La Jornada
No es la primera vez que lo exigían, pues antes lo habían hecho a través de declaraciones públicas directas y también por medio de los dirigentes sindicales charros de las organizaciones oficialistas bajo su influencia o control. Es decir, recurren a los grupos de congresistas o personajes siniestros del sindicalismo que ellos mismos sembraron y alimentan para servir a sus intereses. Lo han hecho también en su desesperación para criticar la política económica del actual gobierno y su absoluto rechazo, dada la mezquindad con la que han actuado, ya que se han opuesto a que las minas y plantas se vean obligadas a parar sin importarles arriesgar la vida y la salud de los trabajadores.
A pesar de que la Cámara Minera argumenta que frenar las operaciones del sector tendría un impacto negativo en la cadena productiva y en la contribución de esta actividad al producto interno bruto, en el fondo sale a relucir que por su avaricia no están dispuestas a parar un solo día para no perder producción ni utilidades. Recurren al PRI y a seudolíderes vendidos y sometidos por ellos mismos porque están ejerciendo su misma influencia como lo hacían en el pasado, cuando el país estaba entregado a la corrupción y a la ineficiencia. Como siempre, se resisten a los cambios y no cabe duda que lo seguirán haciendo mientras no se reforme la Ley Minera y la estructura productiva nacional.
Los auténticos y verdaderos trabajadores del país que representamos un cambio, hemos insistido en que todas las actividades de esta industria se declaren no esenciales, dados los serios problemas del sector frente a la crisis sanitaria que estamos enfrentando en todo el mundo, y también porque las condiciones de trabajo en el fondo de las minas a más de mil metros de profundidad, o en su defecto a un lado de los hornos de las plantas metalúrgicas y siderúrgicas, representan factores muy elevados de riesgo y por supuesto exponen mucho más a los mineros y los acercan a la posibilidad de contagiarse y agravar más su situación. Aquí podemos destacar la frase reconocida de don Napoleón Gómez Sada, que dice:No hay mina de oro que pague la vida de un trabajador
. Lástima que a algunos convenientemente se les olvida.
De ahí que este 1º de mayo en que celebramos el Día Internacional del Trabajo, a pesar de que no habrá marchas ni concentraciones, lo haremos recordando a nuestros héroes caídos en la lucha sindical, entre ellos los mineros, y se les rendirá un homenaje por su esfuerzo, entrega y sacrificio en la defensa de los derechos laborales y humanos de la clase trabajadora de México y del mundo. Además, este día y este momento de enormes retos, no sólo contra la salud, sino económicos derivados y expresados en el desempleo creciente, el cierre de empresas y la reducción drástica en las actividades industriales y de servicios, la clase trabajadora ha estado esperando pacientemente que existan soluciones firmes como el caso de regular y controlar la subcontratación y establecer un seguro de desempleo, entre otras para mitigar y proteger mejor sus derechos en esta difícil y muy complicada etapa que estamos viviendo.
Con base en el análisis de la situación actual y la urgente búsqueda de soluciones a los problemas más graves de la población y del país, debemos contar con un plan nacional emergente de desarrollo y una o varias estrategias de acción adecuadas como lo requiere el momento actual. Es precisamente en este Día del Trabajo que los mineros y todas las demás organizaciones democráticas del país debemos unir esfuerzos, evitar la división y hacer a un lado los intereses particulares o de grupo, así como el protagonismo y el oportunismo. México y el mundo entero así lo debemos observar y enfrentar, más ahora que esos grupos y organizaciones empresariales egoístas o neoliberales están usando todos sus recursos para proteger sus intereses, antes que los de la nación.
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