A reserva de opinar, analizando, la competencia interna y externa del Partido Revolucionario Institucional (PRI), y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) (con su chuchismo, camachismo, lópezobradorismo y demás pedacería), está claro que el Partido Acción Nacional (PAN), no obstante sus inclinaciones derechistas y ultraderechistas, es un cero a la izquierda, y es que sólo tiene precandidatos y ni en la licuadora de su cómplice Gordillo, mezclándolos con el calderonismo se hace uno de Creel, Vázquez Mota, Lozano (el troglodita), Cordero (el mago de las cuentas alegres, acompañado de Poiré y Gerardo Cajiga) y el resto, incluyendo al “periodista” Manuel Espino expulsado por órdenes de Calderón. No se hace de todos un sólo candidato para la contienda a la Presidencia. Así que todo se reduce al PRI, y los perredistas con el Partido del Trabajo y Convergencia que ya cambió de piel con su nuevo nombre.
Los priístas habrán de escoger entre Peña y Beltrones. Para esto, es necesario que al menos se celebren dos debates de cara a los electores, para ver de qué “cuero salen más correas”. Sobre todo, porque Peña insiste, con su grupo Atlacomulco y anexos, en autopostularse como el galán de Televisa, al estilo de una caricatura de Luis Miguel, por lo del copete-copeteado y políticamente descerebrado. En cambio, Beltrones ha propuesto que se muestre primero “para qué quieren los priístas el poder presidencial”, y quién de los plañideros puede aspirar a ser un mandatario, que es lo que le urge a la Nación. Peña es un cascarón vacío. No tiene nada en su bonita cara-cabeza, y su mal gobierno mexiquense lo pinta incapacitado para el trabajo político.
López Obrador, es por mucho mejor que su traidor y oponente Ebrard, quien no da la talla. El tabasqueño es un auténtico político de izquierda (como Peña de la derecha y Beltrones del centro). Ebrard no tiene la calidad moral de Andrés Manuel López Obrador, y ha sido toda su vida de priísta (de 1978 a 1995), un oportunista empollado por Manuel Camacho Solís, ambos alimentados con cargos por Salinas, hasta que este no escogió a Camacho para la sucesión, prefiriendo a Colosio (asesinado por el salinismo), y se rebelaron, para terminar ingenuamente acogidos por López Obrador al que ahora han traicionado en complicidad con el chuchismo y la bendición de Calderón.
En cuanto al PAN ninguno pinta. Creel, el más echado para delante ya está derrotado. No puede volar porque le cortaron las alas, por timorato. El reato son ceros, a tal grado que Calderón quiere imponer a De la Fuente y hasta suena José Woldenberg. Los panistas tienen un desastre político, a tal grado que la esposa de Calderón, Margarita Zavala sigue, en la sombra, intentando que la seleccionen y ni así el PAN lograría levantarse. Lo de Vázquez Mota es una ilusión. Los panistas ni con su candidato externo estarían en condiciones de competir. Si el PRI quiere tener un candidato, no hay más opción que el senador Beltrones Rivera; en el PRD sólo López Obrador, y el PAN cualquiera está descartado. Si Peña con su dinero y sus cómplices se impone, nadie se sorprenda que lleve al PRI a una derrota enfrentado a López Obrador.
*Periodista
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