Plan B | Lydia Cacho
Llevaba un año viviendo en Cancún cuando el huracán Gilberto azotó las costas de Quintana Roo. Al igual que miles de personas nos quedamos varios días sin servicios. Sin embargo salimos a las calles y muy pronto la ciudad se convirtió en un hormiguero de hombres y mujeres que se ayudaban mutuamente. La Cruz Roja recibía apoyo de todo México, los hoteleros lograron que los recursos del Fonden llegaran y en menos que canta un gallo todo volvió a la normalidad.
Hace unos años Wilma azotó otra vez (yo perdí todos mis muebles y ropa; mi departamento quedó inundado) la ayuda fue más lenta y la recuperación menos efectiva. Muchas personas nos preguntamos cuál era la diferencia, entre antes y ahora, algunos analistas aseguraron que la crisis económica y una cascada de malas noticias debilitan el impulso social para ayudar a quienes han sufrido pérdidas, materiales y humanas. Saturada por las tragedias, la sociedad reacciona más lentamente o incluso elige ignorar los problemas que considera ajenos.
El 12 de junio, Alex, el primer huracán del año entró con gran fuerza en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Por primera vez en la historia de México la tragedia de miles de familias que lo perdieron todo no provocó la reacción esperada. Ni los 28 muertos y 22 desparecidos movilizaron a México como en otras ocasiones. La guerra contra el narco, los militares fungiendo como policías y las batallas electorales ocuparon la atención de la sociedad. Casi al mismo tiempo y por primera vez en años, el presidente Calderón anunció que no había suficientes recursos en el fondo para desastres naturales. Fue entonces que Cynthia García-Galindo, directora del diario El Tiempo de Monclova convocó a la sociedad a través de Twitter, muy pronto se creó un movimiento denominado Coahuila Hope (con el hashtag @CoahuilaHope). Llevaron a cabo un censo y ya se sabe qué necesitan las comunidades. Además de lo mínimo perdido, la meta es reactivar la economía de las zonas de desastre.
La idea de Cynthia se ha convertido en un huracán de esperanza, cientos de artistas, cineastas, escritoras, periodistas se han unido a la subasta de objetos personales que se llevará a cabo en octubre. Algunas empresas también colaboran con donativos, ya no para subsanar la emergencia sino para construir mucho más que un millar de hogares y pequeños negocios arrasados por la fuerza de la naturaleza. En ayudar han descubierto que se reaviva una fuerza que parecía dormida: la solidaridad mexicana. Que más allá de la ineficacia política, de la falta de planeación estratégica de los gobiernos federales y estatales, lo puede todo. En su nombre lleva la lección, la semilla, el recordatorio de que el bienestar de las y los demás sí importa.
Colaborar para reconstruir las casas, los negocios y la economía de las comunidades arrasadas por Alex, nos recuerda nuestra naturaleza solidaria, nos muestra la otra cara de un país adolorido e iracundo, irritado por la violencia y la desconfianza que la guerra ha generado. Nos invitan a co-laborar, es decir a trabajar mano a mano. La puerta está abierta en www.coahuilahope.org en coahuilahope@gmail.com o con Cynthia a los teléfonos 866 634 44 44 y celular 045 866 136 37 36.
Hace unos años Wilma azotó otra vez (yo perdí todos mis muebles y ropa; mi departamento quedó inundado) la ayuda fue más lenta y la recuperación menos efectiva. Muchas personas nos preguntamos cuál era la diferencia, entre antes y ahora, algunos analistas aseguraron que la crisis económica y una cascada de malas noticias debilitan el impulso social para ayudar a quienes han sufrido pérdidas, materiales y humanas. Saturada por las tragedias, la sociedad reacciona más lentamente o incluso elige ignorar los problemas que considera ajenos.
El 12 de junio, Alex, el primer huracán del año entró con gran fuerza en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Por primera vez en la historia de México la tragedia de miles de familias que lo perdieron todo no provocó la reacción esperada. Ni los 28 muertos y 22 desparecidos movilizaron a México como en otras ocasiones. La guerra contra el narco, los militares fungiendo como policías y las batallas electorales ocuparon la atención de la sociedad. Casi al mismo tiempo y por primera vez en años, el presidente Calderón anunció que no había suficientes recursos en el fondo para desastres naturales. Fue entonces que Cynthia García-Galindo, directora del diario El Tiempo de Monclova convocó a la sociedad a través de Twitter, muy pronto se creó un movimiento denominado Coahuila Hope (con el hashtag @CoahuilaHope). Llevaron a cabo un censo y ya se sabe qué necesitan las comunidades. Además de lo mínimo perdido, la meta es reactivar la economía de las zonas de desastre.
La idea de Cynthia se ha convertido en un huracán de esperanza, cientos de artistas, cineastas, escritoras, periodistas se han unido a la subasta de objetos personales que se llevará a cabo en octubre. Algunas empresas también colaboran con donativos, ya no para subsanar la emergencia sino para construir mucho más que un millar de hogares y pequeños negocios arrasados por la fuerza de la naturaleza. En ayudar han descubierto que se reaviva una fuerza que parecía dormida: la solidaridad mexicana. Que más allá de la ineficacia política, de la falta de planeación estratégica de los gobiernos federales y estatales, lo puede todo. En su nombre lleva la lección, la semilla, el recordatorio de que el bienestar de las y los demás sí importa.
Colaborar para reconstruir las casas, los negocios y la economía de las comunidades arrasadas por Alex, nos recuerda nuestra naturaleza solidaria, nos muestra la otra cara de un país adolorido e iracundo, irritado por la violencia y la desconfianza que la guerra ha generado. Nos invitan a co-laborar, es decir a trabajar mano a mano. La puerta está abierta en www.coahuilahope.org en coahuilahope@gmail.com o con Cynthia a los teléfonos 866 634 44 44 y celular 045 866 136 37 36.
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