidad de incorporar
buenas prácticas para dar un giro rupturista.
Años han pasado desde que varias organizaciones iniciaron un
camino para ayudar a los medios de comunicación para que en sus relatos
incluyan el trato respetuoso de las mujeres y la interpelación de las
desigualdades.
Sin
embargo, el 2016, al igual que en anteriores años, dejó un cúmulo de
casos de violencia machista y en paralelo los relatos periodísticos
dejaron otro cúmulo de relatos sensacionalistas. Por eso, creo que falta
aún un largo derrotero para la construcción de un trato digno y
respetuoso de las violencias a las que estamos expuestas las mujeres
históricamente. Esas violencias que se inician en las construcciones
desiguales que se enseñan y se aprenden.
Hace muchos años, la
madre de una víctima de femicidio me dijo: “a mi hija el marido la mató
porque ella le era infiel”. En ese momento pensé y quería gritar: ´no
hay nada que justifique una femicidio o cualquier tipo de mal trato´,
pero no dije nada. ¿Cuánto daño le haría ese comentario a la víctima, a
esa madre y a su hijo? Y tampoco lo utilicé para mi relato. Realmente no
era necesario: esa apreciación no hubiese aportado nada al enfoque de
género a mi nota. Y además, no era justo sacar provecho de la
desesperación de esa mujer. Aunque estemos a un segundo del cierre de
edición, siempre hay que pensar que en cada caso de violencia machista
hay víctimas directas y víctimas colaterales (el círculo íntimo) y que
un enfoque sensacionalista de la noticia les hace más daño.
Estimo
que el periodismo debe buscar su esencia y ser un servicio para la
sociedad. Sabemos que los periodistas están insertos en la mecánica
mercantil de los medios, pero aún así pienso que nuestra profesión puede
interpelar aunque sea en pequeñas gotas, que caigan, molesten y
perforen la piedra. Por eso a los manuales y decálogos que han sido
suministradas en diferentes latitudes, sumo algunas aportaciones para
que el tratamiento de la violencia contra las mujeres tenga un enfoque
de lo que es: una violación a los derechos humanos.
No
existe la violencia de Género “al revés”: muchas veces hemos tenido el
infortunio de leer o escuchar: “Un caso de violencia de género al
revés”, para referir un acto de violencia de una mujer contra un varón.
La violencia de género, se basa en la construcción cultural que refiere a
la relación entre los sexos donde las mujeres las más afectadas por las
estructuras de disciplinamiento.
Entonces, el/la periodista que
cubre un hecho de violencia machista está informando sobre una violación
a los derechos humanos, así lo reconoce Convención Interamericana para
Prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la Mujer, de Belem
Do Pará, la violencia contra la mujer constituye una violación de los
derechos humanos y las libertades fundamentales.
Proteger
siempre a la niñez: Este año en Argentina, según el Observatorio
Adriana Marisel Zambrano, desde enero hasta octubre de 2016, 294 hijas e
hijos quedaron sin madre, 173 son menores de edad. Entonces, cuando
armamos el relato debemos pensar en los hijos e hijas que quedan detrás
de cada historia, porque ellos tendrán un futuro.
Como
periodistas, debemos recapacitar que muchas veces el framing de la
noticia, además de exponer erróneamente la intimidad de la víctima, se
comete la injusticia de manchar su honor. Eso no es de buen periodismo.
El periodismo que cuenta historias humanas pensará con todos los
sentidos y por eso nunca deberá olvidar que en nuestro público adyacente
están los niños y que violencia machista es una forma de maltrato
infantil.
Tener
conciencia de las condiciones asimétricas entre los medios y las
víctimas: muchas veces nos llegan testimonios reveladores y
desgarradores a nuestra mesa de trabajo. Pero, ¿es conveniente (por más
valor periodístico-comercial) publicar la totalidad de ese dato? . No
siempre es óptimo divulgar todo el descargo de la víctima o de su
círculo cercano. Debemos pensar que los periodistas y los medios estamos
en una situación asimétrica frente a la sociedad y que la víctima ya
está vulnerada en toda su integridad. Incluso muchas veces brindan su
testimonio a los medios con el fin de resguardar su vida o tal vez
buscan que su vivencia anime a otras mujeres a denunciar.
Sin
embargo, no siempre los medios son una solución. Solo basta con recordar
el caso de Ana Orante, que tras sufrir y denunciar 40 años de malos
tratos, fue a la TV española para brindar su testimonio. ¿Ella creería
que la TV la ayudaría? Pero no fue así: Ana salió al aire con su
testimonio, y al llegar a su casa su victimario le prendió fuego.
Cuidar
de la selección de voces para armar la noticia: muchas veces por hacer
honor a la pluralidad de voces, el periodismo da lugar a “la vereda del
frente”, dando voz por ejemplo a hombres que sufren o han sufrido
violencia por parte de una mujer. Se debe recordar que en los temas de
violencia machista no se debe armar el relato como si fuese un
enfrentamiento de dos mega equipos futbolísticos. La violencia contra
las mujeres es un problema que fue naturalizado culturalmente y
perpetuado a lo largo de la historia.
A lo largo de las décadas
hemos sido testigos de los cambios en nuestra profesión periodística, y
así por ejemplo, pasó de ser panfletario a tener una pretendida
objetividad. Ahora, podemos ser parte de otro cambio: hacer un
periodismo con enfoque de derechos humanos.
Pensemos en sentido
histórico: los medios y el periodismo fueron colaboradores para procesos
de interrupción de democracias, luego han legitimado golpes de estado,
también crearon y exterminaron idolatrías, y han co-construido las
asimetrías de género; entonces estoy segura que puede empezar a relatar
el mundo de otra manera para que las mujeres tengan una vida digna y sin
más burocracias para su emancipación.
Foto: SemMéxico
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